San Adventor es el santo al que se honra el 20 de noviembre

San Adventor, junto a dos compañeros suyos de nombres Octavio y Solutor, eran reconocidos soldados de la muy famosa Legión Tebea, que se encontraba asentada en la ciudad de Turín, Italia.

San Adventor

San Adventor

San Adventor es un santo cuya vida, y la de sus compañeros Octavio y Solutor terminó con tormento, como San Hipólito, soldado y mártir, de acuerdo a lo que recoge el Martiriólgo Jeronimiano, ya que todos ellos eran saldados de la conocida Legión Romana Tebea, la tradición escrita recogida cuenta que a esta legión de le atribuyen todos los santos de los que se desconocen los detalles con relación a su martirio.

Otra cuestión es que la historia de la hagiografía cristiana indica que todos los que fueron llamados a las filas el ejército por los emperadores Maximiano y Dioclesiano posteriormente fueron masacrados en la ciudad de Agauno, que es la actual San Mauricio, en Suiza, porque se negaron a obedecer las órdenes que eran dictadas por sus superiores, porque contradecían a los mandatos de su religión.

San Adventor, junto con sus dos compañeros, Octavio y Solutor, ambos declarados santos también, son considerados los santos protectores e la ciudad de Turín, Italia, siendo normalmente representados con la vestimenta de saldados romanos que portan una corona que representa su martirio.

Otra costumbre iconográfica es encontrarlos representados junto a los santos Máximo, Juan Bautista y Segundo. San Adventor y sus compañeros lucharon valientemente en la época del emperador Maximiano, pero también fueron valientes al confesar que eran cristianos, lo que no era tan beneficioso para ellos en aquellos tiempos, ya que San Adventor y sus compañeros pudieron ser testigos de cómo murieron muchos de los seguidores de Jesús.

No se tienen datos concretos de cómo fue su martirio, pero al ser tan conocidos militarmente hablando, es más que probable que se montara alrededor de su martirio todo un espectáculo, que debe hacer ocurrido ente los años 432 y 450. De modo que murieron como mártires durante el siglo III, en el momento en que las persecuciones contra los cristianos se volvieron más sanguinarias.

Lo cierto es que la tradición indica que San Adventor y sus compañeros lograron escapar de lo que se les tenía deparado, pero fueron rápidamente apresados y enviados a la ciudad de Turín, de cuya prisión también pudieron escapar y a caminar por los sitios más inhóspitos llevando la palabra de Dios, hasta que fueron nuevamente apresados y asesinados por su fe.

El comienzo del culto

El comienzo del culto

De inmediato, los ciudadanos de Turín edificaron un templo en honor a San Adventor y sus compañeros, trasladando a él sus restos, que se convirtió luego en monasterio benedictino, por orden del obispo Gezone, y cuando los franceses ordenaron que el monasterio fuera demolido, en el año 1536, los tres cuerpos se llevaron a la Consolata y finalmente a la iglesia de los mártires, en donde permanecen hasta hoy.

Además, también se recuerda el 20 de noviembre a San Edmundo Rey, que posee un nombre germánico que literalmente quiere decir ‘defensor de la riqueza’, y que llegó a ser el soberado de Estanglia, uno de los siete reinos que tradicionalmente formaron a llamada Heptarquía anglosajona.

La corona la recibió San Edmundo de Offa, cuando tan sólo tenía catorce años de edad. Tuvo un reinado que ha sido considerado por muchos como ejemplar, hasta que le llegaron momentos muy difíciles, cuando aparecieron en las costas los piratas daneses, al mando de Hubba e Hindaro, lo que trajo a su paso la total destrucción de iglesias, templos y monasterios, falleciendo muchos clérigos y monjes.

Con el objetivo de impedir una masacre mayor, Edmundo logró reunir a un ejército que combatiría a estos hermanos piratas daneses, pero su ejército perdió la batalla, y el rey fue apresado, siendo azotado y ejecutado al negarse a renunciar a su fe.

El Santoral Católico del 20 de noviembre no se completa con San Adventor, sino que en este día son recordados otros beatos y mártires que hicieron que sus vidas y sus obras, haciendo que la fe católica se esparciera por el mundo desde tiempos inmemoriales, entre los que se encuentran:

San Ampelo mártir, San Basilio de Antioquía, San Bernwardo de Hildesheim, San Félix de Valois, San Nerses, San Octaviano, San Teonesto de Verceli y Beata María Fortunata Viti.