El Ministerio fiscal y la defensa de J.J.R, acusado de matar a su madre a martillazos el 2 de junio del 2020, han alcanzado un acuerdo de conformidad por el que coinciden en acusarle de un delito de asesinato con la agravante de parentesto y reconociéndole la atenuante de alteración psíquica muy cualificada.
Hoy se ha celebrado el juicio contra J.J.R, por jurado popular, tras los hechos sucedidos el 2 de junio del año 2020 cuando una llamada al SOS Rioja del propio acusado alertó de que había matado a su madre. Fue el desencadenante de un historial familiar que incluía un intento conjunto de suicidio entre madre e hijo.
A las 9:00 de mañana está previsto que el jurado reciba el objeto de veredicto en base a las testificales escuchadas hoy, de agentes de la Guardia Civil y forenses, y de acuerdo al acto de conciliación entre el Ministerio Fiscal y la defensa.
Ambos le consideran culpable de un delito consumado de asesinato sobre persona vulnerable, con el agravante de parentesto y la atenuante de alteración psíquica muy cualificada.
Piden para él veinte años de prisión (en un inicio el Ministerio Fiscal pedía prisión permanente revisable) y que indemnice con 25.000 euros a cada uno de sus hermanos por la muerte de su madre.
Para la fiscal ha quedado acreditado que en la mañana del 2 de junio entró al cuarto de su madre cuando estaba durmiendo y «usando los instrumentos que él mismo ha reconocido» se aseguró de matarla con golpes «muy violentos» y un cuchillo de cocina. Algo que hizo «sin afán caritativo» (dado que asegura que ella se lo pidió).
Luego, llamó al 112 y dijo: «He matado a mi madre». La fiscal ha incidido en que «no es un enfermo mental» aunque «tenía un trastorno de personalidad». «Este señor supone un peligro para él y el resto de la sociedad», ha aseverado señalando sus «impulsos coléricos y repentinos».
La defensa ha pedido tener en cuenta tanto la situación del acusado como de su madre, señalando que su intento de «suicidio fue serio», y resaltando que lo que ocurrió fue que «se vio sobrepasado».
CONFESIÓN DEL ACUSADO
El acusado ha confesado entre sollozos, al inicio de la sesión, que la mató porque su madre se lo pidió; además, a preguntas de su abogada, ha referido un intento anterior de suicidio de ambos.
Ese día, el acusado mató a su madre que «en ningún momento tuvo posibilidad de defensa» y utilizando tanto un cuchillo como un martillo que dejó la habitación regada de sangre. Fue una muerte «evidentemente violenta», según los forenses.
«El ataque fue muy colérico, con mucho rencor: cuando atacó a su madre la estaba odiando», ha afirmado el forense creyendo que «no es un homicidio con compasión, creía que tenía la culpa de lo que estaba pasando». También ha considerado que, de llegar más tarde los servicios sanitarios, el acusado se habría acabado suicidando.
Había sido condenado anteriormente, en 2017, a dieciséis meses de prisión por un delito de violencia doméstica y de género, lesiones y maltrato familiar, realizados sobre su madre, así como dos años de alejamiento de la víctima.
La madre, físicamente discapacitada, estaba impedida de movimiento y con problemas de visión, vivía en cama, además de tener un trastorno psiquiátrico. Falleció por un shock hipovolémico, que aparece por la pérdida de sangre.
El forense ha detallado la «peculiar» situación del acusado desde que en 2005 descubriera, junto a su hermano, a su padre ahorcándose. A partir de ahí sufrió varios internamientos e intentos de suicidio.
Ha descrito cómo el acusado no tiene una «patología que le haga perder el sentido de la realidad; es más bien», ha dicho, una «alteración de una personalidad que estaba trastornada» a la que se une una «inteligencia limite».
Es «rígido, inflexible», y las personas con rigidez mental «no son capaces de crear opciones para poder actuar». Tiene «tendencia a la exasperación colérica, y cuando no puede resolver un problema se enfadaba con el entorno».
Además, no tiene tolerancia a frustración y contiene un «patrón encubierto de personalidad evitativa».
De este modo, «cuando se ve obligado a convivir con su madre, a la que tiene que cuidar, y en un circunstancia que coincide con un confinamiento, en el que no podía, en un momento determinado en el que estuviese saturado, salir a la calle, se vio obligado, siendo tan rígido, a afrontar problemas para los que no tenía capacidad ni de ver, si quiera, que podría haber acudido a los servicios sociales».
La situación le fue «saturando» hasta que «estalló». Así, «las discusiones entre ambos eran continuas, la convivencia era complicada», y «su madre era muy reclamadora».
Fue una «tempestad de rencor y cólera» la que se desató ese 2 de junio del 2020: «Sabía lo que hacía pero estaba superado, su capacidad estaba disminuida».
«La madre tenía también sus propios problemas, estaba deprimida, y le pidió en alguna ocasión que la matase», ha añadido.