La salsa blanca -también conocida como bechamel– es una rica salsa con una gran variedad de usos. La salsa blanca nunca es suficiente. Puede utilizarla para la lasaña, la pasta, los gratinados o como relleno de tartas. También puedes modificar una receta de salsa blanca normal para hacer macarrones con queso para los niños.
Hacer la salsa bechamel es fácil, pero si tienes un evento próximo, puedes hacer la salsa blanca con antelación para reducir la preparación de la cocina a la mitad. ¿Pero se puede congelar la salsa blanca? Independientemente de si has hecho demasiada salsa blanca o de si te sobra salsa, la salsa blanca se puede congelar para usarla más tarde.
Aunque la salsa blanca contiene lácteos, se conserva muy bien en el congelador, aunque los entendidos dicen que forma parte de los alimentos que no se deben congelar jamás, porque es una salsa emulsionada, y es necesario aprender a añadir los ingredientes para que no tenga grumos.
5Historia de la bechamel
Se cree que el nacimiento de la bechamel tuvo lugar en el siglo XVII, en las cocinas del Château de Nointel, en el Val-d’Oise. Es fácil rastrear sus orígenes, ya que sigue siendo el orgullo de muchos habitantes y una calle de la pequeña ciudad lleva el nombre del marqués de Béchameil.
Dicho marqués, señor de Nointel, era un rico financiero, pero también un fino gourmet y amante de los platos delicados. También compró el cargo de maître d’hôtel al rey Luis XIV. Por ello, conocía bien al monarca, especialmente su legendario apetito de ogro, tan difícil de satisfacer. Cuando la salsa de Béchameil se añadió a los copiosos platos de la mesa real, el rey quedó encantado, ya que era muy nutritiva y su textura cremosa encontró el favor de la devastada dentición de Luis XIV.
La salsa Bechameil se instaló entonces en las cocinas de Versalles y se convirtió en un producto imprescindible para los cocineros de la corte. Con el tiempo, el nombre del célebre marqués se desvirtuó y, en el siglo XVIII, pasó a conocerse únicamente como bechamel.