Amigos de la Tierra lamenta que la ley de residuos se queda «a medio camino»

Amigos de la Tierra lamenta que la ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular que ha pasado este jueves su tramitación en el Congreso de los Diputados se queda «a medio camino» del residuo cero, con porcentajes mínimos de prevención y, aunque celebra la inclusión del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno de Envases (SDDR), critica que esto no se use como una herramienta para la reutilización.

Así apela a la responsabilidad política y reclama una apuesta «firme y decidida» que ponga fin a la «actual supremacía de los tratamientos finalistas» en España como el vertido y la incineración.

No obstante, la ONG celebra la aprobación de la norma porque es urgente y prioritaria pero lamenta que el texto es una suma de «medidas superficiales» que se quedan a medio camino y que «no profundizan» en los verdaderos problemas de los residuos.

A su juicio, el proyecto de ley sigue ignorando la jerarquía de los residuos con una «apuesta tímida e incompleta» por la prevención, que deja en un cajón la reutilización y que incluye términos «ambiguos» como fomentar y promover, lo que «vacía completamente de contenido y obligatoriedad».

En definitiva ve el documento legislativo como la pérdida de una «oportunidad única» para establecer una ley que aporte un «cambio real» en el paradigma de los residuos en España.

«Las medidas propuestas se quedan lejos de dar respuesta a la crisis ecológica que estamos viviendo. La prevención debe articularse como la columna vertebral de cualquier legislación en materia de residuos. Esto no se acaba aquí, seguiremos presionando para conseguir unas políticas que ponga la salud de las personas y el planeta en el centro», ha señalado la responsable de recursos naturales y residuos, María Durán.

Entre los mayores avances, Amigos de la Tierra destaca la inclusión en el texto del SDDR que era una demanda esta y algunas otras organizaciones ecologistas desde hace años pero señala que se convierte solo en «una victoria a medias» ya que no incluye porcentajes de reutilización, ni tampoco materiales como el vidrio.

Asimismo, subraya que para los productos de plástico de un solo uso, establece una reducción de su peso a la mitad en 2026 y del 70 por ciento en 2030. Son, para Amigos de la Tierra cifras «muy cercanas» a sus demandas y celebra que en este aspecto la ley va «en la dirección correcta».

Igualmente celebra que la norma contemple la venta a granel en grandes superficies y la posibilidad de llevar envases propios, lo que garantiza el derecho a comprar sin envases de usar y tirar.

En cuanto a la responsabilidad ampliada del productor, otra demanda de la ONG, destaca que se haya ampliado a textil, muebles, enseres, plásticos agrarios pero pide que se aplique al resto de sectores y ve como «un buen punto de partida» ante la lucha frente a la obsolescencia programada la propuesta del índice de reparabilidad, con el que los vendedores deberán informar al consumidor sobre si el producto es reparable o no y dispondrán de piezas de sustitución y de manuales para garantizar esa reparabilidad.

Otros aspectos que valora como positivos son la priorización del puerta a puerta como mejor sistema de recogida selectiva y la apuesta por reducir a la mitad en 2030 el desperdicio de residuos alimentarios en toda la cadena.

Por el contrario, critica los porcentajes de prevención de residuos porque son «mínimos», que se dilate la obligatoriedad de la recogida separada de materia orgánica, algo que califica de «grave error» que supone «seguir enterrando en vertedero recursos valiosos en lugar de transformarlos en compost».

Sobre el impuesto al plástico cuestiona que sirva para disuadir su consumo por su bajo importe, de 0,40 euros, y solo para determinados materiales y lamenta que no hace mención en el texto a los bioplásticos.

Finalmente, cuestiona que las medidas para concienciación y sensibilización que recoge el proyecto de ley son «prácticamente inexistentes y dedicadas exclusivamente al público joven» y no evita las técnicas de ‘greenwashing’ que incentivan el consumo de envases con eslóganes «fraudulentos» como «biodegradables, compostables, residuo cero, emisión cero». Por último, reclama como «indispensable» contar con un canon al vertido y la incineración que grave estas actividades.