Estudio advierte de que el amonio es uno de los componentes del aire con mayor riesgo de mortalidad

El amonio es uno de los componentes específicos de las partículas finas (PM2,5) relacionado con mayor riesgo de muerte en comparación con otras sustancias químicas presentes en ellas, según un nuevo estudio publicado en la revista ‘Epidemiology’.

Este hallazgo procede del mayor análisis mundial de este tipo, realizado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido) en el marco de la Red de Investigación Colaborativa Multi-City Multi-Country (MCC, por sus siglas en inglés).

Las partículas son uno de los contaminantes atmosféricos más peligrosos: una mezcla compleja de partículas extremadamente pequeñas y gotas líquidas que pueden ser emitidas directamente por fuentes naturales, como los incendios forestales, o cuando los gases emitidos por las centrales eléctricas, las industrias y los automóviles reaccionan en el aire.

Las PM2.5 son partículas en el aire con un diámetro inferior a 2,5 um. Normalmente se cree que la parte de carbono negro de las PM2,5 (procedente principalmente de los vehículos motorizados) es la más perjudicial. Sin embargo, el análisis de datos realizado por el equipo en 210 ciudades de 16 países entre 1999 y 2017 reveló que los riesgos para la salud humana derivados de la contaminación atmosférica varían en función de la proporción de los distintos componentes de las PM2,5.

Uno de los componentes más peligrosos es el amonio (NH4+), originado sobre todo por el uso de fertilizantes y el ganado. El riesgo de exceso de mortalidad por PM2.5 aumentó aproximadamente del 0,6 al 1 por ciento cuando la proporción de amonio aumentó del 1 al 20 por ciento en la mezcla.

Las ciudades con una mayor concentración de amonio en la mezcla, incluidas las ciudades japonesas de Aikita, Aomori y Sendai, y las ciudades canadienses de London Ontario y Sarnia, se asociaron con mayores riesgos para la salud. Los investigadores apuntan que medidas específicas en los sectores agrícola y ganadero podría acelerar la reducción de los efectos negativos de la contaminación atmosférica sobre la salud.

«Sabemos que el carbono negro presente en las partículas finas es un importante problema de salud pública. Sin embargo, se sabe menos sobre el amonio, que se crea por reacción química del amoníaco en la atmósfera y se origina principalmente en las prácticas agrícolas y ganaderas. Mediante la aplicación de técnicas estadísticas avanzadas para desentrañar el efecto relativo de cada componente, hemos revelado, sorprendentemente, que el amonio puede ser más peligroso que otros componentes conocidos de las PM2,5″, explica Pierre Masselot, director del estudio.

Las partículas son un importante factor de riesgo ambiental al que la Carga Global de Enfermedades atribuyó entre 4,1 y 5 millones de muertes en todo el mundo en 2017. Las pruebas sobre las asociaciones a corto plazo entre la exposición a las partículas finas y la mortalidad total y por causas específicas están bien establecidas, aunque el riesgo varía según el lugar.

Para ayudar a revelar por qué se produce esta variación, el estudio explora el papel de los principales componentes químicos de las PM2,5 en esta heterogeneidad. El equipo analizó los principales componentes de las PM2,5, como el sulfato, el nitrato, el amonio, el carbono negro, el carbono orgánico, el polvo mineral y la sal marina, y los combinó con información sobre la edad de las personas, el PIB, el índice de pobreza, la temperatura y los espacios verdes, incluidos los árboles de las calles y los jardines. Se utilizaron métodos estadísticos muy avanzados para modelizar los efectos específicos sobre la salud en múltiples lugares.

Se comprobó que los riesgos para la salud asociados a las PM2,5 no dependían de la proporción de carbono negro y carbono orgánico y que había incertidumbre sobre el papel del sulfato. Se estimó que los riesgos para la salud asociados a las PM2,5 eran menores en los países en los que los nitratos tenían una alta concentración, como Reino Unido, Alemania y los países escandinavos.

«Nuestro trabajo pone de manifiesto la importancia del amonio como contaminante nocivo y las estrategias específicas, como el aumento del apoyo al sector agrícola para reducir las emisiones, podrían ser vitales para la salud pública. Sin embargo, debemos recordar que todas estas sustancias químicas son peligrosas. Reducir los niveles de contaminación atmosférica en todos los sectores mejorará la salud», apunta otro de los responsables del trabajo, Antonio Gasparrini.