El consumo responsable evita despilfarro de dinero y recursos naturales

El consumo responsable es fundamental para garantizar que todos podemos disfrutar de los recursos naturales de los que disponemos y vivir en un planeta sano, dejándolo así para generaciones futuras.

El consumo responsable es un concepto defendido por organizaciones ecologistas, sociales y políticas que consideran que la humanidad haría bien en cambiar sus hábitos de consumo ajustándolos a sus necesidades reales y optando en el mercado por bienes y servicios que favorezcan la conservación del medio ambiente, la igualdad social y el bienestar de los trabajadores.

Se basa en utilizar bienes y servicios teniendo en cuenta la naturaleza, además de las variables de precio y calidad, las características sociales y laborales del entorno de producción y las consecuencias medioambientales posteriores. El sistema de consumo y producción responsable que rige en nuestro planeta presenta serias contradicciones y retos en la lógica del desarrollo sostenible y en el marco de la llamada economía verde.

CONSUMIR SEGÚN EL ODS 12

Entre las prioridades de la ONU, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Consumo Responsable se sitúa en el número 12, destacando la urgencia para tomar medidas que reduzcan la huella ecológica mediante un cambio en los métodos de producción y consumo de bienes y recursos.
Menciona a su vez que la gestión eficiente de los recursos naturales compartidos y la forma en que se eliminan los desechos tóxicos y los contaminantes son vitales para lograr este objetivo, instando a las industrias, los negocios y a los consumidores a reciclar y reducir los desechos, apoyando a los países en desarrollo a avanzar hacia patrones sostenibles de consumo para 2030.
Por último, se hace hincapié en la importancia de otorgarle un enfoque sistémico al planteamiento y lograr la cooperación entre los participantes de la cadena de suministro, desde el productor hasta el consumidor final, sensibilizándolos en educación ambiental.

Las siguientes recomendaciones o medidas, y muchas más, se consideran como prioritarias para el consumo crítico, consciente y responsable en el mundo actual, tanto a nivel personal como profesional o empresarial. Entre ellas están:

  • Considerar el impacto ambiental desde el punto de vista del ciclo de vida del producto a comprar, valorando los procesos de producción, transporte, distribución, consumo y residuos que deja el producto.
  • Determinar la huella ecológica producida por un determinado estilo de vida y consumismo. La huella ecológica es un indicador de impacto ambiental que analiza la demanda humana sobre los recursos existentes de la biosfera, relacionándola con la capacidad regenerativa de la Tierra. ​
  • Determinar qué empresas, productos y servicios respetan el medio ambiente y los derechos humanospara preferirlos frente a otros que no cumplan con los citados requisitos.
  • Plantear el tipo de comercio que se desea favorecer.
  • Asegurar la calidad de lo comprado.
  • Determinar qué daño haría nos haría a nosotros o a nuestras empresas si lo que hemos comprado no es legal.

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LAS EMPRESAS ENCABEZAN EL PROCESO

La elaboración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible representa un avance, aunque su abstracción y las complicaciones que se presentan dentro de un sistema donde el crecimiento económico se rige en base al consumo de varios factores que hacen que su viabilidad presente diversas dificultades. ​

En el futuro se espera que las grandes empresas incorporen esta modalidad para la elaboración de sus productos. Como ejemplo actual podemos citar la utilización por parte de algunas fábricas de envases de vidrio. El consumidor que elige estos envases está propiciando una menor generación de basura ya que los envases de vidrio son reutilizables.

Lo que se busca dentro de las compañías es que optimicen sus procesos y se utilicen buenas prácticas a lo largo de la cadena de producción, con el fin de que se obtengan productos más limpios, sostenibles y amigables con el medio ambiente. Con la implementación de nuevas prácticas que mejoren los procesos productivos, las autoridades esperan que los indicadores económicos y de eficiencia mejoren y que los resultados de estas prácticas sean satisfactorios.

Fomentar un consumo responsable es entender que los recursos naturales no son renovables y que las generaciones futuras deben tener las condiciones necesarias para poder vivir. El consumidor elige en el mercado la historia que se contará en el futuro. Podemos distinguir tres factores que contribuyen al consumo responsable:

El consumo ético requiere introducir aspectos valorativos a la hora de consumir o de optar por un producto. Se hace especial énfasis en la austeridad, es decir, se trata de discernir entre las necesidades reales y las creadas por la publicidad que incentiva el consumo como forma de alcanzar la felicidad y el bienestar. Esta mirada crítica lleva a una reducción en la cantidad de productos consumidos y por lo tanto disminuye el volumen de basura y la contaminación que se produce en la producción y el consumo.

El consumo ecológico implica un circuito básico de producción a partir de la reducción, la reutilización y el reciclado de los distintos productos sociales. También se analizan los productos de origen orgánico poniendo el acento en la generación de una agricultura y ganadería ecológicas, la opción por la producción artesana, y todas aquellas formas de producción que no deterioren las condiciones del medio ambiente.

El consumo social o solidario es el que tiene en cuenta las relaciones sociales y condiciones laborales en las que se ha elaborado un producto o brindado un servicio. Se podría incluir al comercio justo, que propone acercar al productor y al consumidor final para eliminar las mediaciones que elevan los precios. Se trata de pagar lo justo por el trabajo realizado, tanto a los productores de las zonas periféricas como a los que están en nuestro ámbito local, y de potenciar alternativas sociales de producción e integración, promoviendo un desarrollo equitativo y sostenible.

EL PODER DE LOS CONSUMIDORES

Se suele decir que comprar es sinónimo de votar, porque cada vez que adquirimos un producto estamos dando un voto a favor de su cadena de valor, sus productores y distribuidores, otorgándoles nuestra confianza. Si buscamos un cambio de comportamiento a nivel institucional y empresarial, cuando se llega al momento de la adquisición de bienes y servicios, es positivo fijarse en los daños que causa cada empresa al medio ambiente o a la justicia social y elegir, entre varias ofertas, la apropiada según las consideraciones éticas de cada uno.

Si el productor tiene vínculos con otras organizaciones que se comportan de manera poco ética o dañina para la comunidad en general, también se está apoyando su accionar. Al dejar de consumir un bien o servicio se está quitando apoyo a la organización que los produce o que se lucra de ellos. Con cada compra se está ejerciendo un derecho al voto. Si otras personas hacen lo mismo, y además hacen sentir su descontento, a medio plazo tendrán que cambiar su forma de proceder. Al contrario, si se premia a quienes actúan de forma consecuente, si muchos hacen lo mismo y lo publicitan, estas organizaciones o empresas se convierten en un referente social.

Los consumidores podemos tener en cuenta varios parámetros: la ética, que consiste en tener en cuenta los valores como base para comprar y consumir; la ecología, o consumir productos que se hayan elaborado con cuidado respecto al medio ambiente y sin emplear más recursos naturales de los imprescindibles; la solidaridad, fijándonos en las condiciones laborales de las personas que intervienen en la cadena de elaboración y distribución del producto desde la extracción de los recursos naturales necesarios para luego aplicar el proceso de transformación, transporte y venta, incluida la prestación de servicios en todo el proceso.

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DEMOS EJEMPLO TODOS

A nivel personal, es recomendable reducir el consumo de agua y luz en el hogar y en nuestras actividades cotidianas, apagando las luces en cuanto no se necesite su iluminación, reduciendo el consumo de agua en grifos y wáteres, aprovechar los alimentos hasta el final de su vida útil, en otro tipo de presentaciones y recetas, evitando comprar lo que no vamos a poder consumir antes de su fecha de caducidad y priorizar pequeñas cantidades de comida, repitiendo cuando sea necesario, antes que llenar mucho los platos y tirar lo que no hayamos podido ingerir.

Los productos que ya no utilizaremos, los separamos en distintos recipientes para reciclar al máximo en los contenedores de la calle. Muchos de ellos van a formar parte del ciclo de reciclaje y tendrán un nuevo uso y, los que no puedan optar a ello, servirán para abono, energía y otras salidas. Juguetes y piezas de aparatos y muebles que ya no utilicemos pueden ser reaprovechados o entregados a alguien que los pueda reconvertir o reciclar.

Debemos tener en cuenta que no todo se compra con dinero y es mejor aplicarnos el consumo responsable, porque en el origen, todos estos bienes y servicios, para llegar a nuestro hogar, contaminan o reducen los recursos naturales. Pensar antes de comprar y de consumir es la base.

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