¿En qué debo fijarme para encontrar al inquilino perfecto?

¿Por qué temen los propietarios alquilar su vivienda? Uno de los mayores miedos que manifiestan tiene que ver con la posibilidad de que el inquilino les salga rana y termine ocasionando destrozos en el piso. Aunque otro obstáculo a la hora de alquilar es el miedo a los impagos. De ahí que muchos propietarios estén optando por cerrar sus pisos o, en el mejor de los casos, si se animan, contratar un seguro de alquiler que les permita estar más tranquilos en cuanto al pago de las rentas y otros contratiempos que puedan surgir por el camino.

Pero si hay algo que puede ayudar a los propietarios que quieran alquilar y hacer rentable un inmueble es tener buen ojo a la hora de seleccionar al inquilino. ¿En qué debemos fijarnos y qué podemos hacer para acertar a la hora de confiar nuestra vivienda a un extraño? Desde pisos.com te damos una serie de consejos clave.

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Atento a la primera impresión

Empezar con buen pie es importante para anticipar cómo irán las cosas mientras esté vigente el contrato de alquiler. La primera impresión suele ser siempre buena consejera, pero también hay que dejarse guiar por los hechos. ¿Se ha mostrado natural el futuro inquilino durante la visita? ¿Ha estado predispuesto a escucharte y a sentar las bases de una buena relación? ¿Ha comprendido tus preocupaciones y peticiones como propietario?

El inquilino no tiene por qué ser perfecto. De hecho, hay que desconfiar de aquellos que se presenten a sí mismos como inquilinos diez. En este sentido, la intuición puede ser una buena aliada y ayudarnos a decidir si apostamos por alguien o no.

Comprobar la solvencia

La primera impresión es importante, pero no definitiva. Eso está claro. El siguiente paso será verificar la solvencia del inquilino, que es fácil de determinar si conocemos su nivel de ingresos (podemos solicitar una nómina o la última declaración del IRPF, si es un autónomo) y su profesión. Porque no es lo mismo alquilar una casa a un funcionario o a alguien con muchos años de trayectoria profesional, que a una persona que acaba de empezar a trabajar. Entablar una conversación fructífera te ayudará a descubrir esos pequeños detalles determinantes, como si tiene familia, si tiene pensado quedarse por mucho tiempo, la razón por la que quiere vivir en el barrio, el sector en el que trabaja, etcétera.

Además, se pueden pedir garantías adicionales más allá del mes de fianza legal, como un depósito adicional, a retener por parte del propietario y a devolver cuando finalice el arrendamiento. También se puede solicitar un aval bancario o un fiador solidario.

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Cuidado con los inquilinos perfectos

Hay que desconfiar de aquellos inquilinos que se muestran perfectos y encantadores en exceso, porque detrás de esa actitud ideal suele haber gato encerrado. Son habladores, tratan de llevar la voz cantante de la reunión en todo momento y tienen un gran afán por llevarlo todo a su terreno. Probablemente insistan en remarcar que tienen una gran capacidad económica y que son absolutamente puntuales con los pagos. De hecho, es posible que quieran ofrecerte dinero por adelantado y hay que rechazarlo siempre.

Observa, piensa y asegura, siempre

Es fácil que una excelente persona se convierta en un inquilino pésimo si las cosas le van mal y no tiene capacidad para pagar. A veces no hay que ser deliberadamente malintencionado. De ahí que sea tan importante hacer un estudio previo del futuro inquilino que, más allá de la primera impresión, nos ofrezca datos objetivos para decantar la decisión hacia un sí o un no.

De hecho, aunque la relación entre inquilino y arrendatario fluya sin problemas, es recomendable contratar un seguro de alquiler, que además de cubrir las cuotas en caso de impago, te ofrezca seguridad en caso de desperfectos o pueda resultarte de ayuda si hay que hacer algún tipo de reparación en la vivienda. Con todo esto, lo más probable es que termines encontrando a alguien que se parezca bastante a un inquilino perfecto. Abre bien los ojos y adelante.