Unas croquetas siempre despiertan la atención del comensal, pues lo primero que viene a su mente son las interrogantes sobre su sabor, de qué estarán hechas y si de verdad valdrán la pena. Y es que, si bien, estas crujientes bolitas de masa frita son toda una exquisitez, hacerlas perfectas no es tan sencillo como parece.
Básicamente constan de dos cosas: una bechamel espesa y un relleno que le dará sabor o las dejará insípidas. Y en definitiva una de las principales claves para que queden realmente bien es tener como base la mejor bechamel.
6La cocción de la bechamel
La cocción total de la bechamel viene de la mano del consejo anterior: evitar las prisas… Cuando una croqueta queda muy blanda, inmediatamente pensamos que no añadimos suficiente harina, y si la desesperación gana, terminarás añadiendo más harina y formando por consiguiente un engrudo.
En realidad, por lo general la bechamel queda muy líquida si le ha faltado cocción. A medida que se cuece, la salsa adquiere mayor consistencia. Por esta razón, lo mejor es cocinarla con calma para que el exceso de líquido se evapore de manera correcta.