Abandono escolar: el alto precio de la ignorancia

Hace poco leía un artículo en referencia a la cantidad de estudiantes que abandonan sus estudios. El nivel de estudios alcanzado es determinante a la hora de encontrar empleo, pero además es proporcional al nivel cultural que debe tener un país. Normalmente, más de una cuarta parte de quienes no acabaron la educación secundaria obligatoria suelen ser desempleados.

La formación es clave para lograr un hueco en el mercado laboral. La tasa de paro varía mucho según el nivel de estudios alcanzado. En el caso de los considerados analfabetos, el 43,07% está desempleado, un porcentaje que se va reduciendo a medida que se amplía la formación. Siguiendo este parámetro, el 38,15% de aquellas personas con estudios incompletos se encuentra desocupada. La tasa continúa cayendo en aquellos con educación primaria (33,15%) y se reduce al 26,7% para aquellos con la primera etapa de la Educación Secundaria Obligatoria.

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También es muy importante acertar con el enfoque de los estudios escogidos, ya que al especializarse también se pierden oportunidades laborales.

Pero el nivel de estudios influye a su vez en la calidad de empleo a la que se puede optar y en la remuneración. Los licenciados universitarios perciben un salario anual superior en un 55,3% al salario medio. Por su parte, la remuneración de los trabajadores sin titulación o que no habían completado los estudios primarios es un 37,1% inferior al salario medio.

Volviendo al principio del abandono universitario, el 21,82% de los estudiantes españoles abandona la carrera tras cursar el primer curso. La falta de información con la que llegaron al campus o la diferencia entre las expectativas depositadas en el grado y la realidad de los estudios llevan a miles de estudiantes a colgar los libros en los inicios de la andadura universitaria. De ese 21,82%, hay un 8% que se matriculan en otra titulación. El resto se marcha del sistema universitario.

Por comunidades autónomas Baleares, con un 24,22%, y Canarias, con un 21,71%, son las autonomías donde más se abandona, mientras que Castilla y León, con un 15,21%, y Madrid, con un 15,72%, son las que menos.

En los últimos años se ha establecido cierta rivalidad entre regiones por las diferencias existentes en la Selectividad: los universitarios castellano-leones acusan a los canarios de hacer una prueba más fácil y tener mejores resultados en bachillerato, circunstancias que les permiten ocupar las plazas de sus campus en carreras como medicina sin tener suficiente nivel.

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Esto explicaría el posterior abandono. En el ministerio se ha creado una comisión para estudiar las denuncias y buscar unos criterios más homogéneos en las pruebas.

Los campus públicos que más abandono presentan son la Universidad de Baleares (24,22%), la Politécnica de Cartagena (23,12%), la Universidad de Las Palmas (21,88%) y la Universidad de La Laguna (21,58%). En el otro lado están la Carlos III (11,40%), la Universidad de Valencia (13,82%) o la Autónoma de Madrid (13,85%).

El Ministerio de Universidades ha publicado unos indicadores de Rendimiento Universitario, que da pistas sobre si los estudiantes aprovechan o no la universidad. Además de la nota media (un 7,2, la misma en los últimos años), los datos revelan que el rendimiento medio de los alumnos de grado (número de créditos superados entre el número de créditos matriculados) es del 77,98%: 76,66% en universidades públicas y 85,35% privadas.

La tasa de abandono educativo temprano se sitúa en el 16% en 2020, según los datos de la Encuesta de Población Activa. Es decir, alrededor de 530.000 personas, 343.000 hombres y 186.500 mujeres, habían abandonado los estudios en 2020.

La reducción está asociada al incremento en 1,5 puntos en la proporción de población que ha alcanzado el nivel de formación CINE 3 o segunda etapa de Secundaria. La estrategia europea 2020 estableció ya en 2010 entre sus objetivos reducir el abandono escolar temprano por debajo del 10% en la UE y del 15% en España, debido a las altas tasas de nuestro país.

Precisamente, uno de los objetivos principales de la LOMLOE, la ley educativa que acaba de entrar en vigor es reducir las tasas de abandono escolar temprano en línea con los países europeos más avanzados.

Desde 2010, la tasa de abandono temprano en España ha disminuido 12,1 puntos, pasando del 28,2% en 2010 al 16% en 2020, lo que supone un 43% menos. Este descenso ha sido mayor entre los hombres (13,3 puntos) que entre las mujeres (11 puntos), aunque la tasa sigue siendo en 2020 muy superior entre los varones: un 20,2% frente al 11,6%, es decir, un 74% más.

Por Comunidades Autónomas, hay cuatro que en 2020 han logrado situarse por debajo del objetivo del 10% y por debajo también de la tasa media de la UE (10,2%). Se trata de País Vasco (6,5%), Asturias (8,9%), Cantabria (9,1%) y Madrid (10%). Otras cuatro CCAA tuvieron tasas entre el 10% y el 15% (Navarra, Galicia, Aragón y La Rioja), mientras en el extremo opuesto, con tasas superiores al 20%, están Illes Balears (21,3%), Andalucía (21,8%), Ceuta (22,8%) y Melilla (25,5%). Castilla y León, la Comunitat Valenciana, Cataluña, Canarias, Extremadura, Murcia y Castilla-La Mancha obtienen tasas entre el 15% y el 20%.

El mundo laboral y el formativo han experimentado una gran revolución en los últimos años debido a la digitalización y la demanda de nuevos perfiles tecnológicos. En concreto, 9 de cada 10 empleos en Europa precisarán de algún tipo de competencia digital que no posee el 40% de los trabajadores en activo hoy en día, según datos de un reciente estudio de la Comisión Europea. Una tarea pendiente en nuestro país, donde los titulados en este ámbito no llegan a representar ni un 4% del total, como muestran las cifras del Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI).

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Al problema de la falta de perfiles especializados se le suma una causa más: la económica. Según información recopilada por el Observatorio de la Juventud de la Fundación SM, el 30% de los jóvenes abandona sus estudios por la necesidad de trabajar y conseguir ingresos o por la dificultad que encuentran para poder costearlos. Y es que, la financiación pública universitaria en nuestro país se sitúa un 14,5% por debajo de la media de la Unión Europea y la OCDE respecto a las que mantiene una insuficiencia de recursos públicos de 1.600 millones de euros, según se desprende del último informe La Universidad Española en Cifras elaborado por Crue Universidades Españolas.

Son muchos los datos, pero necesarios para entender mejor la gravedad del problema.

 Es muy importante insistir en la necesidad que todos los individuos tenemos y debemos, llevar a cabo los diversos procesos educativos, estos nos permiten crecer en valores, aprender a socializar, obtener nuevos conocimientos, desarrollar habilidades cognitivas y físicas, integrarnos en la sociedad, adoptar conductas, sentirnos parte de una comunidad, identificarnos culturalmente, entre otros.

La familia, tiene que ser la principal organización social, y cumplir un papel fundamental para evitar o inducir, según sea el caso, la deserción escolar. Los padres, representantes o tutores deben velar porque sus hijos o representados asistan a clase y estudien.

Los padres deben ser las primeras figuras de autoridad en incentivar a sus hijos a que asistan a clase, estudien y se preparen para culminar su formación profesional.

Asimismo, no se debe olvidar que la educación académica debe complementarse con valores familiares como el respeto, la responsabilidad, la solidaridad o la amistad, a fin de formar seres de bien capaces de actuar de manera responsable ante cualquier situación.

Otro tema y este si me parece triste, que son muchos los estudiantes que se encuentran en medio de una situación económica o financiera desfavorable que, lamentablemente, los limita a que puedan continuar con sus estudios puesto que deben hacer frente a otras obligaciones.

Esto se puede deber a varios factores como, por ejemplo, que en la familia se generen bajos ingresos económicos, mensualidades académicas elevadas, que el estudiante deba trabajar para costearse sus gastos de vivienda, alimentación, estudio, así como de ropa y calzado, entre otros.

En los casos más críticos se han encontrado familias en las cuales los menores de edad dejan sus estudios para trabajar y asegurar el sustento diario de toda la familia.

Se encuentran casos en el que los padres no pueden costear los estudios universitarios debido a otras responsabilidades económicas o cuando el estudiante considera que es más conveniente trabajar a tiempo completo que optar a un grado académico. Una realidad muy cruda y que tanto el Estado como las Comunidades Autónomas deben afrontar con ayudas.

Un país sin formación es un país ignorante, y lo peor de la ignorancia, es que a medida que se prolonga, adquiere confianza.

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