Más de 10.000 profesionales del mundo de la música (autores, intérpretes, compositores, etc), tanto a título individual como a través de las distintas asociaciones que les representan, se han sumado a la campaña #soloesmúsica con la que se busca sensibilizar tanto a la ciudadanía como a las administraciones públicas sobre la trascendencia y el peso que la música tiene en las vidas de los ciudadanos, concebida también como una «vacuna emocional».
Como argumentan sus impulsores –la Unión de Músicos (UdM) como partícipe de la Mesa de Federaciones de Músicos, que representan a más de 25 asociaciones profesionales, y con el respaldo de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y la Sociedad de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes (AIE)– la música es «generadora de emociones y sentimientos, como protección y compañía frente a la adversidad, como elemento de cohesión de toda la comunidad, como banda sonora de nuestros recuerdos, imaginario e ilusiones, como vacuna anímica en estos tiempos tan inciertos». «Porque, sin duda, la música es vida y sin ella todo sería muy diferente», apostillan.
Martirio, Rosendo, Manolo García, Fito Cabrales, Carlos Goñi, Esperanza Fernández, Nacho Campillo, Aurora Beltrán, Jorge Pardo, Nacho Tarrés, Najla Shami, Nacho García Vega, Eliseo Parra, Diego Vasallo, Jordi Savall, Susana Seivane, José María Guzmán, Gerardo Núñez, Max Suñé, Carlos Segarra, Joan Albert Amargós, Pablo Novoa, Gontzal Mendibil o Cantores de Híspalis son algunos de los músicos que se han sumado a la iniciativa.
Con #soloesmúsica se busca poner en valor la música como elemento integrador que forma parte de las vidas de todos. La iniciativa, que propone una reflexión en torno a la figura y el papel del músico, y paralelamente sobre la consideración y el respeto que la sociedad otorga a su trabajo, se canaliza a través de la página web ‘www.soloesmusica.com’ y se desarrollará también a través de las redes sociales.
El manifiesto difundido argumenta que «los músicos no somos ni más ni menos que nadie», para pasar después a enumerar algunos de los motivos por los que se han decidido emprender esta iniciativa: «respirar, trabajar, cobrar lo justo para pagar las facturas a tiempo, disfrutar de buena compañía en la terraza del bar de al lado, ayudar a reconstruir este país extraordinario, emocionarnos y emocionar, sorprender, y llorar de alegría sabiendo que compartimos más de lo que soñamos nunca».
A partir de ahí, el texto se completa con una serie de demandas clave para intentar paliar la terrible situación que atraviesa el sector de la música: desarrollo y aprobación en el menor plazo posible de tiempo del Estatuto del Artista; regulación del ámbito digital para que los creadores musicales reciban una justa remuneración por su trabajo; y, finalmente, apoyos efectivos que cubran las necesidades reales de los músicos mientras los escenarios sigan callados.
TESTIMONIOS
Entre otros materiales, la campaña cuenta ya con vídeos grabados por numerosos músicos en los que estos profesionales desvelan algunos de sus más íntimos recuerdos musicales, apelan a la conciencia ciudadana y gubernamental para que se ayude al sector a superar esta complicada situación originada por la pandemia de la COVID-19 o, incluso, explican lo que la música ha supuesto para sus vidas.
En esa línea, por ejemplo, el compositor e intérprete Diego Vasallo confiesa que tras casi cuatro décadas de trayectoria profesional todavía sigue intentando «descifrar porqué la música nos conmueve tanto y porqué nos acompaña durante toda la vida».
La cantante, guitarrista y compositora Aurora Beltrán, por su parte, desvela cómo su primera guitarra, que le regaló su padre, le salvó la vida tras contraer con sólo siete años una extraña enfermedad que la mantuvo totalmente inactiva durante dos largos años: «Me salvó, me salvó de esos ratos interminables. Quizá sólo fuera música, pero qué no es música».
En otro vídeo, el músico y divulgador Eliseo Parra apunta al meollo de la cuestión: «La música forma parte de la vida del género humano desde tiempo inmemorial. Eso la sabe todo el mundo. Pero habría que recordar que para que haya música se necesita al músico».
Por otro lado, el veterano José María Guzmán aprovecha su intervención para infundir ánimos a sus compañeras y compañeros de profesión que están sufriendo con especial rigor las consecuencias de las medidas sanitarias adoptadas en todo el país contra la COVID-19. Y, en esa línea, concluye categórico: «Un país sin cultura y sin música es un país inerte, un país muerto. Un país sin cultura no es nada».
Najla Shami señala que el suyo es un «sector que teje afectos muy necesarios a través de la música», un sector que atraviesa un momento muy difícil debido a «problemas endémicos que se han intensificado con la pandemia». Por eso, la vocalista y compositora reclama: «Necesitamos con muchísima urgencia que nuestra situación se arregle y que podamos vivir de una forma digna de lo que más nos gusta hacer».
Desde su doble vertiente de intérprete y profesora, Diana Tarín asegura que nada es «más reconfortante que ver a un alumno cuando empieza a volar solo musicalmente», y, a modo de despedida, añade unas notas de optimismo que hoy son más necesarias que nunca: «Esto no va a ser eterno. Todo esto que está sucediendo pronto será historia». Será entonces cuando la música volverá a los escenarios y las salas a vibrar con los aplausos y la emoción del público. Más pronto que tarde, que así sea.