Sí, a veces las mujeres somos incomprensibles. Pero la verdad es que nosotras tampoco tenemos las claves para entender a los hombres. Aquí tienes algunas cosas que seguimos sin entender.
[nextpage title=»Esas quejas al estar enfermos»]
Esas quejas al estar enfermos
Sí, cuando un hombre se pone enfermo, nosotras, nos tiramos de los pelos. Y es que son demasiado quejicas y mimosones. No sabemos si es por cómo les ha tratado su madre durante estos períodos de enfermedad, pero lo cierto es que para nuestro gusto, suelen tener demasiada tontería encima.
Que si «tengo frío, tengo calor, tráeme esto, cambia de canal, me duele, dame las pastillas» y ese largo etc, al final acabamos negras de la dichosa gripe, claro está. Y eso que ellos no tienen que soportar el hecho de sangrar durante cinco días al mes por sus partes íntimas, con sus consecuentes dolores durante muchos más días. Si es que en realidad ellos son el sexo débil.
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[nextpage title=»Esa manía de tener la mano en el paquete»]
Esa manía de tener la mano en el paquete
No lo entendemos. Sencillamente, no es comprensible para nosotras por qué siempre tienen que tener una mano tocándose sus partes. No sabemos si es por la seguridad de saber si siguen ahí, o porque hay que colocarlas cada cierto tiempo para que estén cómodos. El caso es que hasta en el sofá, mientras están viendo la tele, tienen la mano ahí.
A nosotras que nos lo aclaren, porque es algo que nos enerva, y que sabemos que no vale la pena discutir por ello, porque a la vez siguiente, asará lo mismo, y seguirá con la mano en sus partes pudendas. Intentamos ser comprensivas, pero también ellos admiten que, si ellos tuviera pechos, estarían todo el rato tocándolos. Fantástico.
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[nextpage title=»El no preocuparse por la ropa «]
El no preocuparse por la ropa
Vale, ahora es una moda vestirse como un vagabundo. Se llama el «hobo look», pero los hombres siempre han sido de descuidar su aspecto, sobre todo cuando nos hace ilusión a nosotras que vistan bien. Seguro que alguna vez te ha pasado, que querías ir a un sitio elegante con tu chico, y al final terminabas decepcionada, porque iba vestido como quien va a comprar pan.
Puede que en este caso, nosotras seamos las superficiales, pero nos gusta estar atentas a los pequeños detalles, y ver cómo nos podemos adaptar a ese sitio tan pijo que es el que queremos visitar. Ellos no, ellos son muy simples, y eso también les honra, pero a veces nos machaca. Lo mejor es no discutir, y decirlo suavemente, para que no les moleste demasiado. [/nextpage]
[nextpage title=»La temperatura corporal»]
La temperatura corporal
No entendemos tampoco por qué tienen una temperatura corporal tan distinta a la nuestra. Es decir, ellos se quejan de que nosotras siempre tenemos los pies fríos, pero también es verdad que ellos siempre están más calientes que nosotras. Y sí, esto va en muchos sentidos. Ellos pueden meterse en una piscina helada.
Nosotras temblamos de frío a la mínima corriente de aire. Pero también eso hace que intentemos comprendernos, y nos damos cuenta de que nos complementamos los unos a los otros. Así que tiene que haber alguien por ahí que soporte nuestros pies fríos.
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[nextpage title=»Esos motes ridículos que se dan a los amigos»]
Esos motes ridículos que se dan a los amigos
No solemos entender muy bien el funcionamiento de la amistad de los hombres, porque es algo más sincero que lo que hay entre las mujeres, que somos algo más complejas. Y uno de los puntos que no solemos entender es por qué se llaman con motes ridículos. No solo el típico «cabronazo», «joputa», «qué pasa tío», sino también cosas absurdas como «Mari Puri», o «Consuelo».
Todo tiene una historia, y es la confianza la que hace que al final hagamos este tipo de cosas. En cualquier caso, es señal de confianza y de que ese chico puede ser más importante que tú para él. Así que cuidadito, y trátalo bien.
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[nextpage title=»La devoción por los deportes»]
La devoción por los deportes
Por supuesto, a nosotras nos apasionan los deportes. Pero no hasta el punto de vivirlos. Podríamos decir que igual que a nosotras nos toca la patata una serie en concreto, a ellos les pasa con los deportes con la misma intensidad. Luego dicen que no entienden cómo nosotras lloramos en una película, o en una serie.
Pero si pierden su equipo, el mundo se les derrumba sobre ellos, y una pesada mancha negra sobrevuela la ciudad. Lloran, se amargan, y están de luto durante unos cuantos días. Ni que hubiera muerto su perro. Es más, ellos no estarían más tristes que en esa ocasión.
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[nextpage title=»El por qué de las películas de tiros»]
El porqué de las películas de tiros
¿Por qué les encantan las películas de acción? Seguramente por lo mismo que a nosotras no nos gusta: por su intensidad. Porque para nosotras es «siempre están pegando tiros». Y es verdad. Pero las tramas son más simples, y ellos pueden entenderlo. Las películas que nos gustan a nosotras, suelen ser emocionalmente complicadas: que si a ella le gusta no se quién, pero luego resulta que su padre está enfermo y tiene que dejarle, y blablabla…
Eso a ellos les parece de lo más complicado, se agobian, y desconectan. Por eso prefieren las películas de tiros y de machotes con armas. O esa es nuestra teoría Si alguno quiere aclarárnoslo, estamos atentas a explicaciones.
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[nextpage title=»Esa transición al viejo verde»]
Esa transición al viejo verde
Desde que conocemos a un tío, sabemos que va a pasar por esa transición a viejo verde. Los hombres necesitan reafirmar su existencia a través del piropo desde que el hombre es hombre. Y en el caso de las mujeres, a algunas les molesta, y a otras no, no hay que generalizar. También depende del piropo.
Porque si el piropo es demasiado soez, querremos huir de allí inmediatamente, mientras que si es bastante simple como un «guapa» mítico, entonces hace que nos sintamos halagadas. Todo depende de la justa medida, claro.
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[nextpage title=»El intento desesperado de ocultar tu calvicie»]
El intento desesperado de ocultar la calvicie
No comprendemos esa obsesión por peinarse con la cortinilla, si vemos que es evidente. Y hay además algunos casos de lo más cutrillos. Puede que ellos asocien su hombría con su pelo, pero en ningún caso, nosotras consideramos que una calva sea señal de pérdida de virilidad.
Es más, deberían aprender de algunos, y raparse directamente. A Bruce Willis o Vin Diesel, les queda bien. Es verdad que nuestro ideal es más bien como Thor, que tiene una larga melena, pero… cada uno debe jugar con sus cartas, y no quejarse del resto.
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[nextpage title=»La aversión a las novias de los amigos»]
La aversión a las novias de los amigos
Las novias siempre sabemos que los amigos son importantes para ellos, nos caigan bien, o no. Y en un primer intento, hacemos el esfuerzo de caerles bien. Muy pocas lo consiguen. No sabemos por qué. Tal vez porque ya no pasan tiempo con ellos, o porque ellos siempre estén hablando de nosotras.
Pero es muy habitual que tú no le caigas bien a sus amigos, y viceversa. Entre mujeres, sí que suele pasar. Aunque la amistad suele ser más difícil, las novias de un grupo de amigos suelen ser más adaptables que lo contrario.
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[nextpage title=»Ir directamente al grano»]
Ir directamente al grano
Si trataran a las mujeres igual que tratan a sus coches, el mundo cambiaría por completo. Porque para ellos, nuestro motor ya está directamente encendido y listo para rotar, igual que el suyo, cuando no es para nada así.
Ya hay una cultura a los preliminares, porque los hombres aprenden de sus errores, pero aún así, nos topamos con alguien que quiere directamente meter el bollo en el horno, sin precalentamiento. Química básica, chaval: eso no es así.
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[nextpage title=»Intentar ganarse a una mujer para luego echarla»]
Intentar ganarse a una mujer para luego echarla
Sí. Esto es lo más incomprensible para nosotras: han estado detrás de nosotras durante semanas o meses, y en el momento en el que consiguen lo que quieren, se largan, o nos echan. ¿Por qué? Esto es una montaña rusa para nosotras y un ataque a nuestra autoestima, de ahí que luego parezca que siempre nos tomemos mal las cosas.
No vamos a dar una explicación de esto, porque no la tenemos. Nos parece que hay hombres así, y de vez en cuando, encontraremos a alguno que no sea así.
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