Cristina Pedroche no aguanta más: los escándalos de Dabiz Muñoz que más le duelen

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Son tal vez una de las parejas más llamativas, extravagantes y famosas de nuestro país. La actriz, modelo y presentadora de televisión Cristina Pedroche es una mitad de la naranja. La otra la forma Dabiz Muñoz, el cocinero punki y estrafalario que se ha abierto un hueco en un mundo de la alta cocina a base de imaginación y talento. Ninguno de los dos son personas diplomáticas, refinadas o discretas, sino todo lo contrario. A ambos les encanta el lío y el escándalo y, de una forma u otra, eso acaba pesando lo suyo en una relación de pareja.

Especialmente estruendoso, desordenado y caótico en sus actos y en sus palabras es Dabiz Muñoz. A este cocinero VIP no le avergüenzan sus orígenes populares, y hace gala de unos modales y unas costumbres muy poco convencionales. Además de por sus hazañas culinarias, Muñoz acostumbra a copar titulares y a dar qué hablar por declaraciones fuera de lugar o conductas y actitudes un tanto estrambóticas. Aunque la imagen que proyecta la pareja es de felicidad y máxima sintonía, pero lo cierto es que, como dice el refrán, “en todas las casas se cuecen habas”. También en la de Cristina Pedroche y Dabiz Muñoz.

 

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Temerario en los negocios

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También en lo que se refiere a los negocios Muñoz tiene su propia forma de hacer las cosas. Hace unos años abrió un restaurante en Londres y las cosas no fueron muy bien en un principio. Como veía que el negocio no era todo lo boyante que hubiese deseado, Muñoz se puso a pedir créditos a diestro y siniestro y a seguir una estrategia financiera cuanto menos dudosa. El cocinero le solicitó al BBVA un crédito de tres millones y medio de euros para recomprar la parte de sus socios accionistas y hacerse con el control de la totalidad de la empresa.

Una forma atolondrada y muy poco prudente de llevar los negocios y poner el juego el dinero y los ahorros de muchos años. “Va pidiendo dinero por Madrid”, se dijo en prensa sobre Muñoz y su estrategia financiera. Él, pese a todo y sin pensar mucho las cosas, defendió lo que estaba haciendo con firmeza. “Mi plan no tenía por qué encajar con el de mis accionistas, algunos de los cuales son amigos míos. Y la mejor solución era recomprarles sus participaciones. He decidido arriesgar y poner lo que he ganado en España en el proyecto”. Habría que ver qué le parecía a Pedroche que su pareja se jugase su dinero de una forma tan temeraria.