Resistencia a los antibióticos: las nefastas consecuencias de automedicarte

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En España somos bastante de tomarnos las cosas a la ligera y por ello, algunas veces por comodidad y otras irresponsabilidad, preferimos automedicarnos y pasamos de ir a consulta. Esta es una de las razones que explica el crecimiento de la resistencia a los antibióticos, uno de los problemas mayores a los que se enfrenta la Sanidad en todo el planeta, y que con el auge de la pandemia ha quedado en un segundo plano.

El pasado 18 de noviembre, Día Mundial para la Lucha contra la Resistencia a los Antibióticos, la comunidad médica internacional quiso alertar a la población de los múltiples peligros asociados a una mala ingesta de este tipo de medicamentos. Fernando Simón, portavoz del Ministerio de Sanidad, ya había acudido durante la semana a una de sus regulares ruedas de prensa con un pin con el símbolo que representa al movimiento. El zaragozano quiso tener unas palabras para concienciar a los ciudadanos. La OMS también se pronunció al respecto esta semana. Es una grave cuestión que debemos atajar:

“Los antibióticos salvan vidas y debemos garantizar su eficacia durante el mayor tiempo posible. Algunos pacientes graves con Covid-19 también tienen coinfecciones bacterianas y necesitan antibióticos para sobrevivir. Especialmente ahora en la pandemia, es importante que se establezcan pautas claras para prevenir el uso inadecuado de antibióticos”, aseguraron desde el organismo

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¿QUÉ HACEMOS MAL CON ESTOS FÁRMACOS? NI TANTO NI TAN POCO

Según los datos del último Eurobarómetro sobre resistencia a los antimicrobianos, el 50 por ciento de la población española piensa de forma equivocada que los antibióticos son eficaces contra los virus, el 36 por ciento cree que son útiles para tratar la gripe o el resfriado y el 5 por ciento consume antibióticos sin prescripción médica. Además, alrededor de un 20 por ciento de los pacientes que acuden a la farmacia solicitando un antibiótico, lo hace sin aportar una prescripción médica. Conceptos erróneos que nos empujan a un consumo equivocado de los mismos.

Está claro que, en general, la población los usa mal, bien sea por exceso o por defecto. Un ejemplo del uso insuficiente de antibióticos sería usarlos durante un tiempo breve o en dosis bajas; comprarlos de baja calidad o con una potencia insuficiente. El consumo excesivo estaría evidenciados en una prescripción exagerada de los mismos o su utilización para atacar enfermedades contra las que no podrían hacer nada.