La infancia son poco más que recuerdos. Una vez que superamos aquellos años mágicos, felices, nos quedan impregnados en la mente fogonazos, imágenes sueltas. Un día en la playa, un cumpleaños, la casa de los abuelos…La memoria, a edades tan tempranas, no tiene el desarrollo suficiente para hilar grandes relatos u ordenar acontecimientos. Es como abrir una caja llena de fotografías. Te vas encontrando cosas, sin saber muy bien a qué corresponde cada una.
Y dentro de esa caja de fotografías nos encontraremos seguro con objetos. Objetos que tal vez no recordamos dónde haberlos visto, cuando, ni con quien. Pero recordamos su forma, nos son familiares los colores, unas letras…Forman parte, en definitiva, del nebuloso paisaje de la memoria infantil.
Cada generación atesora en su memoria un paisaje singular, poblado de especies únicas. Nuestros abuelos recordarán aquellos primeros televisores, nosotros las game boys antiguas, los tamagotchi…Aquí va un viaje por esos objetos que se nos quedan impregnados en los recuerdos de infancia.
4Game Boy
La primera Game Boy de la historia la presentó Nintendo en abril de 1989. La primera tirada, de más de 300.000 unidades, se vendió en un abrir y cerrar de ojos. Supuso toda una revolución en el mundo del entretenimiento y de los videojuegos. Todos los niños querían tener una, y no había carta a Papá Noel o a los Reyes Magos en la que no se leyese, con una letra temblorosa, “me he portado muy bien y pido una Game Boy”.
Vista desde el presente, las viejas Game Boy se nos antojan como unos aparatos feos, casi como si fuesen ladrillos con botones. Y así era, desde el punto de vista del diseño. Pero aquello también tenía sus virtudes, al margen de las horas de diversión que nos proporcionaba. Y es que la batería de una Game Boy duraba muchísimo más que la de nuestros móviles.