Cheiw, Bubbaloo, Bang Bang y otras marcas de chicles que nos volvían locos

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Si tan cierto es que el azúcar pica los dientes, los niños nacidos entre los 70 y 80, la llamada generación de la EGB, estaría prácticamente sin dentadura. Por aquellos años, las golosinas se compraban de a duro y no había tanta variedad como hay ahora.

Eso sí, los padres eran más permisivos y con la paga del fin de semana podías hartarte a comprar chicles de todo tipo, desde los Cheiw, Bang Bang, Boomer, las barras de labios o incluso algunos que a día de hoy siguen existiendo como los melones o los Kojak, que tenían 2×1, caramelo en palo y chicle dentro.

Hacemos un repaso a todos esos chicles de la infancia que no acabaron con nuestros dientes y que a día de hoy suponen un grato recuerdo de tiempos mejores.

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Bubbaloo

Los chicles Bubbaloo eran también de los más famosos de la tienda, aunque no eran españoles. Venían de Estados Unidos y la característica que los hacía especiales era que estaban rellenos de crema por dentro. Eran chicles redondos que al igual que los bombones rellenos, al morderlos, una explosión del caramelo que fuera dentro te inundaba la boca.

Quizás los más mayores no hayan disfrutado de estos Bubbaloo, pero los que tienen de 35 para abajo seguro que alguna vez los han podido degustar. Lo malo que tenían es que aparte del líquido interior, no tenían demasiado sabor, además eran muy grandes y en seguida se hacían bola y había que tirarlos.

Los Bubbaloo dieron lugar a la creación de otro tipo de chicles que actualmente se venden y que tienen distintas formas como pelotas de fútbol o pelotas de tenis, barriles de madera, etcétera.