Aunque muchos piensan que el mundo se creó en 1990, bien es cierto que esta no es la realidad y que antes, mucho antes, de ese año, el hombre ya existía. No solo existía, si no que hacía cosas bastante interesantes. Quizás esas cosas, ese arte, visto con los ojos de hoy, sea políticamente incorrecto, pero aun así es arte y bonito.
Un dicho muy común es que el cine es el séptimo arte y es conveniente entender la época en la que están hechas las películas, los cánones sociales y la historia que cuentan. Hoy os traemos una serie de películas clásicas que querrás volver a ver, aunque los millenial te lo pongan difícil y se quejen por todo lo que aparece en ellas.
Lo que el viento se llevó, Centauros del Desierto, Tarzán de los monos y algunas otras son pelis clásicas a revisionar que os mostramos en esta lista
Lo que el viento se llevó (1939)
Justo antes de que comenzara la II Guerra Mundial, se estrenó una de las mejores películas de la historia y de las más galardonadas por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas: Nada menos que 8 Óscar de las 13 categorías a las que estaba nominada. Otro de los hitos es que Hattie McDaniel ganó el primer galardón a una actriz de color.
La historia de Lo que el viento se llevó nos sitúa en la Guerra Civil Americana, allá por el siglo XIX, entre los años 1861 y 1865. Una historia romántica que muestra todo lo que rodeaba a aquella sociedad, entre otras cosas la esclavitud.
La esclavitud se abolió en 1863 legalmente, pero los esclavos negros en muchos lugares siguieron siendo propiedad de sus dueños. La historia no es tan bonita como podría ser en nuestra imaginación, pero a pesar de que a los millenial no les guste, la esclavitud existió y es negativa, pero no ocurre nada por mostrarla en una película de hace 90 años.
Centauros del desierto (1956)
El tándem John Ford como director y John Wayne como protagonista nos da uno de los mejores Westerns que se ha hecho en la historia. El argumento comienza con un joven John Wayne regresando a su casa tras haber luchado en la Guerra de Secesión Estadounidense, esa de la que hemos hablado antes en Lo que el viento se llevó y que muchos pensarán que solo ha sucedido en el cine.
Al poco de llegar a su casa, unos indios comanches asesinan a la familia del protagonista y secuestran a su sobrina comenzando así una historia de persecución y venganza contra los comanches que ha quedado como icono del género e inspiración para otras cintas.
Se imaginará el público que, en Estados Unidos en aquella época, la disputa de la tierra entre los nativos y los occidentales no era a base de regalarse flores. Es más, esta película pone a los pobres indios como si fueran el peor de los villanos, cuando en la realidad fueron exterminados cruelmente. Pero bueno, para algunos siempre es mejor la corrección política que una historia de ficción.
Tarzán de los monos (1932)
Johnny Weismuller es el prototipo de hombre blanco, cis y heterosexual. Además de esto, fue campeón de cinco medallas de oro olímpicas y protagonista de Tarzán de los monos. Junto a Chita, Tarzán protagonizó una serie de películas que hizo que Weissmuller se convirtiera en un ídolo juvenil (de aquella juventud, claro).
Tarzán viene a ser lo que Mowgli en el Libro de la Selva, un niño perdido en África que ha sabido entender a los monos y que se desplaza de liana en liana con su famoso grito. Una expedición encuentra a Tarzán en medio de la selva. Éste conoce a Jane y se enamora de ella. Posteriomente la salva de ser asesinada por una tribu salvaje.
¿Se imaginan a un varón blanco, heterosexual y cisgénero a día de hoy siendo el rey de los monos de África, y raptando a una jovencita de la cual se ha enamorado? En cuanto los agentes de la ley estuvieran rodeándole para detenerle pediría el ‘Habeas Corpus’ sin duda alguna.
Muerte en Venecia (1971)
Visconti firma una genial cinta que es una adaptación de un relato corto ambientado a principios del siglo XX y que sigue las andanzas de Gustav von Aschenbach, un depresivo compositor que se refugia en Venecia para huir del agobio de Múnich.
El bueno de Gustav (dejemos el impronunciable apellido para los más puristas) se siente atraído por la belleza platónica de un joven: Tadzio. Durante la obra comienza a obsesionarse con él hasta tal punto de llegar a tener un vaivén en la playa antes de morir.
Se puede decir sin ambages que a día de hoy el bueno de Gustav estaría preso en la cárcel por acoso y delito de menores si esta historia hubiese sido real y se hubiese dado a día de hoy. Por suerte solo es ficción y nos quedará para siempre entre las mejores obras del cine italiano.
La Vida es Bella (1997)
La obra maestra de Benigni refleja sin cortapisas la crueldad del régimen nazi en una Italia ocupada. En el transcurso de la cinta vemos como el país transalpino va sufriendo diversos hechos históricos reales y cómo se va acotando cada vez más la libertad de los judíos que acaban presos en un campo de concentración.
Quizás los millenial vean esta película como un drama romántico y se sientan como el hijo del protagonista, dentro de un juego en el que deben escapar y el premio es el tanque que al final de la película salva al pequeño, pero lo que esconde va mucho más allá, el drama que sufrieron millones de familias entre los años 30 y 40.
Quizás estos jóvenes que llevan el estandarte de la libertad creen que la libertad es lo que ellos digan y lo que esté en contra de sus creencias, no es bueno y debe ser prohibido, pero algún día madurarán y podrán ver y disfrutar sin duda alguna de estas películas como lo que son, obras de ficción basadas en la realidad.
