La Institución recuerda que los rodenticidas deben usarse en lugares cerrados y no en medio de los cultivos
Estas rapaces son necesarias por el control biológico de roedores
Al encontrar una lechuza común herida llamar al 112 o al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre en el 928 35 19 70
Importante, cogerla con una toalla, meterla en una caja y no darle de comer ni beber
El Cabildo de Gran Canaria acoge en sus dependencias una lechuza hallada con un ala fracturada en un cultivo de Guía, es solo una de la decena de estas hermosas rapaces que atiende al año, la mayoría heridas tras ingerir ratones envenenados, uno de los principales factores que afectan a la supervivencia de esta especie protegida que se alimenta de roedores.
Estas majestuosas rapaces de hábito nocturno, con rostro en forma de corazón y fornidas garras son muy difíciles de ver ya que durante el día permanecen escondidas. Poseen un impresionante sentido auditivo al tener las orejas colocadas una más alta que la otra, imprescindibles a la hora de cazar porque las ayuda a ser más eficaces para dar con sus presas en medio de la oscuridad. Además, emiten una gran variedad de vocalizaciones chirriantes y estridentes, y poseen unas alas con un impecable plumaje perfectamente diseñado que las convierte en sigilosas depredadoras de ratones, siempre que no estén envenenados.
Por este motivo la Institución insular advierte a la ciudadanía del peligro que supone el mal uso de rodenticidas y recuerda que su empleo debe efectuarse en lugares cerrados como cuartos de apero o casas y no en medio de los cultivos para evitar la intoxicación de las lechuzas.
El veneno debilita los sentidos de estas aves y provoca que se encandilen con las luces de los coches, que choquen con el cableado eléctrico y caigan al suelo mal heridas sin poder volar para cazar, de tal forma que llegan a morir deshidratadas, pues toman el agua que necesita de los alimentos, y también son devoradas por gatos al permanecer indefensas en el suelo.
Tal ha sido el caso del ejemplar adulto acogido hace dos semanas en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo débil y desorientada con un ala fracturada, que corrió con la suerte de ser hallada en un cultivo en Guía.
Además del veneno, también resultan perjudicadas por las trampas de pegamento para ratones porque al ver un roedor inmóvil va a por él y queda atrapada en el pegamento.
La lechuza común se alimenta de pequeños mamíferos, aves, anfibios, lagartos e incluso insectos que ingieren enteros y luego regurgitan los huesos. Por este motivo la supervivencia de estas rapaces resulta importante, ya que su presencia ayuda a controlar las poblaciones de roedores y ejercen la función de control biológico de estas especies.
No hacen nido, así que aprovechan huecos en campanarios, azoteas, edificios en desuso, e incluso de huecos en los árboles.
En Canarias existen dos subespecies de lechuza común, la Tyto alba alba y la Tyto alba gracilirostris, siendo esta última endémica de las Islas Canarias que se encuentra en Lanzarote y Fuerteventura. En el caso de Gran Canaria estas aves se emplazan principalmente en zonas de cultivos.
En caso de encontrar una lechuza común herida hay que llamar al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre al 928 35 19 70 o al 112 y el Cabildo se encargará de atenderla y reintroducirla en el medio. Asimismo, por precaución hay que intentar cogerla con una toalla para que no haga daño con las garras, meterla en una caja y evitar darle de comer y beber.