La Oficina Federal de Investigación, el FBI por sus siglas en inglés, comenzó su actividad en 1908, y desde entonces ha investigado infinidad de casos a lo largo y ancho de Norteamérica y el resto del mundo, así que no es de extrañar que los agentes se hayan visto envueltos en investigaciones capaces de dejar con la duda al más experimentado de los sabuesos. Un aspecto a tener en cuenta es que 'los chicos de la oficina' no sólo se han dedicado a husmear casos criminales, han mirado con lupa hasta canciones de la música rock.
En esta lista recopilamos algunos de las casos más extraordinarios inspeccionados por la agencia.
Estas son las pruebas:
10El Caso de D.B. Cooper
El 24 de noviembre de 1971, un pasajero que viajaba bajo el nombre de Dan Cooper embarcó en el Aeropuerto Internacional de Portland en el vuelo 305 de la compañía aérea Northwest Orient con destino Seattle, Washington.
Cuando el avión despegó, Cooper entregó una nota a una de las azafatas. "Tengo una bomba en mi maletín. La usaré si es necesario. Quiero que se siente junto a mí", rezaba su encabezado. Entre sus reivindicaciones, el pasajero exigía 200.000 dólares y cuatro paracaídas, además de aterrizar en Seattle cuando sus deseos fueran satisfechos.
El piloto comunicó con el control del tráfico aéreo de Seattle-Tacoma para avisar de lo que estaba sucediendo en el aire, y éstos a su vez se pusieron en contacto con la Policía de Seattle y el FBI.
La agencia comenzó a recolectar billetes para cumplir con las exigencias del secuestrador, pero decidió utilizar únicamente aquellos impresos en 1969, con números de serie empezando con la letra 'L', y emitidos por el Banco de la Reserva Federal de San Francisco. Cuando le avisaron que sus demandas habían sido cumplidas, el criminal ordenó al piloto tomar tierra.
Un empleado de Northwest Orient entregó el dinero junto con los cuatro paracaídas, y a cambio Cooper liberó a todo el pasaje a excepción de cuatro miembros de la tripulación que permanecieron en la aeronave. Tras repostar en la pista, el avión se dispuso a reemprender el vuelo.
Los agentes del FBI se preguntaban por la utilidad de los cuatro paracaídas, ¿estarían destinados para los cuatro rehenes? Nunca antes se había intentado un salto desde un vuelo comercial, y los investigadores consideraban la idea, suicida.
El avión despegó rumbo a México y Cooper advirtió al piloto para que volara a baja altura y no despresurizara la cabina. Tras unos minutos, reunió a los rehenes, a los que encerró en la cabina. En el cuadro de mandos, las luces que avisaban de que una de las puertas del avión se estaba abriendo, se encendieron. Cooper había saltado.

Nunca más se supo de él. Además de algunas huellas, los agentes sólo pudieron obtener un retrato robot del secuestrador.
El FBI rastreó los billetes usados en el rescate, dando a conocer los números de serie a diferentes bancos, compañías financieras y otros negocios, sin resultado alguno.
El 10 de febrero de 1980, Brian Ingram, un niño de ocho años que estaba de pic-nic con su familia, encontró 5.880 en dólares en billetes de 20 semidestruidos. Tras su análisis se determinó que el dinero era parte del botín.
El descubrimiento respaldó la teoría del FBI de que Cooper no sobrevivió al salto, aunque, por el momento, no han conseguido demostrarlo.





