Casado alerta de posibles «cárceles a la carta con etarras» si Sánchez se apoya en independentistas

El presidente del PP, Pablo Casado, alertó este lunes de posibles «cárceles a la carta con etarras» si Pedro Sánchez se apoya en independentistas para volver a ser presidente del Gobierno y prosigue con su «mercadeo» de ceder competencias a cambio de esos votos.

En un mitin en El Sauzal, en Tenerife, Casado dejó claro que si él es presidente del Gobierno las prisiones serán gestionadas por el Estado, entre otras cosas para garantizar la igualdad y la dignidad de los funcionarios, y se acabará «mercadear» con la cesión de competencias a los nacionalistas e independentistas a cambio de su apoyo para gobernar y sacar adelante decretos.

En ese sentido, criticó las pretensiones de los independentistas catalanes de lograr una consulta de autodeterminación a cambio de apoyar a Sánchez, una vez que ya han conseguido tener a los presos por el proceso independentista en prisiones catalanas gestionadas por la Generalitat. Acusó al líder socialista de pactar con el PNV también a cambio de otras competencias, y alertó de que «el colmo sería tener cárceles a la carta con etarras» en el País Vasco.

Casado denunció que ni el presidente del Gobierno ni los ministros de Justicia, de Interior o de Política Territorial hayan dicho «ni mú» después de que a Cayetana Álvarez de Toledo estuvieran «a punto de apalearla» por querer dar una conferencia en la Universidad Autónoma de Barcelona, y que además «los socios de Sánchez» insinúen que es ella la que ha buscado problemas.

«¿Se puede llegar a mayor indignidad?», se preguntó, cargando contra «borrokas indeseables» cuyas tesis convierten a las víctimas en verdugos. «Quien busca a los problematicos y deja que le apoyen es Pedro Sánchez», concluyó, «cada uno decide con quién se alía».

Casado alertó de que en estas elecciones se decide si se garantiza la libertad de quien quiere dar una conferencia, de que a nadie le revienten el coche por ser de un partido o de poder quitar un lazo amarillo «sin que te apaleen», o se consagra el modelo de los socios de Sánchez, en el que «Otegi y los borrokas mandan más», el líder de Podemos, Pablo Iglesias, puede ser ministro del Interior o los independentistas pueden tener su consulta a cambio de una investidura.

Su propuesta, insistió, es que quien ejerce violencia callejera sea «ilegalizado», quien hace un escrache vaya a la cárcel «si el juez lo dictamina» después de una actuación de la Fiscalía o del propio Gobierno a través de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y que quien intenta chantajear a la democracia «no tiene sitio en España».

CUBA Y VENEZUELA

Casado se remitió a sus familiares que vivieron en Cuba o en Venezuela para alertar de que las víctimas de las dictaduras en esos países nunca pensaron que algo así fuera a pasar, pero cuando se empiezan a perder libertades, «a ver normal que te agredan por la calle», a considerar «lógico» que los medios de comunicación públicos estén al servicio de un partido, o a partidos que «alientan» la violencia, la consecuencia es que «la radicalidad se institucionaliza».

«Yo no quiero a radicales en el Gobierno», afirmó, justo antes de cargar contra Iglesias por enarbolar en un acto en Canarias la bandera independentista y recordar que lideraba una fundación que asesoró al régimen venezolano «en materia policial o de medios de comunicación», es decir, que quien pide ser ministro del Interior de Sánchez es «el que instruyó a la policía bolivariana» que ahora está deteniendo periodistas y aplacando protestas «con mano de hierro».

Aseguró que le daría «bastante intranquilidad» que Podemos pudiera entrar en el Gobierno, y alertó de que votar «es gratis pero puede salir muy caro» porque un proyecto en el que estén Iglesias, Torra u Otegi no es «lo mejor para el futuro de nuestros hijos».

En su intervención, Casado recordó a un «canario universal», Benito Pérez Galdós, que alertaba de que la política no se debe basar en sentimientos sino en virtudes, porque los sentimientos de cada cual pueden no coincidir con los de sus vecinos o compatriotas. Cuando la política se guía por los sentimientos de cada uno, dijo, el resultado es «el populismo, el nacionalismo o el totalitarismo». El chavismo apela a sentimientos, enfatizó, y los nacionalistas pueden apelar a los suyos para creerse «mejor que el de al lado» y acabar «siendo xenófobos o supremacistas».