Un sargento de la Guardia Civil: «Si a un ciudadano no le hemos roto una costilla, poco le faltaba»

Un sargento primero de la Guardia Civil presente en un centro de votación de Sant Martí Sesgueioles (Barcelona) el 1-O reconoció este jueves en el juicio del ‘procés’ que tras su intervención afirmó: «Si a un ciudadano no le hemos roto una costilla, poco le faltaba», tal y como quedó reflejado en las grabaciones de la cámara que portaba. «17 meses después no me consta que hubiese ningún lesionado”, aseguró, para posteriormente defender la profesionalidad de la intervención.

Asimismo, ante las preguntas del abogado de Oriol Junqueras y Raül Romeva, Andreu Van den Eynde, también asumió haberse referido a los ciudadanos como «hijos de puta”. «Cada uno libera tensiones como puede», subrayó.

Respecto al comentario que se oye en un vídeo -«metían la porra para dentro como si no hubiera un mañana»-, el testigo reprochó a la defensa que se trataba de «una conversación privada», que se produce después de la intervención. «No la puedo negar, pero no entiendo qué valor tiene», se trataba de un «momento de liberación de estrés», dijo.

Además, en los audios de las cámaras se oía «dad pinchazos», apuntó el abogado. El agente explicó que «no es dar pinchazos», sino «puntazos”, «una técnica perfectamente recogida en los procedimientos de control de masas para el manejo de la defensa». En todo caso, agregó, «no fueron puntazos, es empujar», y eso «se ve perfectamente en las imágenes».

Durante su declaración, el sargento explicó que «al llegar a la localidad lo primero que encontramos fue un bloqueo a los accesos con tractores y maquinaria agrícola», de modo que «tuvimos que dejar los vehículos unos 50 metros antes». Cuando estaban aproximándose al centro encontraron unas vallas con un cartel que decía «fiesta popular». Posteriormente, ya en la calle del centro de votación, «encontramos barricadas» y a la gente gritando «fuera, fuera» y «no pasarán». A esa altura «había una pareja de mossos que se entrevista con el jefe policial». Según lo que escuchó, «el más joven informa de que están allí solos y que no tienen capacidad de intervención, que hay niños y personas de avanzada edad, que la gente está en actitud pacífica y que en caso de que nosotros intervengamos ellos se mantendrán al margen».

Posteriormente acudieron con los mossos a hablar con los manifestantes y les transmitieron que «querían intervenir sin incidentes». Uno de ellos advirtió en un tono «un poco agresivo o amenazante: que lo sepas que no pasaréis».

Ante esta situación, continuó, y «visto que la mediación no conducía a nada, valoramos la viabilidad de intervenir o de empezar a hacer maniobras para poder acceder», ya que había “70 u 80 personas como mínimo” impidiendo el acceso. Finalmente localizaron una puerta secundaria y cuando trataban de acceder «se abalanzó la masa hacia nosotros, intentando rebasarnos; sufrimos de todo».

Los agentes que estaban formando esa barrera «estaban absolutamente incapacitados para defenderse, recibieron patadas, rodillazos, puñetazos…», dijo, y de hecho, agregó, al agente que cerraba la barrera por el lado izquierdo «le agarraron la defensa, tiraron, hicieron palanca, le obligaron a flexionarse y le sustrajeron la defensa». Ambos «acabaron por detrás de la barrera forcejeando», el agente le decía «tranquilo, suelta la defensa o te detengo». Toda la intervención, relató, «fue grabada con una cámara» que él llevaba.

“UNA SILLA DE MADERA VOLANDO”

Durante esta sesión también declararon dos agentes de la Guardia Civil que intervinieron en la ‘Escola Castell’ de Dosrius (Barcelona), donde había «alrededor de 150 personas» congregadas en la puerta del colegio. El primero de ellos relató que su cometido era “darle seguridad a una comitiva judicial que tenía que entrar en el centro», de modo que «teníamos que abrir una cápsula de seguridad». Cuando llegaron a la altura de la gente concentrada, explicó, «aprovecharon para darnos golpes», pero «gracias al protector del guante no sufrí una herida más grave, aunque el protector se partió». El repliegue «tuvimos que hacerlo prácticamente retrocediendo» porque «la gente se tiraba encima de los escudos», añadió.

«Recuerdo haber visto una silla de madera volando por el aire y una botella», aunque no impactaron en ningún agente, detalló. Durante aproximadamente diez minutos recibieron diversos insultos.

A las preguntas de las defensas, negó haber visto a una persona con las manos en alto, que los abogados identificaron como el alcalde. En este sentido, también negó haber visto que algunos de sus compañeros golpearan con las defensas a los manifestantes. «Nosotros tuvimos que usar la defensa, evidentemente, pero golpes con la defensa no vi ninguno». «No me consta» y «eso no lo vi», reiteró ante las preguntas de las defensas sobre los golpes a los manifestantes. Aunque aclaró que él, en concreto, usó la defensa «para repeler los golpes y las patadas», ya que «al llegar la primera hilera estaban agarrados con los brazos y lanzaban patadas a los escudos». Estas personas resistieron así «unos cinco minutos», aunque no supo precisar, ya que «el tiempo en esos momentos no discurre con normalidad», pero descartó que fueran segundos. En cuanto a los 20 heridos registrados en el centro de votación aseguró que desconocía cómo se habían producido las lesiones. «Sé que sucedió algo con un motorista, pero desconozco de qué iba el tema», comentó.

El siguiente agente, que también estuvo en la Escola Castell de Dosrius, relató que cuando llegaron recibieron «patadas e insultos» por parte de las personas allí concentradas. «Para mí fueron horas, pero creo entender que fueron minutos», indicó. En el repliegue «vi volar por encima de la gente una silla de madera y una botella de agua», subrayó como su compañero, de modo que como «no podíamos dejar de tener contacto visual con la gente» se retiraron hacia atrás.

Durante la intervención, continuó, «fui golpeado en el antebrazo derecho», por lo que tuvo que ser atendido. En cuanto al uso de las defensas, dijo que «en mi caso la utilice para empujar y proteger la línea de seguridad», pero rechazó haber visto a sus compañeros empleando la defensa para golpear.