Media docena de guardias civiles relatan patadas en los testículos, intentos de robo de su arma y lesiones durante el 1-O

Media docena de guardias civiles declararon este miércoles en el juicio del Tribunal Supremo contra los líderes independentistas del `procés´. Son agentes que intervinieron en colegios de Callús y San Cebrià de Vallalta. Relataron patadas en los testículos, intentos de robo de su arma reglamentaria y diversas lesiones durante su intervención para cerrar los centros de votación. Las defensas trataron de demostrar que las lesiones fueron leves y que los concentrados tenían una actitud pacífica.

En primer lugar declaró un guardia civil que actuó el 1-O en la escuela pública Juventut de Callús, una población situada a unos 80 kilómetros de Barcelona. El agente relató que «había unas 300 o 400 personas rodeando el colegio, mientras que otros estaban sentados en la puerta de acceso al centro».

Estaba integrado en un segundo grupo de apoyo, que tuvo que actuar ante la dificultad que tuvo el primero para llegar hasta la puerta del centro. Relató que resultó “lesionado” con “una patada en los genitales. (…) Hubo de todo, hubo agarrones, empujones, patadas, hubo mucha resistencia…”.

El guardia civil fue asistido por la patada, “tuve una inflamación del testículo izquierdo y durante cuatro o cinco días tuve molestias, primero tuve dolores y luego molestias, pero no estuve de baja”.

Preguntado por las defensas por si vio como un agente derribó al alcalde de Callús, que es un hombre de más de 60 años, aseguró que “no”. Explicó que en su grupo no se usaron las defensas, pero sí los escudos, “para protegernos”.

“NO RECUERDO VER A NADIE LLORANDO”

El abogado de Jordi Cuixart preguntó entonces al agente si recuerda ver a personas «llorando» por la intervención de la Guardia Civil en Callús. «No recuerdo ver a nadie llorando», respondió, “gritando sí”. “¿Recuerda usted gritos de `Somos gente pacífica´?”, insistió el letrado. “Sí, si, ese grito se repetía”, admitió.

Un segundo guardia civil que intervino en el colegio El Pi Gros de Sant Cebrià de Vallalta también resultó herido durante la jornada del 1-O. Relató cómo recibieron insultos «en catalán» de un grupo nutrido de manifestantes que les esperaba con actitud «hostil».

«Me tocó evacuar a la gente que estaba en la rampa de acceso. Un señor cogió el escudo con violencia, traccionó hacia dentro y me tiró, me quitaron el escudo, me quitaron la defensa. El resultado final es que acabé en el suelo y recibiendo patadas y puñetazos de todos los que estaban allí. Llegué a perder el casco», recordó.

El agente quedó aislado y cuando pudo rehacerse y trataba de reunirse de nuevo con su unidad recibió un puñetazo en la nuca y una patada en la espalda. Según explicó, recibió atención médica: «Tuve contusiones en los brazos y en las piernas. Había una pareja de Mossos, que no ayudaron», indicó.

Las defensas trataron con sus interrogatorios restar importancia a las lesiones de los agentes poniendo el acento en la levedad de las lesiones descritas en los informes médicos. En un momento, una de las defensas preguntó que se “arrastró y lanzó» a ciudadanos durante la intervención. «Ese no es el proceder de la Guardia Civil», contestó el agente, que negó haber utilizado su defensa: «Yo no usé la defensa, yo no vi si mis compañeros la usaban”, explicó.

En ese mismo colegio, estuvo el siguiente de los testigos, otro guardia civil que acudió al colegio El Pi Gros “a apoyar a una primera unidad que había ido a actuar al CEIP. Había unas 2.000 personas».

Relató que los manifestantes “tenían una actitud tranquila. Pero al irnos acercando se volvió hostil. Les pedimos que salieran voluntariamente, pero empezaron a silbarnos. Quisieron quitarme el escudo y me hice daño en la muñeca. Al día siguiente fui al Hospital para que me miraran la muñeca derecha».

Explicó también que «cuando llegamos había una pareja de Mossos en el centro. No nos ayudaron”. Durante toda la intervención, aseguró que la gente chillaba “hijos de puta, asesinos”. «Recibí golpes en el antebrazo derecho al ir a levantar a una persona que se echó al suelo”, continuó relatando. “Alguien por detrás me golpeó en el brazo, supongo que con la intención de que la soltara. Se me hinchó el brazo».

El cuarto de los testigos que declaró este miércoles también intervino en el colegio El Pi Gros. Éste sí reconoció haber utilizado la defensa y el escudo. Puntualizó que no la usó durante toda la intervención, pero el presidente de la sala, Manuel Marchena, le advirtió que la pregunta sólo pretendía conocer si la empleó o no. El agente explicó que recibió un golpe en el brazo. Preguntado por las defensas por si sus compañeros portaron cámara de grabación durante la intervención, dijo desconocer ese extremo.

El testigo dijo que los concentrados le llamaron «hijos de puta, asesinos, fascistas» durante toda su actuación y que en todo el tiempo que duró su presencia en el colegio no recibieron el apoyo de los Mossos.

RESISTENCIA

El siguiente testigo, otro guardia civil que estuvo en el mismo colegio, explicó que «entre la gente” que bloqueaba la entrada al colegio “había personas que se levantaron de forma voluntaria, y otras que opusieron mucha resistencia”, por lo que, «procedimos a evacuar a la gente». «En un momento recibí un golpe en el brazo, no sé cómo me dieron porque estaba girado. Creo que fue una patada porque sentí mucho dolor. Me atendieron al día siguiente en un centro de Sant Andreu. Tomé antiinflamatorios», explicó.

El sexto de los agentes que declaró protagonizó en ese mismo colegio de Sant Cebrià de Vallalta un intento de arrebarle la pistola. Explicó que en un primer momento hablaron con los congregados para intentar que se marcharan de forma voluntaria, y a partir de ese momento empezaron a recibir «patadas y puñetazos».

La tensión fue creciendo hasta el punto de que «intentaron arrebatarme el arma». «Una persona tiró del cable antihurto que va unido a la pistola y al cinturón. Me lo arrancaron, aunque hay que hacer bastante fuerza para romperlo. Después asieron el arma por la empuñadura intentando tirar de ella», pero no consiguieron sacarla porque no encontraron el «mecanismo»

Este agente fue atendido más tarde de “un hematoma del hombro al codo”. “Nos llamaron ‘fascistas, terroristas, robots, hijos de puta, somos gente pacífica'», rememoró el agente que dio cuenta de “forcejeos constantes”. Al final, “algunas personas salieron voluntariamente pero el resto a la fuerza». Durante la actuación los agentes fueron grabados con móviles por los manifestantes.