El torillo andaluz, extinto en España, se refugia en una región agrícola de Marruecos

La última población conocida del torillo andaluz (‘Turnix sylvaticus sylaticus’), especie de ave declarada extinguida en España, se encuentra en una zona de huertas de la costa atlántica de Marruecos con una extensión de apenas 4.675 hectáreas, según un estudio realizado por un equipo hispano-marroquí liderado por personal científico de la Estación Biológica de Doñana (EBD), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Sevilla.

La investigación aparece publicada en el último número de la revista ‘Global Ecology and Conservation’. El torillo andaluz es un ave endémica del Mediterráneo occidental. Hasta comienzos del siglo XX se encontraba en algunas regiones de Portugal: Andalucía (por parte de España), Sicilia (orilla norte del Mediterráneo) y Libia, Túnez, Argelia y Marruecos (área meridional).

No obstante, las últimas pruebas documentadas de la presencia de esta especie de ave en el área de Doñana se remontan a la década de 1980, por lo que recientemente se ha declarado extinguida en España. Prospecciones recientes en Argelia no han dado resultados positivos. Actualmente, el torillo andaluz se encuentra sólo en Marruecos y se considera en peligro crítico de extinción.

“Generalmente, las últimas poblaciones de especies amenazadas sobreviven en áreas remotas, en las que el impacto humano es pequeño. Sin embargo, también puede darse la circunstancia de que estas últimas poblaciones se ubiquen en áreas humanizadas. En estos casos, como el del torillo andaluz, la gestión para la conservación resulta tremendamente complicada, por estar supeditada a condicionantes sociales y socioeconómicos sin relación con la conservación de fauna y flora”, precisa Carlos Gutiérrez-Expósito, investigador de la EBD y autor principal del estudio.

Gutiérrez-Expósito indica que el estudio que ha liderado es el primero ha realizado una aproximación del número de individuos que forman esta última población del torillo andaluz, así como su variabilidad estacional y anual.

El trabajo de campo se llevó a cabo en diferentes épocas de 2011, 2014 y 2017, y consistió en buscar evidencias de la presencia de torillos en las parcelas agrícolas mencionadas, principalmente excrementos, los cuales son reconocibles por tener de color verde el urato, que en la mayor parte de las aves es blanco, pero también plumas, huellas, y ocasionalmente escuchas del canto de las hembras y observaciones directas.

FLUCTUACIONES ESTACIONALES

Las estimaciones mostraron amplias fluctuaciones estacionales durante 2017, con menor población en invierno (112 individuos) y los valores máximos en verano (719 individuos). Las veraniegas también mostraron importantes variaciones, al oscilar entre los 1.890 individuos en 2011 y 492 en 2014.

El estudio señala que la explicación a estas fluctuaciones podría deberse a que la mencionada zona de huertas está sufriendo un rápido cambio desde la agricultura tradicional hacia prácticas afines a la agricultura industrial comercial, como el uso cada vez más intenso y frecuente de herbicidas, fungicidas e insecticidas sistémicos, y una mayor mecanización de los trabajos que implica una mayor rapidez en los cambios agrícolas.

Esta zona donde sobrevive el torillo andaluz está sometida a un uso agrícola intenso y dinámico. Los ejemplares de esta especie se ven obligados a adaptar su ciclo de vida a una rápida rotación de cultivos, tendiendo a ocupar las parcelas en las que el proceso está en etapas más avanzadas, principalmente cuando las plantas se encuentran ya en flor o fructificando.

Los torillos cambian de parcela a medida que las labores de cosecha y puesta de nuevo en cultivo se van sucediendo, pero, en este contexto, los campos de alfalfa y los barbechos, que se encuentran disponibles en todas las estaciones, representan un refugio constante a lo largo del año.

Una de las consecuencias de la modernización de la región es que el cambio de los animales de tiro (burros) por maquinaria está produciendo también la disminución de las parcelas dedicadas a la alfalfa, cuya finalidad era la alimentación de dichos animales.

“La conservación del torillo andaluz depende en gran medida de que no se pierdan aquellas prácticas agrícolas tradicionales más útiles y de que la necesaria modernización agrícola en la zona se realice de forma racional”, comenta Gutiérrez-Expósito.

El trabajo concluye que todos los torillos, incluido el andaluz, son aves discretas y difíciles de estudiar, por lo que tienden a ser especies desconocidas. “La discreción de estas aves deja siempre abierta la esperanza de que pudiesen existir otras poblaciones aun no detectadas del torillo andaluz. En este sentido, sería deseable llevar a cabo un mayor esfuerzo de prospección en zonas a priori idóneas de Marruecos y Argelia”, señala Gutiérrez-Expósito.