La tensión en Girona ha alcanzado su punto más alto. Míchel Sánchez, entrenador del equipo, lanzó una advertencia que retumbó en todo el vestuario.
«Si algún jugador no se ve preparado que lo diga y estará fuera del equipo», dijo sin rodeos, dejando claro que el margen de tolerancia se agotó. Ya no hay espacio para medias tintas ni margen para lo políticamente correcto.
El técnico ha apostado por una sacudida emocional, consciente de que las fórmulas tácticas ya no alcanzan. Girona está en caída libre, y la reacción debe ser inmediata. Míchel apela a lo único que le queda: el carácter y la dignidad de sus jugadores.
1Una frase que lo dice todo
La contundencia del mensaje resume el momento que atraviesa el club. Míchel sabe que el tiempo se agota, que el discurso debe ser crudo, sin adornos. En el centro de su mensaje, hay una demanda clara de compromiso total o salida inmediata.
Su liderazgo, hasta ahora conciliador y progresista, ha mutado hacia una figura más exigente, casi paternal, que no quiere más excusas ni miradas al pasado. La frase, tan directa como simbólica, deja claro que la paciencia se agotó.