El Atlético de Madrid necesitaba una noche así. No por brillantez ni por fútbol dominante, sino porque lejos de su estadio, el equipo de Simeone había convertido cada desplazamiento en examen urgente. Eindhoven no fue excepción, pero sí un alivio.
El 2-3 ante el PSV dio tres puntos, aire competitivo y una respuesta muy simeonista: resistir también es un camino. "Alivio no, me pone contento. El equipo está trabajando bien", explicó el técnico tras el partido, en un mensaje que sonó más a convicción que a celebración.
El Atlético de Madrid se engrandece en Champions
La paradoja que acompaña al equipo volvió a aparecer. Otra vez el Atlético comenzó mandando, otra vez tuvo ventaja y otra vez el partido le exigió cerrar filas sin hundirse. En siete de sus ocho salidas de Liga, el guion ha sido idéntico: el equipo pega primero, pero no sostiene. Solo en Bilbao el marcador llegó igualado al minuto 85, hasta el gol de Berenguer.
En Eindhoven, tras un inicio notable y el 1-3 que parecía sentencia, el Atlético volvió a titubear. El PSV encontró grietas en los costados y nervio en el área. Lo que debía ser trámite acabó en supervivencia. Precisamente la imagen que Simeone intenta corregir desde agosto: la ventaja no se protege por inercia, sino por estructura.

Los números explican la sensación. Lejos del Metropolitano apenas ha sumado nueve de los 24 puntos posibles en Liga. Un 37,5%. En Champions, tres de nueve. El contraste se hace más grande comparado con casa: 28 partidos sin perder el curso pasado en su estadio, hasta el penalti de Berenguer.
Sumando el tramo final del curso anterior, el Atlético acumula 27 salidas ligueras reciente con balance irregular: 10 victorias, seis empates y ocho derrotas. En Europa la tendencia es similar: dos derrotas y una victoria en tres desplazamientos este curso.
La anomalía es tal porque la estadística histórica de Simeone dice exactamente lo contrario. Es el técnico con más victorias a domicilio en Primera división: 125 triunfos en 255 encuentros. Casi un 50%. En Champions, 61 victorias sobre 120. Cifras que avalan una era… y que chocan con el presente inmediato.
El propio Cholo lo asume: “La mayoría tiene problemas cuando juega fuera de casa y bueno, nosotros tenemos los nuestros”. La frase resume su tono: realismo, sin dramatismo.
Sorloth, por fin desbloqueado
Eindhoven también dejó señales positivas. Julián Álvarez, que vivía un desequilibrio llamativo -10 goles totales, solo uno fuera de casa- se liberó con el 1-1 que equilibró el duelo. Gol, impulso y alivio personal. "Estamos trabajando bien. Los detalles marcan la diferencia, pero hay que estar en todos”, añadió.
El caso de Sorloth era el mismo. Sus cuatro goles previos habían sido solo en el Metropolitano. En Países Bajos llegó el quinto… por fin lejos de casa. Griezmann completa el triángulo: cinco goles, todos también en estadio propio. Ayer, sin marcar, volvió a sostener desde las zonas invisibles, desgastando defensas, dando aire en cada salto.
“Nos echó una mano enorme. Arriba ganó todo y eso da respiro al equipo”, destacó Simeone sobre el noruego, elegido MVP.
Resistencia como punto de partida
El Atlético que venció en Eindhoven no resolvió sus dudas, pero sí corrigió la tendencia más urgente: no perder lo que gana. Defendió, se ordenó y no se deshizo tras el 2-3. Simeone repite desde agosto el mantra que define su lectura: falta contundencia, pero no falta trabajo.
Europa no regala contexto ni calma. Eindhoven no fue redención, fue paso adelante. El Atlético vuelve a casa con algo más que tres puntos: un indicio. El de que el equipo, por primera vez en semanas, supo ser visitante… sin derrumbarse.
- Más información: Julián Álvarez, irreconocible lejos del Metropolitano para el Atlético.







