El Mundial de F1 llega al último capítulo en Abu Dhabi con un guion que nadie habría imaginado en marzo. Tres pilotos con opciones matemáticas, un McLaren que ha sido el coche más fuerte del año pero que se ha complicado la vida en el momento decisivo, y un Verstappen que vuelve a aparecer en el retrovisor justo cuando la tensión sube y el margen de error desaparece.
Abu Dhabi decidirá todo, como en aquel 2021 que cambió la historia reciente del campeonato. Esta vez, sin la rivalidad feroz de Hamilton frente a Max, pero con un escenario igual de cargado.
Norris llega líder a Abu Dhabi, pero solo con 12 puntos de ventaja
Lando Norris aterriza en Yas Marina como líder. Son solo 12 puntos de ventaja con Verstappen y 16 sobre Piastri, pero sigue siendo el que manda. Y lo más importante: es el único que lo tiene en su mano. Si sube al podio, da igual lo que ocurra detrás. Ese podio sería su salvavidas, su red de seguridad y su forma de cortar de raíz cualquier intento de Verstappen por darle la vuelta al campeonato.
La historia del año invita a pensar que es posible. Norris ha sido el piloto más regular de este Mundial de F1, el que menos errores ha cometido y el que mejor ha aprovechado el rendimiento de un McLaren que, salvo momentos muy concretos, ha sido una referencia. Pero también es cierto que el equipo llega tocado después del desastre estratégico en Qatar, donde la decisión de dividir tácticas entre él y Piastri acabó dejándolos a ambos sin la victoria que necesitaban para llegar a Abu Dhabi con margen real.
Verstappen, obligado a ganar y a mirar hacia atrás
Ese fallo ha reactivado a un Verstappen que no se rinde. El neerlandés llega con una misión clara: solo le vale ganar. No es una metáfora, es literal. Si quiere salir tricampeón otra vez en Yas Marina, Max tiene que rematar la temporada con una victoria y, además, necesita que Norris no pase del cuarto puesto.
Si el británico acaba tercero o mejor, por mucho que Max cruce la meta primero, no le darán los números. La distancia de 12 puntos es pequeña, sí, pero obliga a Verstappen a rozar la perfección. Y a esperar un tropiezo del líder.
La situación de Piastri es la más dura
La ecuación de Piastri es todavía más dura. El australiano ha hecho un año brillante, quizá el más sólido desde que debutó, pero llega demasiado justo de puntos y con demasiadas condiciones que se tienen que dar. Necesita ganar, necesita que Norris quede fuera del top-6 y necesita que Verstappen no pase del tercero. Son demasiados "y si…". Tanto, que en McLaren ya hablan de él como un aspirante a la espera de un milagro. No está eliminado, pero su camino al título parece más una teoría matemática que una opción deportiva real.
Lo que sí está claro es que McLaren llega dividido. Hablamos de un piloto con la ventaja y otro al que las cuentas lo dejan casi fuera. Y al otro lado, un Verstappen que se encuentra cómodo en los escenarios decisivos, que conoce bien cada curva de Yas Marina y que, por primera vez en mucho tiempo, se ve obligando a atacar sin margen, sin calculadora y sin especular.
La última vez que tres pilotos llegaron vivos al final fue hace más de una década. Eso ya convierte este cierre en algo especial. Pero además está el contexto: un campeonato apretado, un equipo que puede ganarlo todo o perderlo en un par de decisiones y un Verstappen que no sabe ir a medio gas.
Por tanto, Norris será campeón si está en el podio, también si es cuarto y Verstappen no gana, y en cualquier escenario en el que Max no le recorte más de 12 puntos. Verstappen necesita ganar sí o sí y rezar para que Norris no sea cuarto o mejor. Y Piastri… necesita que el mundo se alinee. Yas Marina lo resolverá todo. Esta vez, otra vez, en la última vuelta del año.
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