LeBron James ha vuelto a demostrar que no hay barrera que no pueda cruzar. En un momento cargado de simbolismo, el alero de los Lakers protagonizó una ceremonia icónica justo antes de disputar su primer partido de la temporada: llenó sus manos de talco, levantó los brazos y recibió una ovación atronadora ante más de 20.000 personas en el Crypto Arena.
Con 40 años -cumplirá 41 a finales de diciembre-, LeBron James ha comenzado oficialmente su 23ª campaña en la NBA, una cifra sin precedentes en la historia de la liga. Hasta ahora, nadie había llegado tan lejos: su trayectoria sobrepasa el récord anterior, que estaba en manos de Vince Carter.
El regreso de LeBron James revive la magia
Claro que el arranque de la temporada no fue como siempre. LeBron James se perdió los primeros encuentros por un problema físico (una ciática), pero eso no evitó que su regreso fuese memorable. Cuando por fin saltó a la pista, su presencia se hizo notar. En su vuelta anotó 11 puntos, repartió 12 asistencias y agarró tres rebotes, todo ello en apenas 30 minutos sobre el parquet.
No es solo una cifra más. Sus 23 años en la NBA simbolizan una longevidad pocas veces vista, y refuerzan su estatus como uno de los jugadores más consistentes y determinantes de todos los tiempos. En una liga donde muchos ya han colgado las zapatillas, él sigue batallando.
Más allá de los números y de los récords que marcan titulares, lo verdaderamente importante sigue estando en la pista. LeBron James volvió a recordarlo en cuanto puso un pie sobre el suelo. Su impacto no depende únicamente de las estadísticas que deja al final de cada noche.

Se nota en cómo respira el partido, en la manera en la que levanta a sus compañeros y en esa energía que solo tienen los jugadores que saben manejar el pulso de todo lo que ocurre a su alrededor. Desde el calentamiento se intuía que no era un regreso más, había una carga emocional que se podía sentir incluso desde la grada.
'LB' alarga su historia en la NBA
Este momento llega, además, en una fase muy simbólica de su carrera. No hace falta que nadie lo diga para que se note que se acerca a un territorio desconocido, ese en el que los grandes empiezan a ver de cerca el final del camino. Algunos analistas apuntan que esta temporada puede ser decisiva para él y para su futuro en los Lakers, ya que es la última que tiene firmada. Pero la pista cuenta otra historia completamente distinta.
Lo que está haciendo ahora no se reduce a coleccionar marcas. Está dando forma a un capítulo inesperado de un legado que muchos daban por cerrado. Si la NBA fuera un libro infinito, LeBron James sigue escribiendo el suyo con letras que no se borran, y cada noche deja claro que aún no ha aceptado que el tiempo sea quien cierre su historia.
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