La insólita medida considerada por la emérita, conocida como "Operación Farinelli", salió a la luz en el último episodio del polémico pódcast 'Corinna y el Rey'. Según afirma el excomisario José Manuel Villarejo, la reina emérita, Sofía, fue convencida por Zarzuela para autorizar este tratamiento cuando la relación del rey Juan Carlos I con Corinna Larsen se había convertido en un problema de Estado.
La cosa va así. José Manuel Villarejo explica en el pódcast que: "Intentaron castrarlo artificialmente para que dejara de tener relaciones con la señora Larsen, una cosa gravísima". Le pusieron a esto el nombre de Operación Farinelli, que hace referencia a ese famoso castrati italiano del siglo XVIII conocido por su voz aguda.
Lo que ha alarmado y generado polémica es que haya sido la propia emérita quien autorizara llevar a cabo este procedimiento. El excomisario asegura que fue el entonces director general del CNI, Sanz Roldán, quien convenció a la reina Sofía para que firmara el consentimiento.
La vida privada de Juan Carlos I preocupaba a la Casa Real

Esta decisión no fue una intransigencia de la reina Sofía, habría sido la fama de mujeriego de Juan Carlos I lo que haría que ella accediera a firmar el consentimiento. Hablamos de décadas donde las infidelidades del exrey eran un secreto a voces. Mantenía relaciones con todo lo que se movía: desde presentadoras y actrices hasta prostitutas de lujo que, aparentemente pagaba con dinero público, según expresa EN Blau.
Lo contaba Pilar Eyre hace tiempo. Decía que desde Zarzuela habían organizado esta operación para controlar sus impulsos. La idea era administrarle hormonas femeninas para reducir su deseo sexual. Pero mira por dónde, el efecto fue justo el contrario. El emérito seguía con el mismo apetito, hasta el punto de que se sometía a tratamientos con testosterona para mantener el vigor.
Durante años, la reina Sofía habría estado ajena a lo que realmente ocurría con Juan Carlos I. O quizá prefería no saberlo. Sin embargo, lo que cambiaría el pensamiento de Sofía sería la confesión de su propio hijo, el entonces príncipe Felipe, le contó que Bárbara Rey visitaba con frecuencia el palacio, según fuentes consultadas por EN Blau y El Español. A partir de ese momento, su relación marital se fracturaría. Habrían dejado de compartir dormitorio y su vida en común se redujo a la fachada institucional.
Los testimonios sobre su obsesión sexual

Hay declaraciones sobre el apetito sexual de Juan Carlos I que ponen los pelos de punta. El ex coronel Amadeo Martínez Inglés llegó a afirmar que Juan Carlos I participaba en encuentros íntimos de carácter extremo. Confesó que la mayoría de sus amantes eran trabajadoras del sexo de alto nivel, muchas extranjeras, seleccionadas por sus características físicas.
"Este hombre necesitaba mujeres más que el aire que respiraba".
Según diversas fuentes citadas por los medios mencionados, incluso en sus últimos años mantenía su vitalidad y ese deseo insaciable. Hasta se rumorea que se sometía a tratamientos de rejuvenecimiento en clínicas de Barcelona para poder seguir con ese ritmo de vida íntima.
No obstante, a pesar de sus múltiples encuentros, parece que el caso con Corinna Larsen sería la gota que colmó el vaso. En el pódcast, ella misma cuenta cómo intentaron destruirla cuando se negó a volver con el rey: "O regresas con el Rey o devuelves el dinero". Se referían a los 65 millones de euros que Juan Carlos I le había regalado.
Pero lo más fuerte de la situación es lo de su hijo. Corinna reveló que su primogénito, que entonces tenía 14 años, habría sido manipulado a través de un grupo de WhatsApp llamado 'La Manada' donde estaban sus dos exmaridos y otras personas cercanas al rey. "Es fácil manipular a un chico", dice con amargura.
Las consecuencias que siguen hasta hoy

Ese episodio del pódcast llegó justo cuando se conoció que el Tribunal de Apelación de Inglaterra corroboraba la inmunidad del emérito para los hechos cometidos antes de su abdicación. O sea, que solo podría ser juzgado por lo que hiciera después de 2014.
Mientras, la figura de Juan Carlos I sigue generando polémica. Desde sus supuestos negocios ilícitos con su primo Álvaro Orleans de Borbón, hasta esta revelación sobre las hormonas por sus excesos sexuales. Todo pinta un retrato bastante turbio de quien fuera rey de España. Pero como bien dice Villarejo en el pódcast, en Zarzuela "consideraron que era una cuestión de Estado fastidiarle su libido".