La música tiene una ventaja importante como medio artístico: La posibilidad de crear obras con una inmediatez que no permiten el cine o la pintura. Aun así, en ocasiones una obra requiere envejecer para crecer en su importancia, entre ellas está ‘Kid-A’ de Radiohead, un disco que 25 años después se muestra como la advertencia clave de su compositor, como uno de los picos creativos de una banda con varios, y como un trabajo que ya avisaba de la paranoia permanente en la que se vive en tiempos de Inteligencia Artificial y polarización global, que se traducen igual en un balazo contra Charlie Kirk como en la cancelación de un evento deportivo.
Grabado en 1999 y lanzado en el año 2000, el disco significó un nuevo paso para Radiohead en muchos niveles. Los de Oxford debían haber estado celebrando ‘Ok Computer’, todavía su mayor éxito comercial y uno de los grandes discos del rock de los 90, pero la realidad era muy diferente. El éxito terminó de afectar la ya ansiosa cabeza de Thom Yorke, vocalista y principal vocalista del grupo, y al mismo tiempo el grupo empezaba a alejarse de los sonidos de guitarras y teclados orgánicos de sus tres primeros discos.
El propio Yorke ha asegurado que se sentía cansado de la «mitología del rock n’ roll», asegurando que el género había llegado hasta donde podía llegar. La banda dejó de lado los discos de Pink Floyd, y R.E.M. que inspiraron la construcción de su disco anterior, revelando, de nuevo, contra su propio éxito y de la mano de la producción de un Nigel Godrich que se ha vuelto el sexto miembro de la banda entregaron una obra que bebe mucho más de la electrónica que de cualquier disco de rock, con influencia clara de proyectos como Aphex Twins, sumado al caos controlado del trabajo de Charles Mingus o las etapas más experimentales de Miles Davis.

Rock artístico, pop tonal, electrónica, los críticos nos rompemos la cabeza intentando ubicar el trabajo de Radiohead en un género, pero la sensación que transmiten las canciones es clara: Paranoia, caos, pesimismo y, en medio de todo algo de paz, de la necesidad de moverse adelanto. Las letras fueron hechas menos en la búsqueda de la poesía como en la búsqueda de una sensación, adaptando frases y sonidos al sonido de las canciones.
LA GUITARRA HA MUERTO, LARGA VIDA AL SINTETIZADOR
Lo cierto es que si un disco avisaba que la guitarra desaparecería casi del todo de las listas de éxitos es ‘Kid A’. Johnny Greenwood, segunda voz creativa más importante de la banda y uno de los mejores guitarristas de su generación, se dedicó a buscar sonidos lejos de las seis cuerdas, atrapado por la curiosidad del sintetizador. Las baterías de Philip Selway saltan del sample, a la realidad, sin titubear, y tanto el guitarrista rítmico, Ed O’Brien, como el bajista, Colin Greenwood modificaron sus respectivas pedalera para jugar con loops infinitos y distorsiones desde su instrumento.
El resultado es un sonido diferente a todo lo que la banda había creado previamente. Aun así, hay canciones capaces de llenar estadios, sobre todo tras las reinvenciones que la banda ha realizado para interpretarlas en vivo. ‘Everything in it’s right place’ e ‘Idioteque’ son piezas clave de la lista de samples de varios artistas electrónica, precisamente por su capacidad de crear y liberar tensión, mientras que ‘The National Anthem’ pasa de una base de bajo tradicional para presentar el tema antes de explotar en una pieza explosiva y nihilista.
Aún hay un par de momentos que suenan al trabajo previo de Radiohead. ‘Optimistic’ parece un tema de ‘Ok Computer’ rescatado en el último momento, y lanzado como el sencillo «accesible» del disco, mientras que ‘How to Disappear Completely’ es una balada de guitarra acústica que suena como el último coletazo del sonido del grupo en la época de ‘The Bends’.
RADIOHEAD EN EL OJO DEL HURACÁN
Lo cierto es que la banda no solo predijo el futuro del pop y la electrónica, o el miedo a la tecnología moderna, sino también que la tensión de este disco puede parecerse a la que impregna su próxima gira. La banda ha sido señalada por su posición en cuanto a Israel y en un momento en que la violencia desatada tras el ataque del 7 de octubre de 2023, y la respuesta genocida del gobierno de Netanyahu el grupo ha vuelto a quedar en el ojo de un huracán del que no son responsables.
Se presentaron en Tel Aviv en 2017 y Johnny Greenwood, su guitarrista, está casado con la dibujante isareali Shin Katan ha trabajado con el artista israelí, Dudu Tassa, quien ha sido criticado por presentarse para el ejército israelí y su sobrino murió en la misma guerra de Gaza en 2024. La situación se tradujo en la cancelación del concierto del dúo en Bristol y Londres, debido a lo que las autoridades consideraron amenazas creíbles de violencia.
Su nueva gira, justo a los 25 años de ‘Kid A’, irónicamente está marcada precisamente por la paranoia y polarización de la que avisaron sus discos previos. Irónicamente, la única declaración oficial del grupo sobre el tema ha sido en contra de la violencia, de ambos bandos, pero también es cierto que han evitado hablar sobre la situación desde el inicio gira cuando desde el movimiento pro palestina se pide un boicot contra sus conciertos como el que vivió la reciente Vuelta de España.