Las calles de este pueblo declarado Monumento Histórico Nacional tiene calles empedradas, casas con balcones de madera, la Plaza Mayor con el Ayuntamiento y la Casa Ducal, además de las ermitas de San Antonio, Humilladero y San Blas, todo esto conforma un patrimonio arquitectónico protegido y vivo. Asimismo, la presencia del Marrano de San Antón y la gastronomía local, con platos como el cabrito cuchifrito, hornazos, embutidos y dulces típicos, hacen que cada visita sea una experiencia extraordinaria.
En España, algunos pueblos destacan no solo por su historia, sino también por la autenticidad. En Salamanca existe uno de esos casos excepcionales. Fue el primer municipio declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1940 y conserva un curioso encanto que parece detenido en el tiempo. Sus callejuelas empedradas, sus casas con balcones de madera y sus tradiciones que han permanecido en el tiempo, atraen a miles de visitantes cada año.
1El pueblo declarado Monumento Histórico Nacional posee arquitectura y tradiciones únicas

Más allá de su arquitectura y entorno natural, lo que hace especial a este pueblo declarado Monumento Histórico Nacional, es la vida que se percibe en sus plazas y calles. El escritor Miguel de Unamuno, en su obra Brianzuelo de la Sierra publicada en 1900, describía la vida cotidiana de este lugar: «Cerrando los ojos veo las negras calles de La Alberca, los balconajes de madera, los alteros voladizos de sus casas, las mujeres sentadas en el umbral de las puertas y los niños jugando en la calle, y allí, en la fuente, una moza llenando el cántaro. Y corre la vida, como el agua de un arroyo que baja de la cumbre entre guijallares. Y a las veces, el agua se enturbia, y otras, como en este verano, casi se extingue por la sequía». Casi un siglo después, la esencia que captó Unamuno permanece intacta.
La Alberca cuenta con alrededor de mil habitantes, una cifra que puede igualarse al número de visitantes que recibe en temporada alta. Su Plaza Mayor porticada es el centro neurálgico del pueblo y un ejemplo de la influencia castellana en la arquitectura de la zona. En ella destacan edificios históricos como el Ayuntamiento, que en tiempos pasados funcionó como cárcel, y la Casa Ducal.
En materia religiosa, la villa posee la iglesia neoclásica de Nuestra Señora de la Asunción del siglo XVIII, reconocible por la hornacina que alberga dos calaveras en lo alto. Además, La Alberca conserva tres ermitas: San Antonio, el Humilladero y San Blas, siendo la segunda la única ubicada dentro del casco antiguo. Las callejuelas de La Alberca están bordeadas de casas de piedra cuyas fachadas muestran escudos labrados con siglos de historia. El reconocimiento de Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1940 consolidó la protección de estas construcciones, pero La Alberca ya había llamado la atención de artistas y escritores de la talla de Luis Buñuel o Joaquín Sorolla.