El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas vive desde este domingo un caos que afecta a miles de pasajeros. La huelga indefinida convocada por los vigilantes de seguridad de la empresa Trablisa ha provocado colas interminables, retrasos significativos y situaciones insólitas.
Entre ellas, la presencia de ratas en la Terminal 1. De hecho, desde la asociación mayoritaria de la Guardia Civil, JUCIL, ha denunciado las “condiciones de insalubridad” a las que se enfrentan los agentes en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, sobre todo por la presencia de estos roedores en la zona de equipajes de la Terminal 1 y en las dependencias donde deben trabajar.
LA RUPTURA ENTRE ENTRE TRABLISA Y SUS TRABAJADORES PROVOCA RETRASOS QUE AFECTAN A MILES DE PASAJEROS EN BARAJAS
Por su parte, los viajeros que se encuentran en Barajas se han llegado a enfrentar a esperas que superan la hora y media en los controles, mientras algunos pierden vuelos y otros viven momentos de tensión que parecen no tener fin.
El conflicto comenzó después de que fracasaran las negociaciones entre Trablisa y sus trabajadores. Los vigilantes exigen mejoras salariales y compensaciones debido a la carga de trabajo, que consideran superior a la de otros aeropuertos del país.

Ante la falta de acuerdo, los empleados decidieron iniciar una huelga indefinida, dejando a AENA y a los pasajeros ante un escenario complicado. La protesta se concentra principalmente en la Terminal 4, pero los efectos se sienten en todas las instalaciones del aeropuerto.
LOS RETRASOS ALCANZAN CIFRAS RÉCORD
Los retrasos han alcanzado cifras récord. Donde normalmente los viajeros tardan unos 10 minutos en pasar los controles de seguridad, ahora las esperas superan los 90 minutos.
Esta situación ha generado indignación y preocupación entre los usuarios, muchos de los cuales llegan con el tiempo justo para sus vuelos y se ven obligados a correr para no perderlos. Numerosos pasajeros han denunciado la falta de información sobre la duración de las colas y la situación de los filtros de seguridad, lo que aumenta la frustración.
AENA INTENTA CALMAR LA SITUACIÓN, SIN ÉXITO
Tanto el domingo como este lunes, AENA ha intentado calmar la situación y ha informado que, en algunos filtros de la Terminal 4, los tiempos de espera se han reducido a entre 15 y 20 minutos. Sin embargo, estos datos no reflejan la experiencia de muchos usuarios, que aseguran que la situación sigue siendo caótica y que no hay suficiente personal para atender la demanda. Además, la huelga ha dejado al descubierto otros problemas, como la presencia de roedores en la Terminal 1, que ha añadido más alarma y desconcierto entre los pasajeros.
Aqui, la Asociación Española de Líneas Aéreas ha expresado su preocupación por el «grave perjuicio» que la huelga está provocando. Los retrasos en los vuelos no solo afectan a los viajeros nacionales, sino también a quienes conectan con vuelos internacionales, generando un efecto dominó que complica aún más la operativa del aeropuerto. Las compañías aéreas denuncian que los tiempos de espera actuales son hasta nueve veces superiores a los normales, una cifra que ilustra la magnitud del colapso.
LA FRUSTRACIÓN SE MEZCLA CON LA INCERTIDUMBRE
La protesta también ha abierto un debate sobre la responsabilidad de Trablisa y de los responsables de la gestión aeroportuaria. La empresa ha solicitado que la huelga sea declarada ilegal y ha anunciado acciones legales contra los organizadores. Por su parte, AENA insiste en que la huelga es un derecho de los trabajadores, pero admite que la falta de personal genera problemas graves para los pasajeros y para el normal funcionamiento del aeropuerto.
Entre los usuarios, la frustración se mezcla con la incertidumbre. Muchos han compartido sus experiencias en redes sociales, mostrando colas interminables, malestar por la falta de asientos y servicios, y escenas de pasajeros con equipaje pesado tratando de avanzar a paso lento por los controles. La situación ha generado también críticas a la limpieza y el mantenimiento, ya que la presencia de ratas evidencia deficiencias que se acumulan cuando el personal está concentrado en los filtros de seguridad.
El impacto económico tampoco es menor. Los retrasos provocan pérdidas para las aerolíneas, que deben reprogramar vuelos y atender reclamaciones de los pasajeros. Los comercios y servicios dentro del aeropuerto también se ven afectados, ya que la afluencia de clientes se reduce cuando los viajeros se ven atrapados en largas esperas. Además, la reputación de Barajas como aeropuerto de referencia en España queda dañada frente a los turistas internacionales que llegan con expectativas de fluidez y eficiencia.
El conflicto parece lejos de resolverse. Los trabajadores mantienen la huelga de forma indefinida, y las negociaciones no han avanzado significativamente. La única certeza es que los pasajeros continuarán enfrentando retrasos y dificultades hasta que se encuentre una solución. Algunos expertos señalan que el conflicto podría prolongarse semanas si no hay un acuerdo rápido, y que será necesario reforzar la plantilla y mejorar la comunicación con los usuarios para minimizar el impacto.
Mientras tanto, los viajeros buscan alternativas. Muchos intentan llegar con horas de anticipación extremas, otros optan por cambiar vuelos o por utilizar aeropuertos cercanos. La situación está obligando a rediseñar la forma de viajar, y pone de relieve la importancia de contar con protocolos de contingencia claros para huelgas o situaciones extraordinarias en aeropuertos de gran volumen.