De Bombones Puebla a Dulce Tentación: un siglo de chocolate madrileño (y la leyenda de la Leña Vieja)

  • El 13 de septiembre se celebra el Día Internacional del Chocolate
  • Si eres amante del chocolate, sigue leyendo para conocer de primera mano la casa madrileña que empezó como Bombones Puebla y hoy firma Dulce Tentación cien años después de la primera hornada.

    1) 1924. Cacao, mármol y paciencia

    Fabrica De Bombones Puebla

    La historia empieza en Madrid. Año 1924. Un obrador pequeño. Un maestro con oficio: Evaristo Puebla.
    No había máquinas milagro. Ni robots. Ni prisas. Solo manos. Tiempo. Cabeza fría.
    Manteca de cacao de verdad. Licor de cacao sin atajos. Termómetro de mercurio. Marmol frío.
    De ahí sale el sello de la casa. Brillo limpio. Aroma nítido. Un crac al partir que se oye y te hace sonreír.
    No vamos a colgarnos medallas. No existe “patente” con su nombre por la gran invención. Lo honesto es decirlo.
    Lo que sí está claro: desde muy pronto en Puebla se hizo y se afinó una especialidad que hoy nos define. La Leña Vieja.
    Láminas finísimas de chocolate. Superpuestas. Con vetas que parecen de madera seca.
    Rompes. Suena. La pones en la lengua. Se funde. Y ya está: chocolate bien hecho.

    Bombones Puebla. 1926

    2) 1940–1980. Oficio que no se improvisa

    Llega la posguerra. Luego los años del desarrollismo. El obrador crece.
    Se suman oficiales. Aprenden mirando. Repiten hasta clavar el gesto.
    El catálogo se abre: bombones clásicostrufas espolvoreadas, lenguas de gatopralinésgrageas.
    Las cajas viajan a confiterías, cafés y pastelerías de barrio. También a hoteles que cuidan la sobremesa.
    Y sí, gusta el sabor. Pero también la puesta en escena. Cajas sobrias. Lacre. Cintas de tela. Tarjetas a mano. Muy madrileño todo.
    La reputación no vino por slogans. Vino por repetir lo mismo BIEN cada día.
    Mismo brillo. Mismo punto. Mismo fundido en boca.
    Lo que algunos llamaban “estándar Puebla” no era frase de publicidad. Era un compromiso. Con el paladar del cliente. Con el de siempre y con el recién llegado.

    Publicidad

    3) De Puebla a Dulce Tentación. Nuevo siglo, misma alma

    Logo Dulce Tentacion

    Llega el relevo. Cambia la gestión. Cambia el rótulo. No cambia la esencia.
    Nace Dulce Tentación. Se heredan moldes, recetas y disciplina.
    Se refuerza un camino claro: servir a hoteles, caterings y pastelerías que piden fiabilidad.
    Chocolate con alma de obrador y cabeza de industria. Esa mezcla.
    Para lograrlo se invierte donde toca: templadoras precisas, controles de trazabilidad, formatos sólidos para conservar.
    Estuches que cierran bien. Envasado con atmósfera protectora cuando procede.
    Pero lo esencial se respeta. La mano del chocolatero. El criterio al escoger cacaos.
    Lo que da carácter no se automatiza. Lo demás, sí. Y gracias.

    4) Leña Vieja. Por qué engancha

    Lena Vieja. Dulce Tentacion

    Contarlo parece fácil. Hacerlo bien, ni de lejos.
    Son láminas muy finas. Negro o con leche. Templadas al punto.
    Se extienden sobre piedra fría. Se levantan y apilan en capas irregulares. Ahí está la gracia.
    La magia va en tres detalles, casi de relojero:

    • Templado impecable. Si el cristal α no pasa a β como toca, la lámina se aploma. O queda cerosa. Y adiós encanto.
    • Grosor milimétrico. Demasiodo fina, se pulveriza. Demasiado gruesa, pierde el efecto “leña”.
    • Capas vivas. No es una tableta rota. Son escamas con relieve. Rompen como una astilla y se funden rápido.

    En Madrid, la Leña Vieja es patrimonio sentimental de varias casas históricas. Es así.
    Nosotros no reclamamos primicias. Sería poco serio.
    Reclamamos otra cosa: nuestra forma de hacerla.
    Lámina un punto más afinada. Perfil de cacao pensado para que el crujido destaque.
    Acabado con brillo y una neblina suave. Señal de templado correcto en lámina muy fina.
    ¿Por qué emociona tanto? Porque suena. Ese crac mínimo. Y luego el silencio del fundido.
    Te lleva a sobremesas, a bandejas de plata, a domingos lentos. A casa.

    Maridajes sin lío

    • Negra 67 % con espresso corto. O con un cítrico amargo.
    • Con leche con té negro o un oloroso semidulce.
    • Sin azúcar (edulcorantes aptos para chocolate) para quien quiere capricho con control.

    5) No solo de leña vive el obrador

    Bombones Dulce Tentacion

    La Leña Vieja manda. Sí. Pero la casa se sostiene gracias a un equipo de clásicos.

    • Bombones praliné. Avellana tostada. Almendra marcona. Gianduja equilibrada. Cobertura fina para que se luzca el relleno. Corte limpio.
    • Trufas de receta antigua. Nata. Mantequilla. Cobertura. Cacao puro por fuera. Ese punto de mantequilla anhidra que marca diferencia.
    • Lenguas de gato. Delicadas y crujientes. Perfectas con café o helado.
    • Naranjines. Cáscara de naranja confitada con chocolate negro. Choque ácido–amargo que engancha.
    • Rocas de almendra. Fruto seco entero, tostado alto. Con leche quedan de cine.
    • Línea sin azúcar. Bombones y tabletas que no pierden brillo ni “encogido”. Bien trabajadas, sin truco.

    Regla común a todo: cobertura fina, textura cuidada, dulzor moderado.
    Más europeo que goloso. El cacao tiene que hablar primero. Y que se le entienda.

    6) El presente. B2B con alma de obrador

    Dulce Tentación sigue fiel a su base. Profesionales que piden regularidad y detalles.
    Hoteles que necesitan la misma pieza cada entrega. Pastelerías que no pueden fallar en campaña.
    Se han consolidado formatos profesionales: cajas kilo, estuches para retail, soluciones para amenities, eventos, bodas.
    Y también hay temporada. Navidad, San Valentín, comuniones.
    No por ocurrencias. Por oficio. Para lucir baños, moldes, decoraciones. Para celebrar fechas que importan.
    La fábrica funciona con una idea muy clara: automatizar lo que no aporta emoción (temperaturas, humedad, cierre) y reservar la mano para lo que sí la tiene (templar, laminar, rellenar, cerrar).
    Eso se traduce en algo poco común: consistencia industrial con firma artesanal.
    Se nota cuando abres un estuche. Se nota cuando partes una pieza. Cuando cruje, cuando huele, cuando desaparece.

    Publicidad

    7) Un relato honesto

    Dulce Tentación es la historia de muchas casas que han sobrevivido por hacer lo mismo, bien.
    Empezar con un maestro y una piedra fría.
    Crecer con criterio.
    Profesionalizar sin olvidar por qué.
    Abrirse a lo digital sin sacrificar lo que no admite atajos.
    La Leña Vieja lo resume. Parece simple. No lo es. Exige mano. Y emociona.
    Aquí no vendemos “la primera de la historia”. Ni frases huecas.
    Vendemos oficio. Continuidad. Una forma reconocible de tratar el cacao.
    Eso nos sostiene desde 1926. Y, mientras sigamos a lo nuestro, seguirá sosteniendo.

    Epílogo. Por qué esto aún tiene sentido

    El mercado grita. Todo corre. Novedades cada semana.
    Aquí proponemos otra cosa: confianza.
    El comprador profesional sabe que el bombón llega como debe: brillo justo, espesor correcto, crujido y fundido esperados.
    El cliente final abre el estuche y encuentra ese recuerdo guardado en la boca: “chocolate bien hecho”.
    El secreto es poca cosa y a la vez lo es todo: temperaturas exactas, reposos, tostados controlados, mezclas sin prisa.
    Y una convicción que no cambia: el cacao es el protagonista.

    Cien años después de la primera hornada, la casa que empezó como Bombones Puebla y hoy firma Dulce Tentación sigue templando a mano y contando su historia con respeto.
    Sin poses. Sin gritos.
    La tradición no es mirar atrás con nostalgia. Es repetir bien lo que funciona y mejorarlo donde importa.
    Ahí queda la Leña Vieja —crujiente, ligera, honesta— para recordarlo en cada bocado.
    Y si se te pega un trocito al dedo, mejor. Señal de vida.

    Publicidad