Un cargo inesperado de cientos de euros en la cuenta bancaria puede convertir la pasión por un videojuego en una auténtica pesadilla familiar. Es el susto que se llevan muchos padres al descubrir el pastel, y es que un menor ha realizado compras sin supervisión dentro del juego, dejando un agujero considerable en la economía doméstica. La primera reacción es de incredulidad y enfado, seguida de una pregunta que resuena con angustia: ¿y ahora qué hago? ¿He perdido ese dinero para siempre?
La sensación de impotencia es total, sobre todo al pensar en la dificultad de enfrentarse a gigantes tecnológicos. Parecen empresas inaccesibles, con laberintos burocráticos diseñados para que desistas, pero es posible reclamar y recuperar el dinero si se siguen los pasos adecuados. No estás solo en esta situación, y lo más importante, la ley está de tu parte. Solo necesitas conocer las herramientas y los argumentos legales precisos para defender tus derechos en este mundo de los juegos digitales.
¿POR QUÉ ES POSIBLE RECUPERAR EL DINERO? LA CLAVE ESTÁ EN LA LEY

Puede parecer una batalla perdida, pero el secreto del éxito reside en un principio básico de nuestro ordenamiento jurídico. La ley es clara al respecto, ya que el Código Civil establece que los menores no emancipados carecen de capacidad para celebrar contratos válidos por sí mismos. Una compra, sea en una tienda física o dentro de un videojuego, no deja de ser un contrato, por lo que estas transacciones digitales son, de base, anulables.
El sistema de pago no distingue la edad de quien pulsa el botón. Las plataformas asumen que es el titular adulto de la tarjeta quien autoriza el gasto, y es ahí donde radica el vicio de consentimiento, puesto que la clave es demostrar que el titular de la tarjeta nunca dio su permiso para esas compras específicas. No se trata de un arrepentimiento, sino de la ausencia total de autorización para una transacción en el juego realizada por un tercero sin capacidad legal.
EL PRIMER PASO CRUCIAL: RECOPILAR PRUEBAS Y ACTUAR RÁPIDO
El tiempo corre en tu contra y cada minuto cuenta. Antes incluso de contactar con la plataforma, tu primera misión es convertirte en un detective, porque reunir todas las pruebas de las compras y las fechas exactas es absolutamente fundamental. Haz capturas de pantalla del historial de compras en la consola o el móvil, busca los correos de confirmación que hayas recibido y señala los cargos correspondientes en tu extracto bancario. Este dossier será tu mejor arma.
No te limites a apuntar la cifra total del desastre. Es vital que documentes cada uno de los micropagos, por pequeños que sean, ya que un listado detallado de cada transacción no autorizada refuerza enormemente la reclamación. Esto demuestra un patrón de gasto impulsivo y no una única compra meditada, un argumento de peso al tratar con el soporte de cualquier plataforma de juego. Cuanto más minucioso sea tu registro, más seria y creíble será tu petición.
CÓMO CONTACTAR CON CADA GIGANTE: GUÍA PRÁCTICA

Empecemos por el universo PlayStation. Si el gasto se ha producido en una PS4 o PS5, debes dirigirte a la web de soporte de Sony, pues la compañía japonesa requiere que la reclamación se haga a través de su formulario oficial de soporte para solicitar un reembolso. Necesitarás tener a mano el ID de inicio de sesión de la cuenta de PlayStation Network (el correo electrónico) y el ID online del jugador. Sé claro y conciso al explicar que tu hijo menor de edad realizó las compras en un videojuego sin tu consentimiento.
En el caso del ecosistema de Microsoft, el proceso es algo más directo. Para las compras en una consola Xbox o desde la tienda de Windows, ya que Microsoft permite solicitar el reembolso directamente desde el historial de pedidos de la cuenta asociada. Inicia sesión, ve a «Pago y facturación», busca cada una de las compras no autorizadas y selecciona la opción para solicitar una devolución. En el motivo, elige la opción que mejor se ajuste a una compra accidental o no autorizada por un menor.
GOOGLE Y NINTENDO: OTROS ESCENARIOS, MISMA LÓGICA
El móvil es a menudo el epicentro de estos gastos imprevistos. Si las compras se hicieron en un juego descargado de la Play Store de Google, ya que Google Play tiene un proceso específico para denunciar cargos no reconocidos realizados por un familiar. Puedes solicitar el reembolso directamente desde el historial de pedidos de la tienda, pero si han pasado más de 48 horas, deberás usar un formulario más detallado para compras no autorizadas, argumentando siempre la minoría de edad.
Otras compañías como Nintendo son conocidas por tener políticas de devolución más estrictas, pero no por ello debes darte por vencido. Aunque su sistema no sea tan flexible, el argumento legal sobre la incapacidad contractual del menor sigue siendo perfectamente válido y debes exponerlo en tu contacto con su servicio de atención al cliente. Lo mismo ocurre con plataformas de PC como Steam o Epic Games, donde el primer paso es siempre abrir un «ticket» de soporte con toda la documentación recabada para tu videojuego.
EL ARGUMENTO DEFINITIVO: QUÉ DECIR Y CÓMO DECIRLO

Ya sea en un formulario o en un correo electrónico, tu mensaje debe ser firme, educado y directo. Expón los hechos sin rodeos: tu hijo, menor de edad, ha realizado una serie de compras sin tu permiso, y el núcleo de tu mensaje debe ser la solicitud de nulidad del contrato por falta de capacidad del menor. Adjunta todas las pruebas que has recopilado y solicita el reembolso íntegro del dinero a la tarjeta con la que se efectuaron los pagos. No te olvides de citar la edad concreta de tu hijo.
Esta desagradable experiencia debe servir, sobre todo, para prevenir futuros incidentes. Mientras esperas una respuesta, explora las opciones de la consola o el dispositivo móvil, puesto que activar los controles parentales es la mejor herramienta para evitar futuros disgustos con cualquier videojuego. Puedes establecer contraseñas para cada compra, límites de gasto o incluso bloquear las transacciones por completo. Es la única forma de garantizar que la diversión no acabe convirtiéndose en un problema financiero que enturbie la paz familiar.