La veterinaria es una rama del ámbito sanitario muy demandada por los amantes de los animales, pero también se trata de una especialidad con la que los que trabajen como veterinarios se puede lograr una importante carrera profesional.
Dentro del ámbito del diagnóstico y tratamiento de mascotas y otros animales, existen diferentes categorías profesionales y niveles de experiencia que pueden suponer grandes cambios en cuanto a la retribución y que recoge el convenio colectivo del sector.
Claro que a pesar de que España ha logrado recuperarse de la crisis de 2008, algunos sectores del mercado laboral siguen siendo inestables, y la formación de los veterinarios es una de ellas. Y lo que genera es un desajuste entre las expectativas profesionales de los jóvenes y las oportunidades disponibles.
LA PRECARIEDAD LABORAL SE CEBA CON LOS JÓVENES VETERINARIOS
En primer lugar, para ejercer profesionalmente como médico veterinario, es necesario haber completado la formación universitaria de grado, y en ocasiones conviene contar con una especialización en un área concreta si se quiere dedicar esta.
Sin embargo, existen otras profesiones dentro de la rama, como los puestos de auxiliar o perfiles no sanitarios, a los que se puede acceder sin contar con este título.

De todas formas, Veterinaria sigue entre las carreras peor pagadas a un año de terminar la carrera, superando solo a titulaciones como Relaciones Internacionales, Traducción e Interpretación, Estudios y gestión de la cultura, Publicidad y relaciones públicas y Geología, entre otras.
LA DE VETERNIARIA SIGUE SIENDO UNA DE LAS CARRERAS PEOR PAGADAS
Por otro lado, en cuanto a los cuatro años tras finalizar la carrera de Veterinaria, la base anual de cotización se sitúa en 26.679,23 euros, algo por encima de los 25.288,98 que se registraron en el año anterior.
Veterinaria continúa estando muy por debajo de la media nacional, que en el primer año es de 22.868,08 euros y el cuarto año de 30.976,11. La comparación es especialmente marcada si se compara con otras profesiones sanitarias como la Medicina.
Asimismo, la ocupación laboral ha eclosionado en el sector en el último año. De los 27.200 veterinarios registrados a finales de 2022, se ha pasado a 36.500 en el último trimestre de 2024, lo que supone un incremento del 34%, según refleja la Encuesta de Población Activa (EPA).
EL SUELDO DE LOS VETERNIARIOS SE SITÚA MUY POR DEBAJO DE OTRAS PROFESIONES SANITARIAS
La quinta subida más alta en porcentaje de las 87 secciones que recoge el Instituto Nacional de Estadística (aunque las dos primeras tienen una representación minoritaria con apenas 2.000 trabajadores cada una). El dinero invertido por trabajador en las actividades veterinarias, sin embargo, es de unos 1.500 euros mensuales, una cifra relativamente baja si se compara con la media de las actividades sanitarias, que es de 2.914.
Con este panorama, hay veterinarios recién graduados que se encuentran con condiciones precarias: jornadas laborales de más de 12 horas, menos de 1.000 euros de remuneración neta y semanas enteras sin ningún día de descanso. Aceptan becas en hospitales o trabajos en clínicas para tratar de abrirse hueco en la profesión. El estrés y la ansiedad se vuelven una constante.

Si bien el extenso horario laboral es uno de los causantes del elevado nivel de estrés, no es el único. Los centros de veterinaria, tanto clínicas como hospitales, son en su mayoría de titularidad privada y los propietarios de los animales se tienen que hacer cargo de los costes, por lo que cada tratamiento que se realiza tiene que estar previamente validado por los dueños.
Este proceso de negociación implica un desgaste para los veterinarios, tanto por tener que lidiar con los propietarios como por tener que aceptar que el animal no recibe el tratamiento adecuado.
Hay 15 universidades en las que se puede estudiar Veterinaria repartidas por España y el nivel de docencia es muy alto. La Universidad Autónoma de Barcelona y la Complutense aparecen siempre entre las mejores del mundo en esta especialidad.
El último curso 2024/2025 hubo matriculados 9.606 alumnos, una cifra que ha aumentado un 2,3% respecto al anterior, cuando había 9.373. Este ligero aumento, sin embargo, ha sido desigual según la titularidad de las universidades. Mientras que las públicas han bajado de 7.020 estudiantes a 6.386, las privadas han incrementado el número de matriculados de 2.353 a 3.220.