La verdadera historia de la ensaladilla rusa: ni es rusa ni llevaba mayonesa en su origen

La receta original no llevaba patata ni atún, sino ingredientes como carne de urogallo, caviar y colas de cangrejo. El plato llegó a España y se popularizó tras la Revolución Rusa, adaptándose con ingredientes mucho más humildes y asequibles.

Pocas tapas generan tanto consenso como la ensaladilla rusa, un clásico inmortal de nuestras barras y mesas de verano. Pero, ¿y si te dijera que su nombre es la primera pista de un relato lleno de secretos? Te invito a descubrir un viaje inesperado, una historia que nos lleva desde la opulencia de la Rusia zarista hasta el chiringuito de tu playa favorita, desmontando todo lo que creías saber sobre este popular plato.

La receta que hoy conocemos es en realidad el eco lejano de una creación mucho más sofisticada y exclusiva. Aquella famosa ensalada original era un manjar inalcanzable para el pueblo, y su verdadero creador se llevó el secreto a la tumba, no sin antes sufrir una traición digna de una novela de espías. ¿Estás preparado para conocer la verdad que se oculta detrás de una simple tapa de patata, atún y mayonesa?

UN BELGA EN EL CORAZÓN DE LA RUSIA ZARISTA

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Lucien Olivier no era un cocinero cualquiera, sino el propietario del Hermitage, el restaurante más lujoso y afamado de Moscú en la década de 1860. Por sus salones desfilaba la más alta aristocracia, deseosa de probar las delicias de la cocina francesa, y fue allí donde su creación del chef belga se convirtió en el plato estrella de la élite moscovita, un símbolo de estatus y refinamiento culinario que todos deseaban imitar.

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El éxito de su restaurante fue arrollador, atrayendo a la mismísima familia del zar y a los grandes intelectuales de la época. Aquel plato moscovita era la joya de la corona de su menú, una receta cuya composición exacta Olivier guardaba con un celo casi enfermizo, preparándola él mismo en un cuarto cerrado con llave al que nadie más tenía acceso, lo que no hizo más que aumentar su leyenda.

¿QUÉ LLEVABA REALMENTE LA ENSALADA OLIVIER?

Si Piensas En Patata, Atún Y Guisantes, Estás Muy Lejos De La Opulencia Que Escondía La Auténtica Ensaladilla Rusa En Sus Inicios, Un Plato Que Hoy Nos Parecería Irreconocible. Fuente: Freepik
Si Piensas En Patata, Atún Y Guisantes, Estás Muy Lejos De La Opulencia Que Escondía La Auténtica Ensaladilla Rusa En Sus Inicios, Un Plato Que Hoy Nos Parecería Irreconocible. Fuente: Freepik

La receta original de la ensalada Olivier era un despliegue de ingredientes suntuosos que reflejaban el lujo de su clientela. La base no era una simple patata cocida, sino una compleja mezcla de texturas y sabores donde se incluían carnes de urogallo y venado, colas de cangrejo, caviar negro y lengua de ternera, todo ello dispuesto de forma artística. No había ni rastro de atún o zanahoria en aquella elaboración.

El misterio no terminaba en sus ingredientes sólidos, sino que se extendía a su aliño. Olivier utilizaba una salsa que él denominaba «provenzal», y aunque contenía aceite de oliva virgen de la Provenza, su fórmula exacta era un secreto que solo él conocía, y se rumorea que incluía toques de mostaza, vinagres finos y hierbas secretas, siendo mucho más compleja que una simple mayonesa.

EL SECRETO MEJOR GUARDADO (Y ROBADO) DE MOSCÚ

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Todo cambió por culpa de la astucia de uno de sus empleados de confianza, un ayudante de cocina llamado Ivan Ivanov. Una tarde, Olivier tuvo que ausentarse del restaurante por una emergencia, y fue entonces cuando Ivanov aprovechó para entrar en el cuarto privado del chef y observar la receta, memorizando los ingredientes y el proceso de elaboración de aquel tesoro gastronómico tan codiciado por todos.

Con el secreto en su poder, Ivanov no tardó en traicionar a su mentor. Dejó el Hermitage y se vendió a un restaurante de la competencia, donde empezó a servir su propia versión del plato de Olivier bajo el nombre de «ensalada Stolichny» o «delicia de la capital». Aunque su réplica tuvo éxito, los comensales más refinados aseguraban que le faltaba «algo», el toque maestro del chef belga.

DE PLATO DE ZARES A TAPA DE BARRA EN ESPAÑA

El Viaje Que Transformó Aquel Plato De Lujo En La Tapa Que Hoy Disfrutamos Fue Largo Y Estuvo Marcado Por La Historia, Desde La Caída De Los Zares Hasta Su Llegada A La Península, Donde La Ensaladilla Rusa Encontró Su Verdadero Hogar.  Fuente: Freepik

La Revolución de 1917 provocó la huida de la aristocracia y la burguesía rusa por toda Europa, llevándose consigo sus costumbres y, por supuesto, sus recetas. Fueron estos exiliados y sus cocineros quienes dieron a conocer la ensalada por todo el continente, especialmente en Francia y España, donde la receta comenzó a adaptarse a los gustos y a los ingredientes locales, perdiendo por el camino su exclusividad.

Fue en España donde la versión moderna del plato se despojó por completo de su pasado opulento para abrazar la sencillez. El urogallo y el caviar dieron paso a la humilde patata, el atún en conserva, la zanahoria, los guisantes y el huevo duro, y la mayonesa industrial sustituyó a la compleja salsa original, convirtiendo la ensaladilla rusa en la tapa democrática y popular que todos amamos hoy en día.

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¿POR QUÉ LA LLAMAMOS «RUSA» SI SU HISTORIA ES OTRA?

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La respuesta es sencilla: aunque Lucien Olivier fuera belga, su plato nació y se hizo leyenda en Moscú, el corazón de Rusia. La ensaladilla rusa adoptó el gentilicio del lugar que la vio triunfar, y aunque la receta actual poco tiene que ver con la de Olivier, el nombre ha perdurado como un eco de su glamuroso origen geográfico, un recordatorio de que aquel plato fue en su día el orgullo de la capital rusa.

Así que la próxima vez que pidas una tapa, recuerda que no estás comiendo un plato cualquiera. En cada bocado de ensaladilla rusa se esconde una crónica de lujo imperial, secretos inconfesables, espionaje en la cocina y una revolución que lo cambió todo. Una historia fascinante que convierte a este clásico de verano en mucho más que una simple mezcla de ingredientes.



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