Un socorrista de la Costa Brava está harto de ver cómo se repite la misma escena mortal cada verano. No habla de medusas ni de cortes de digestión, sino de un error instintivo que comete casi todo el mundo cuando siente el peligro en el agua. Y es que detrás de un paisaje idílico, el mar esconde trampas invisibles que pueden arrastrarte en segundos cuando menos te lo esperas. ¿Sabrías cómo reaccionar si te ocurriera a ti?
La mayoría pensamos que a nosotros nunca nos pasará, que sabemos nadar y que controlamos la situación. Pero la cruda realidad de las playas de Girona es que este enemigo silencioso no distingue entre expertos y novatos. De hecho, la mayoría de rescates graves se producen por puro desconocimiento y pánico, transformando un día de playa perfecto en la peor de las pesadillas. La clave para evitarlo es mucho más sencilla de lo que imaginas.
¿QUÉ ES ESA TRAMPA MORTAL QUE SE ESCONDE A SIMPLE VISTA?
Imagínalo como un río dentro del mar. Es un pasillo de agua que fluye con fuerza desde la orilla hacia dentro, una especie de desagüe natural por donde el agua que llega con las olas regresa mar adentro. No te arrastra hacia el fondo, sino que te aleja de la costa. A simple vista es casi imperceptible, pero es una corriente de resaca un canal que te aleja de la orilla a gran velocidad y su fuerza es implacable.
Quien ha sentido su fuerza en una playa de la Costa Brava lo describe como una pesadilla. Estás nadando tranquilamente y, de repente, te das cuenta de que la orilla se aleja sin que puedas hacer nada. Empiezas a bracear con desesperación, pero es como nadar en una cinta de correr. En ese momento, la sensación de no avanzar pese a nadar con todas tus fuerzas es lo que desata el pánico y te lleva a cometer el error fatal.
«LUCHAR CONTRA ELLA ES EL PEOR ERROR»: LA REACCIÓN INSTINTIVA QUE TE AHOGA
Aquí está el nudo de la cuestión, el error que cada verano se repite en la Costa Brava. Cuando te sientes arrastrado, tu cerebro solo tiene una orden: volver a la orilla. Nadas y nadas hacia ella, de frente, luchando contra esa fuerza invisible. Pero es una batalla perdida de antemano. Y es que el instinto te grita que nades hacia la orilla pero solo consigues agotarte inútilmente, quemando tu energía en cuestión de minutos.
Es pura psicología de supervivencia. El pánico anula la lógica. Ves la arena, tu toalla, tu familia, y solo quieres llegar allí. No entiendes por qué no avanzas. Ese esfuerzo sobrehumano te deja sin fuerzas, aumenta tu angustia y el riesgo de tragar agua es altísimo. Lo que tu cerebro no sabe es que la adrenalina bloquea el pensamiento racional y te lleva a malgastar tu energía en una lucha perdida contra una fuerza superior.
CÓMO ESCAPAR DE LA CORRIENTE EN TRES PASOS QUE NADIE TE HA CONTADO
Lo primero y más difícil es no entrar en pánico. Respira hondo y comprende que la corriente no te hundirá, solo te alejará. Una vez asumido, olvídate de la orilla. El secreto es nadar en paralelo a la playa, hacia un lado o hacia el otro. De esta forma saldrás de ese «río» que te arrastra. Por eso, lo primero es mantener la calma y nadar en paralelo a la playa para salir del pasillo de agua que te tiene atrapado.
Una vez que sientas que ya no te arrastra, entonces, y solo entonces, puedes empezar a nadar de vuelta a la orilla. ¿Y si estás demasiado cansado para nadar? La segunda regla de oro es flotar. Hazte el muerto, boca arriba, para conservar toda tu energía. Así podrás respirar y pedir ayuda. Recuerda siempre que si el cansancio te vence déjate flotar para recuperar fuerzas y pedir ayuda con los brazos, porque un cuerpo agotado se hunde.
NO SOLO DE CORRIENTES VIVE EL PELIGRO: OTRAS IMPRUDENCIAS DIARIAS
Es la estampa típica del verano en la Costa Brava: niños y no tan niños con colchonetas, flamencos hinchables y todo tipo de flotadores. Parecen inofensivos, pero son una de las mayores fuentes de sustos. El viento de tierra, la tramontana o el garbí, los empuja mar adentro a una velocidad increíble. En un despiste, los flotadores y colchonetas son arrastrados mar adentro por el viento con una facilidad pasmosa, dejando a la persona lejos y sin fuerzas para volver.
Otro clásico son los saltos desde las rocas. Una práctica que parece divertida pero que es una auténtica ruleta rusa. Los fondos marinos de la costa gerundense son irregulares y cambian con las mareas. Un salto mal calculado puede acabar en un traumatismo grave. Si a eso le sumamos el exceso de confianza, el alcohol o las drogas, el resultado es evidente: la mezcla de alcohol confianza excesiva y desconocimiento del fondo marino es una combinación fatal.
UN VERANO PARA DISFRUTAR, NO PARA LAMENTAR: EL AVISO FINAL DEL SOCORRISTA
Cada día, estos profesionales se juegan la vida para salvar la de otros. Y lo más frustrante para ellos es saber que la gran mayoría de intervenciones podrían evitarse con un poco de sentido común y conocimiento. No son héroes de película, son personas que sufren con cada rescate. Y es que cada rescate evitable deja una cicatriz emocional en el equipo de vigilancia, que ve de cerca las consecuencias de un mal segundo.
Al final, todo se resume en una palabra: respeto. El Mediterráneo es un paraíso, un lugar para disfrutar y crear recuerdos inolvidables, pero nunca debemos olvidar que es un entorno salvaje e impredecible. Disfrutar de este rincón único de la Costa Brava de forma segura es la mejor manera de honrarlo. Al fin y al cabo, el mar siempre avisa a quien sabe escucharlo pero no perdona la imprudencia, y ese es el único secreto que debemos recordar este verano.