El verano en Vigo puede salirte mucho más caro de lo que imaginas, y no, no hablamos del precio de los helados o del aparcamiento en primera línea de playa. Ese gesto tan nuestro, tan de toda la vida, de bajar a la arena a primera hora para plantar la sombrilla y la toalla y volver tranquilamente a casa a comer, te puede costar una multa de hasta 750 euros por reservar espacio en el arenal, una sorpresa mayúscula que nadie quiere llevarse durante su escapada a las Rías Baixas. ¿De verdad te la jugarías por asegurar un sitio?
Parece una exageración, ¿verdad? Pues sigue leyendo, porque la cosa es mucho más seria de lo que la mayoría de bañistas piensa cuando visita la costa gallega. Mucha gente lo ignora o cree que es una de esas normas que nadie aplica, pero lo cierto es que la ordenanza municipal de la ciudad olívica es cristalina y la Policía Local tiene potestad para retirar los enseres y sancionar a los dueños ausentes, transformando un relajado día de sol en un auténtico quebradero de cabeza. La pregunta es, ¿cómo hemos llegado a esto?
¿LA TOALLA FANTASMA? LA PRÁCTICA QUE TE DEJA SIN UN EURO
Seguro que te suena la estampa: llegas a la playa a media mañana y te encuentras un campo de minas de toallas, sombrillas y sillas vacías, como si un ejército fantasma hubiera conquistado la primera línea. Esta práctica, que saca de quicio a cualquiera que busca un hueco libre, es precisamente lo que el Concello de Vigo quiere erradicar, y para ello la Ordenanza Municipal de Playas prohíbe explícitamente la reserva de espacio físico mediante la colocación de objetos, una medida que busca garantizar el uso equitativo del litoral.
El debate está servido, claro. Por un lado, están los que madrugan para coger el mejor sitio y defienden su derecho a dejar sus cosas para ir a tomar un café o darse un paseo. Por otro, la gran mayoría que se siente frustrada al ver metros y metros de arena desaprovechados. Lo que pocos saben es que, en el caso de las playas de Vigo, la norma no distingue si te ausentas cinco minutos o cinco horas, el simple hecho de dejar tus bártulos sin estar presente ya es motivo de sanción.
NO ES UNA LEYENDA URBANA: ASÍ FUNCIONA LA NORMATIVA

No se trata de una recomendación ni de un simple aviso para la galería, es una normativa con todas las de la ley que afecta a arenales tan concurridos como Samil o el Vao. La regulación busca evitar que las playas se conviertan en una especie de «propiedad privada» temporal para los más madrugadores, y para ello la sanción económica está catalogada como una infracción leve, pero cuya cuantía puede ascender desde una simple advertencia hasta los temidos 750 euros, dependiendo de la reincidencia.
Muchos se preguntan si esto es algo nuevo, pero la realidad es que esta medida lleva ya varios veranos aplicándose en Vigo con el objetivo de mejorar la convivencia. La clave de la norma reside en el concepto de «ocupación indebida del dominio público», ya que la playa se considera un espacio de todos y para el disfrute de todos en el momento, no un solar que se pueda reservar para más tarde. Así que la próxima vez que pienses en dejar la toalla sola, recuerda que no solo molestas a otros, sino que te expones a un buen disgusto.
LOS VIGILANTES DE LA PLAYA: ¿QUIÉN TE MULTA Y CÓMO?

La vigilancia y aplicación de esta norma corresponde a la Policía Local, que suele realizar rondas periódicas por las playas, especialmente en los días de mayor afluencia. Los agentes no aparecen de la nada para multar sin más, sino que primero observan la situación y si detectan objetos sin propietario a la vista durante un tiempo prudencial, proceden a retirarlos, depositándolos en las dependencias municipales. La multa llega después, cuando el propietario va a reclamar sus pertenencias.
Aquí es donde la cosa se pone interesante. ¿Qué ocurre si un amigo se queda vigilando las toallas de todo el grupo? En ese caso, no hay problema. La norma en esta ciudad pontevedresa persigue la reserva de espacio, no el hecho de que una persona cuide varios sitios. El problema surge cuando no hay nadie, cuando la toalla y la sombrilla se quedan como meros marcadores de territorio, ya que la sanción se aplica al titular de los objetos por una ausencia prolongada e injustificada, convirtiendo al agente en el árbitro de la convivencia en la arena.
MÁS ALLÁ DE LA SANCIÓN: LA GUERRA SILENCIOSA POR LA PRIMERA LÍNEA

La lucha por un hueco en la arena es el campo de batalla veraniego donde se enfrentan dos mentalidades: la del que planifica y madruga contra la del que improvisa y llega más tarde. La normativa de Vigo no es un capricho, sino un intento de poner orden en este caos silencioso, pues la sensación de injusticia que genera ver una playa «ocupada» pero vacía es un foco constante de discusiones, y la administración ha decidido tomar cartas en el asunto para pacificar el ambiente.
Esta medida, aunque a algunos les parezca excesiva, fomenta un uso más cívico y respetuoso de un bien tan preciado como son nuestras costas. Al final, se trata de pura empatía y de entender que tu derecho a tener un buen sitio termina donde empieza el de los demás a encontrar uno. Disfrutar de un día de verano en Vigo es un placer inmenso, y la clave está en la convivencia y en no intentar ser más listos que el resto, porque a veces, la picaresca puede acabar saliendo muy, pero que muy cara.
CÓMO DISFRUTAR DE VIGO SIN ARRUINARTE EN EL INTENTO
La solución es tan sencilla como el sentido común: si vas a la playa, quédate en la playa. Si necesitas ausentarte para comer, recoger a alguien o hacer recados, recoge tus cosas y vuelve a buscar sitio cuando regreses. Puede parecer un incordio, pero te asegurarás de que tu día de relax no termine con una visita a la comisaría y una multa en el bolsillo, ya que el objetivo final de la norma no es recaudar, sino disuadir y educar, garantizando que todos puedan disfrutar de los espectaculares arenales.
Así que ya lo sabes. Cuando prepares tu escapada para gozar de la gastronomía y los paisajes de la ciudad olívica, desde el bullicio del centro hasta la paz de las Islas Cíes, añade esta regla de oro a tu equipaje. Un día de sol, arena y mar en esta joya de Galicia es una de las mejores experiencias del verano, un recuerdo imborrable que no merece la pena empañar por un despiste. Recuerda que la mejor forma de disfrutar de Vigo es con una sonrisa, la toalla al hombro y sin dejar rastro, ni para bien ni para mal.