¿Qué pasó con Mirinda? La bebida de naranja que sabía mejor que Fanta y que un día dejó de estar en los bares de España

• Tras comprar la marca KAS, PepsiCo decidió retirar Mirinda del mercado español para no tener dos marcas compitiendo por el mismo público.
• Aunque es solo un recuerdo en España, la marca sigue siendo un éxito de ventas a nivel mundial, especialmente en países de Asia y América Latina.

La memoria tiene sabor, y para toda una generación el sabor de la Mirinda es el de los veranos de la infancia. Aquel refresco de naranja, con su color intenso y sus burbujas juguetonas, era una presencia fija en los bares de barrio, en las fiestas de pueblo y en las meriendas después del colegio. Era más que una bebida; era un pequeño ritual, y es que su recuerdo evoca veranos eternos y bares de barrio con botellines de cristal que se sudaban sobre el mostrador de formica.

Pero un día, sin hacer ruido, la Mirinda se esfumó de las neveras españolas, dejando un vacío que ninguna otra marca ha conseguido llenar del todo. Su desaparición se convirtió en una especie de leyenda urbana, un misterio que alimentaba conversaciones nostálgicas. ¿Por qué se fue si a todo el mundo le gustaba? La respuesta es compleja, y es que su desaparición del mercado español es uno de los grandes misterios comerciales de las últimas décadas y esconde una historia de estrategia empresarial.

¿QUÉ TENÍA ESA NARANJA PARA SER TAN ESPECIAL?

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Quienes la probaron lo tienen claro: no era como las demás. Tenía un punto de dulzor característico, menos ácido y quizá más artificial que su gran competidora, pero era precisamente eso lo que la hacía adictiva. No buscaba imitar el zumo de una naranja recién exprimida, sino crear su propia identidad. Y muchos la preferían porque su dulzor era más intenso y su burbuja parecía más fina que la de otras marcas, creando una sensación en boca muy particular.

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Además del sabor, su imagen era inconfundible. El logo, con esas letras redondeadas y juguetonas, y el icónico botellín de cristal retornable formaban parte del imaginario colectivo. Beber una de estas gaseosas de naranja era un pequeño placer asequible, un símbolo de modernidad en una España que se abría al mundo. La Mirinda no era solo un producto, y es que el diseño de su botella y su logo se convirtieron en un icono visual de la España de los años 70 y 80.

LA GUERRA DE LAS BURBUJAS: PEPSICO VS. COCA-COLA

En el gran tablero de ajedrez de las bebidas carbonatadas, cada movimiento cuenta. Si Coca-Cola tenía Fanta como su reina en el segmento de los sabores, PepsiCo necesitaba una pieza igual de poderosa para plantarle cara. Y esa pieza fue esta bebida de origen español que la multinacional adquirió. Por tanto, no era una batalla local, ya que Mirinda fue la apuesta de Pepsi para competir directamente con Fanta en el mercado español y arrebatarle cuota de mercado.

La estrategia funcionó a las mil maravillas. Durante años, ambas marcas se disputaron el trono del refresco de naranja en España, dividiendo a los consumidores en dos bandos irreconciliables. En muchos bares, pedir «una de naranja» obligaba al camarero a preguntar: «¿Fanta o Mirinda?». Su éxito fue tal que llegó a disputarle el liderazgo a Fanta en muchas regiones de España, convirtiéndose en una bebida popular y omnipresente en la hostelería.

CRÓNICA DE UNA DESAPARICIÓN ANUNCIADA

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A principios de los años 90, algo cambió en el panorama de las bebidas en España. PepsiCo, la propietaria de la marca, movió ficha y compró una empresa española con un arraigo local potentísimo: KAS. De repente, la multinacional se encontró con dos refrescos de naranja y limón en su catálogo compitiendo entre sí. Y el punto de inflexión fue la compra de la marca española KAS por parte de PepsiCo a principios de los 90, un movimiento que sellaría su destino.

La lógica empresarial es a menudo cruel con la nostalgia. Mantener dos marcas que se dirigen al mismo público es caro e ineficiente. KAS tenía una implantación muy fuerte en el norte de España y una identidad muy asociada a lo local. Ante la disyuntiva, PepsiCo tomó una decisión drástica. La multinacional decidió unificar su catálogo apostando por KAS y retirando Mirinda para no canibalizar las ventas, sacrificando a la marca que, paradójicamente, había sido su gran baza durante décadas.

EL FANTASMA QUE SIGUE VIVO FUERA DE ESPAÑA

Aquí viene la gran sorpresa para muchos: no está muerta, solo se fue de España. Mientras aquí la recordamos con melancolía, en decenas de países sigue siendo una de las bebidas más populares en los lineales de los supermercados. Viajar a México, a Polonia, a la India o a Vietnam es reencontrarse con ella. Y es que Mirinda es una de las marcas de refrescos más vendidas en países de Asia y América Latina, un auténtico gigante global.

La versión que se vende en esos mercados, además, ha evolucionado de una forma que aquí nunca llegamos a imaginar. Junto al sabor clásico de naranja, existen decenas de variedades: fresa, uva, manzana, piña, tamarindo… una explosión de sabores adaptada a los gustos locales. La marca sigue siendo un pilar fundamental para PepsiCo a nivel mundial, y en esos mercados existe una gama de sabores exóticos que en España nunca llegamos a conocer.

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¿PODRÍA VOLVER? LA NOSTALGIA COMO ARMA COMERCIAL

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En un mercado saturado de novedades, mirar al pasado se ha convertido en una estrategia de marketing muy poderosa. Hemos visto regresar coches, galletas y series de televisión que apelan directamente al corazón de quienes crecieron con ellas. La conexión emocional con esta bebida sigue intacta. Y el marketing actual ha demostrado que el regreso de productos icónicos genera un enorme impacto mediático y comercial y moviliza a los consumidores.

Quizás algún día PepsiCo decida regalarnos ese viaje en el tiempo y lance una edición limitada o se plantee su regreso definitivo. Sería un golpe de efecto magistral. Mientras tanto, nos queda el recuerdo de aquel refresco de naranja y la certeza de que algunos sabores se quedan anclados al alma para siempre. Porque al final el sabor de la Mirinda es el sabor de un tiempo que ya no volverá, y eso, quizás, es lo que la hace tan especial.

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