La ‘vibración fantasma’ del móvil en el bolsillo es esa extraña sensación que te hace llevarte la mano al pantalón, convencido de haber recibido una notificación, para descubrir que no ha pasado absolutamente nada. No estás solo, no te estás volviendo loco. De hecho, este fenómeno es una alucinación táctil increíblemente común en la era digital que afecta a la mayoría de los usuarios. Es un tic tan extendido que la ciencia ya le ha puesto nombre y ha encontrado una explicación fascinante que revela mucho sobre cómo nuestro cerebro se adapta a la tecnología.
Esta sensación no es un fallo de tu smartphone, sino una jugada maestra de tu propia mente. Es un truco que nos hace el cerebro, una respuesta aprendida que demuestra hasta qué punto hemos integrado la tecnología en nuestra percepción del mundo. Y es que nuestro cerebro se ha vuelto tan sensible a las posibles alertas que prefiere generar una falsa alarma a arriesgarse a perder una llamada o mensaje importante. Antes de culpar a tu teléfono, prepárate para descubrir por qué el verdadero responsable de esa vibración imaginaria está dentro de tu cabeza.
3LA CULPA ES DE LA CORTEZA SOMATOSENSORIAL

Si queremos ser más precisos, el epicentro de este engaño sensorial se encuentra en una región del cerebro llamada corteza somatosensorial. Esta área es como un mapa de nuestro cuerpo que procesa toda la información táctil: presión, temperatura, dolor y, por supuesto, vibraciones. La zona que corresponde a nuestras piernas y caderas está constantemente recibiendo “ruido” sensorial de bajo nivel. Lo normal es que el cerebro ignore estos estímulos irrelevantes, pero cuando el cerebro está en estado de alerta esperando una notificación, este “ruido” de fondo puede ser malinterpretado como una vibración del móvil.
Es un clásico caso de “falso positivo”. Nuestro cerebro, en su afán por ser eficiente y no perderse nada importante, prefiere equivocarse y generar una falsa alarma a pasar por alto una señal real. Es un mecanismo de supervivencia evolutivo aplicado al mundo digital. Desde un punto de vista cerebral, es más seguro y eficiente generar una falsa alarma que arriesgarse a ignorar una llamada o un mensaje que podría ser urgente. El coste de equivocarse es bajo (un rápido vistazo al móvil), mientras que el coste de no enterarse podría ser alto. O al menos, eso cree nuestro cerebro.