Especial 20 Aniversario

Un chef con estrella Michelin lo confiesa: el secreto para unas croquetas ultra cremosas no está en la bechamel, sino en este paso que todos olvidan

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Las croquetas son mucho más que una simple tapa en nuestra gastronomía, representan un pilar de la cocina afectiva y un termómetro infalible para medir la calidad de un bar o un restaurante. Todos guardamos en la memoria el sabor de las que preparaba nuestra abuela, y es que detrás de su aparente sencillez se esconde una elaboración que roza la alquimia, una receta que pasa de abuelas a nietos como un tesoro familiar y que genera debates tan acalorados como los que suscita el fútbol. La búsqueda de la cremosidad perfecta nos ha obsesionado durante generaciones, llevándonos a experimentar con todo tipo de leches, mantequillas y proporciones en una cruzada sin fin por alcanzar el ideal.

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Esta incesante persecución del santo grial de la bechamel nos ha hecho pasar por alto un detalle crucial, un secreto a voces en las cocinas de la alta restauración que ahora ve la luz. La clave para que las croquetas queden sublimes, con ese interior casi líquido que se desparrama en la boca y una cobertura dorada y resistente, no reside únicamente en la masa. Existe un paso, un gesto técnico a menudo olvidado o mal ejecutado, que lo cambia absolutamente todo, la frustración de ver cómo se abren en la sartén y se desparrama el relleno se puede evitar con una técnica que garantiza el éxito. Es el cortafuegos que protege el tesoro, la armadura que permite que la magia interior suceda sin temor a la catástrofe.

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DE LA COCINA DE AUTOR A TU MESA: APLICA LA TÉCNICA MAESTRA

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Lo mejor de este secreto de chef con estrella Michelin es su absoluta accesibilidad, no requiere aparatos sofisticados ni ingredientes imposibles de encontrar. Es una cuestión de método, de aplicar un paso adicional que transforma por completo el resultado, convirtiendo una receta casera en una creación digna de la alta cocina, sin necesidad de ingredientes exóticos. Ya sea con un relleno clásico de jamón ibérico, de pollo asado, de setas de temporada o de un intenso queso azul, esta técnica de rebozado funciona como un lienzo en blanco que permite que el sabor del ingrediente principal brille con una nueva intensidad y una textura inigualable.

Adoptar este proceso es darle a nuestras croquetas caseras el respeto y el cuidado que merecen, una declaración de intenciones de que no nos conformamos con menos que la excelencia. La próxima vez que te pongas manos a la masa, recuerda que el equilibrio lo es todo y que, a veces, para proteger lo más delicado y valioso, se necesita la mejor de las armaduras. Al final, el dominio sobre la textura exterior es lo que te otorga la libertad creativa en el interior, para lograr unas croquetas de escándalo que se convertirán en leyenda entre familiares y amigos.

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