Hay lugares en la provincia de Girona que parecen diseñados para desafiar el paso del tiempo, pero pocos lo hacen con la abrumadora belleza de Besalú. Te acercas por la carretera y, de repente, aparece ante ti como una aparición, una estampa sacada de un cuento de hadas o una superproducción de cine histórico. Su puente fortificado, angular e imponente, no es solo una obra de ingeniería románica; es una puerta de entrada a otra época, una frontera de piedra que te invita a dejar atrás el siglo XXI y sumergirte en un mundo de caballeros, mercaderes y leyendas. Es una imagen tan poderosa que se graba en la retina para siempre.
La sensación al verlo por primera vez es casi irreal. Te preguntas si lo que tienes delante es un decorado perfectamente conservado, un espejismo en mitad de los paisajes de la Garrotxa. Pero no, es auténtico, sólido y cargado de historia. Este no es un pueblo con un par de calles antiguas; Besalú es un conjunto histórico-artístico nacional que ha logrado preservar su esencia medieval de una forma casi milagrosa, y su puente es la promesa de todo lo que te espera al otro lado del río Fluvià. Una promesa de un viaje inolvidable a uno de los rincones más mágicos de Cataluña.
EL PUENTE QUE TE TRANSPORTA A OTRO SIGLO
Construido en el siglo XI y reconstruido varias veces a lo largo de la historia, el puente de Besalú es mucho más que una simple pasarela. Es el verdadero emblema de esta villa de Girona y una obra maestra de la arquitectura medieval. Su icónica forma angular, con una torre de defensa en el centro, no es un capricho estético, sino el resultado de asentarse sobre las rocas naturales del lecho del río. Cada piedra parece susurrar historias de peregrinos, soldados y condes que lo cruzaron hace casi mil años. Caminar sobre él es sentir el peso de la historia bajo tus pies.
Pero es al atardecer cuando la magia se desata por completo. Cuando el sol comienza a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, la experiencia de cruzarlo se convierte en algo trascendental. La luz cálida incide sobre la piedra milenaria, creando un espectáculo de luces y sombras que parece detener el tiempo. En ese instante, la silueta del pueblo recortada contra el cielo y el reflejo del puente en el agua crean una de las postales más emocionantes del interior de Cataluña. No es solo verlo, es sentir cómo te conviertes en parte de esa estampa.
UN LABERINTO DE PIEDRA DONDE PERDERSE ES UN PLACER
Una vez que dejas atrás el puente y su imponente torreón, te adentras en un entramado de callejuelas empedradas que invitan a perderse sin rumbo. Aquí no necesitas un mapa, solo la curiosidad como guía. El antiguo barrio judío, o «call», te envuelve con su atmósfera silenciosa y evocadora, transportándote a un tiempo en que la comunidad sefardí de Girona florecía en estos mismos rincones. Cada esquina, cada arco de piedra y cada patio escondido parece conservar el eco de las vidas que aquí transcurrieron, en una de las rutas medievales más fascinantes de la región.
El corazón social de la villa late en la Plaça de la Llibertat, un espacio porticado que te recibe con el murmullo de sus terrazas y el encanto de sus edificios históricos. Aquí se celebraba el mercado hace siglos y hoy sigue siendo el punto de encuentro de locales y visitantes. Es el lugar perfecto para hacer una pausa, tomar algo y simplemente observar. Y es que la plaza condal es el escenario perfecto donde el pulso de la vida moderna convive en perfecta armonía con la majestuosidad de la historia, un equilibrio que Besalú ha sabido mantener de forma magistral.
¿SABÍAS QUE AQUÍ SE CONSERVA UN BAÑO JUDÍO ÚNICO?
Besalú guarda entre sus muros un tesoro de valor incalculable, un secreto subterráneo que muchos visitantes pasan por alto. Hablamos de su miqvé, los antiguos baños de purificación judíos. Descubierto por casualidad en 1964, este es uno de los poquísimos ejemplos de su tipo que se conservan en toda Europa. Bajar las escaleras de piedra hacia esta sala abovedada es descender a las profundidades de la historia y la fe. El silencio solemne del lugar, junto con la presencia del agua original del pozo, crea una atmósfera sobrecogedora.
Este baño ritual no solo es una joya arquitectónica, sino también un testimonio fundamental del esplendor de la comunidad judía que habitó esta zona de Girona hasta finales del siglo XV. Situado donde antaño se erigía la sinagoga, el miqvé es la prueba tangible de la importancia cultural y económica que tuvo esta comunidad. Visitarlo es comprender que el patrimonio de Besalú va mucho más allá de su imponente fachada cristiana y se enriquece con una herencia judía de valor excepcional, convirtiéndolo en un tesoro del patrimonio catalán aún más completo.
MÁS ALLÁ DEL PUENTE: IGLESIAS Y MONASTERIOS QUE TE DEJARÁN SIN PALABRAS
Aunque el puente acapare todos los flashes, el legado monumental de Besalú es abrumador. El antiguo monasterio de Sant Pere, fundado en el siglo X, domina la plaza principal con su presencia imponente. Su fachada, con dos leones de piedra que parecen custodiar la entrada, es una parada obligatoria. En el interior, la grandiosidad de su estructura y la belleza de sus capiteles hablan de la enorme influencia que tuvo esta abadía benedictina en la historia de Girona. Es un espacio que impone respeto y admiración a partes iguales.
Pero el viaje por el románico no termina ahí. A pocos pasos, la iglesia de Sant Vicenç, con su espectacular portada esculpida, es otro de los tesoros que esconde este pueblo de Girona. Cada detalle, desde sus arquivoltas hasta sus capiteles historiados, merece una observación detenida. La abundancia y calidad de estos edificios demuestran que Besalú fue mucho más que un enclave defensivo; fue un poderoso centro religioso y político. Es un lugar que recompensa al viajero que mira más allá de lo evidente, ofreciendo joyas en cada rincón.
EL SABOR DE LA HISTORIA: DONDE COMER Y SENTIR EL ALMA DE GIRONA
Un viaje a Besalú no estaría completo sin saborear la gastronomía de la Garrotxa, una comarca de Girona con una identidad culinaria propia y muy potente. Sus restaurantes, muchos de ellos ubicados en edificios históricos, ofrecen una cocina basada en el producto de la tierra. Aquí puedes disfrutar de los famosos «fesols de Santa Pau», embutidos artesanos o platos de carne cocinados a fuego lento. Comer aquí no es solo alimentarse; es una forma más de conectar con la historia y el paisaje a través de sus sabores más auténticos, una experiencia sensorial completa.
Cuando cae la noche y las luces iluminan el puente creando un reflejo mágico en el río, entiendes que Besalú es mucho más que una excursión de un día. Es una emoción que se queda contigo. La memoria de esa luz dorada sobre la piedra, el eco de tus pasos en las calles vacías y el sabor de su cocina te acompañan mucho después de haberte ido. Porque cruzar ese puente no solo te lleva a uno de los pueblos más bonitos de Girona, sino que la estampa de ese atardecer se convierte en un recuerdo imborrable que te pertenece para siempre.