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Borrar cookies no sirve de nada: un experto en datos revela lo que realmente debes hacer para protegerte

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El ritual de borrar las cookies del navegador es casi un acto reflejo para millones de personas. Lo hacemos después de comprar online, al cerrar una sesión de trabajo o simplemente cuando nos asalta un vago sentimiento de culpa digital, como si estuviéramos limpiando las migas de nuestra actividad en la red. Es un gesto que nos han enseñado como la panacea de la privacidad, porque esta acción nos da una falsa sensación de control sobre nuestra privacidad online. Pero, ¿y si te dijera que ese gesto es, en gran medida, un placebo? ¿Y si la verdadera vigilancia se produce por una puerta trasera que ni siquiera sabes que existe?

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La cruda realidad, confirmada por expertos en ciberseguridad y protección de datos, es que el debate sobre la gestión de las cookies se ha quedado obsoleto. La tecnología de rastreo ha evolucionado a una velocidad endiablada, dejando nuestras viejas costumbres de «limpieza» completamente inútiles. El problema ya no es ese pequeño archivo de texto que se guarda en tu ordenador, porque el verdadero sistema de rastreo es mucho más sofisticado, persistente e invisible que las simples cookies. Sigue leyendo, porque lo que vas a descubrir a continuación no es un truco, sino un cambio de mentalidad fundamental para navegar de forma segura.

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NO ES UN ACTO, ES UN HÁBITO: LA NUEVA MENTALIDAD DIGITAL

Fuente: Freepik

El verdadero cambio, sin embargo, no es tecnológico, sino mental. Proteger tu privacidad en la era digital no es una acción puntual, como borrar las cookies, sino un proceso continuo, un hábito. Implica ser más consciente de los permisos que otorgas a las aplicaciones, de la información que compartes en redes sociales y de los servicios que utilizas. Significa entender que en internet, cuando algo es gratis, lo más probable es que el producto seas tú y tus datos. Y eso requiere una actitud proactiva.

En última instancia, la lucha por la privacidad se gana con conocimiento. Entender que las cookies son solo la punta del iceberg es el primer paso. El segundo es adoptar las herramientas y prácticas que realmente marcan la diferencia. No se trata de volverse un paranoico digital, sino de recuperar una parcela de control que hemos cedido sin darnos cuenta. La red sigue siendo un lugar fascinante y lleno de posibilidades, y ahora tienes un mapa mucho mejor para navegarla. Uno en el que tú, y no un algoritmo invisible, decides el rumbo.

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