El ritual de borrar las cookies del navegador es casi un acto reflejo para millones de personas. Lo hacemos después de comprar online, al cerrar una sesión de trabajo o simplemente cuando nos asalta un vago sentimiento de culpa digital, como si estuviéramos limpiando las migas de nuestra actividad en la red. Es un gesto que nos han enseñado como la panacea de la privacidad, porque esta acción nos da una falsa sensación de control sobre nuestra privacidad online. Pero, ¿y si te dijera que ese gesto es, en gran medida, un placebo? ¿Y si la verdadera vigilancia se produce por una puerta trasera que ni siquiera sabes que existe?
La cruda realidad, confirmada por expertos en ciberseguridad y protección de datos, es que el debate sobre la gestión de las cookies se ha quedado obsoleto. La tecnología de rastreo ha evolucionado a una velocidad endiablada, dejando nuestras viejas costumbres de «limpieza» completamente inútiles. El problema ya no es ese pequeño archivo de texto que se guarda en tu ordenador, porque el verdadero sistema de rastreo es mucho más sofisticado, persistente e invisible que las simples cookies. Sigue leyendo, porque lo que vas a descubrir a continuación no es un truco, sino un cambio de mentalidad fundamental para navegar de forma segura.
3MODO INCÓGNITO: EL GRAN TEATRO DE LA PRIVACIDAD

«Bueno, para eso uso el modo incógnito». Esta es la frase que muchos esgrimen como su escudo definitivo de privacidad. Es el gran mito de la navegación segura, una de las ideas erróneas más extendidas. El modo incógnito o privado de los navegadores tiene un propósito muy limitado y, desde luego, no es hacerte invisible. Su única función es no guardar el historial de navegación, las contraseñas o las cookies en tu dispositivo local una vez que cierras la ventana. Es útil si usas un ordenador compartido y no quieres que la siguiente persona vea lo que has estado haciendo. Y ya.
Pero en lo que respecta a la privacidad frente a terceros, el modo incógnito no sirve de nada. Tu proveedor de internet (compañía telefónica) sigue sabiendo perfectamente qué páginas visitas. Si navegas desde el trabajo, tu empresa también puede saberlo. Y lo más importante: las propias páginas web te siguen identificando, sobre todo a través de tu huella digital. No te protege de los rastreadores ni de la publicidad dirigida. Por lo tanto, pensar que el modo incógnito te protege de los rastreadores es uno de los mayores malentendidos sobre la privacidad digital y te deja completamente expuesto.