Tener una segunda residencia es garantía de desconexión, un refugio frente al ritmo diario donde cambiar de rutinas, veranear o teletrabajar en otro entorno. Pero hay algo que no cambia por muchos kilómetros que nos alejemos de casa: la necesidad de tomar buenas decisiones financieras y, en concreto, las vinculadas al suministro eléctrico.
Contratar una tarifa adecuada para una vivienda que no se usa todo el año puede parecer secundario, pero lo cierto es que elegir bien la potencia y el plan puede suponer un ahorro importante a final de mes. Y nada mejor para conseguirlo que ayudarte de un comparador de tarifas.
Te explicamos qué potencia de luz contratar con Rastreator, qué factores debes tener en cuenta, cómo ajustar la potencia contratada y qué tipo de tarifas pueden resultar más rentables si tu segunda residencia solo se utiliza durante fines de semana, puentes o periodos vacacionales.
Analizar la situación individual es clave para ahorrar
Antes de pensar en tarifas o potencias, conviene entender a fondo el contexto particular. No es lo mismo una vivienda en la costa en la que pasas largas temporadas con la familia, cocinando a diario, encendiendo el aire acondicionado y conectando varios dispositivos a la vez, que una casa de montaña más aislada, donde los usos se concentran en invierno y de forma muy puntual. Y eso influye directamente en lo que necesitas contratar. Cada caso tiene unas necesidades energéticas diferentes.
Por eso es importante pensar más allá de lo que creemos que deberíamos contratar, y centrarse en el uso real como la duración de las estancias, media de personas que cohabitan, electrodomésticos que se utilizan con más asiduidad y si hay o no consumo residual cuando la vivienda está vacía.
La potencia contratada: menos es más (si está bien calculado)
La potencia eléctrica contratada determina cuántos aparatos puedes usar a la vez sin que salten los plomos. Pero también condiciona lo que pagas cada mes, aunque no consumas nada de energía, pagarás un fijo en función de la potencia.
En muchas segundas residencias, la potencia está sobredimensionada. Se mantiene la misma que en una vivienda habitual “por si acaso”, pero ese exceso se traduce en una factura fija más alta cada mes, esté o no ocupada la casa. Aquí tienes una guía para que te sirva de orientación:
● 3,45 kW pueden ser suficientes si usas la vivienda puntualmente y no conectas muchos electrodomésticos a la vez.
● 4,6 – 5,75 kW es más razonable si pasas largas temporadas y haces un uso más intenso (aire acondicionado, vitrocerámica, horno…).
● Más de 6,9 kW solo se justifica si hay sistemas eléctricos potentes como calefacción, bomba de calor o cargador de coche eléctrico.
La recomendación general es ajustar la potencia lo máximo posible al uso real, sin miedo a reducirla si es excesiva. En caso de error, siempre puedes volver a subirla (aunque este trámite tiene coste).
Internet y energía: ¿tarifas conjuntas?
Cada vez más compañías ofrecen packs de energía y conectividad, algo especialmente útil en segundas residencias donde puede ser necesario contar con conexión a Internet para trabajar o mantener dispositivos activos.
Patricia Carril, responsable de energía en Rastreator, lo resume así: “Cuando llega la hora de contar con una conexión a Internet en una segunda residencia, hay que valorar para qué se va a usar. Y es que no es lo mismo pasar unos días al año que estar allí dos meses completos. Además, puede que se tenga la posibilidad de desconectar por completo durante el tiempo de descanso, pero hay a quien no le queda más remedio que seguir conectándose. Por eso, entre todas las opciones, hay que tener claras las ventajas y desventajas de cada una y escoger la tarifa que mejor se adapte a nuestras necesidades”.
Tarifas de luz: ¿precio fijo o variable?
Además de la potencia, la modalidad de tarifa también importa. Hoy en día, el mercado eléctrico se divide entre tarifas reguladas (PVPC) y tarifas del mercado libre.
Para segundas residencias, lo ideal es buscar una tarifa que no penalice el bajo consumo, permita precio estable (si solo vas algunos días o semanas, conviene que el precio por kWh no fluctúe demasiado para evitar sorpresas) e incluya discriminación.
Este último punto es especialmente importante para segundas residencias de fines de semana donde se usa más luz por la tarde-noche, ya que puede interesar más una tarifa con tramos horarios que beneficien ese uso.
¿Compensa dar de baja la luz cuando no se usa?
Es una pregunta habitual: ¿merece la pena dar de baja el suministro cuando la vivienda va a estar cerrada durante meses? En general, no suele compensar.
El coste de volver a dar de alta la luz ronda los 70-100 €, por lo que si el periodo de inactividad es inferior a un año, lo más sensato es mantener el suministro con una potencia mínima.
Otra opción es reducir al mínimo la potencia contratada durante esos meses, lo que puede suponer un ahorro importante sin perder el servicio.
En definitiva, una segunda residencia es una inversión económica y, como tal, merece una gestión energética bien pensada. Ajustar la potencia, elegir una tarifa que no penalice el bajo consumo y revisar condiciones especiales pueden ayudarte a ahorrar sin renunciar al confort. La clave no está en pagar lo mínimo, sino en pagar lo justo con ayuda de comparadores de tarifas como Rastreator.