Especial 20 Aniversario

Un biólogo alerta: ‘Hervir el marisco con laurel es un error garrafal’

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Un reputado biólogo ha lanzado una advertencia que resuena con la fuerza de una verdad incómoda en las cocinas de toda España, especialmente ahora que nos acercamos a épocas de celebraciones y grandes mariscadas. La afirmación es tan rotunda como polémica y atenta directamente contra uno de los pilares de la sabiduría popular culinaria, la costumbre de añadir una hoja de laurel a la cocción del marisco. Este gesto, casi un ritual heredado de nuestras abuelas, es calificado por el experto como un «error garrafal», una práctica que, lejos de mejorar el resultado final, en realidad lo sabotea de una manera que la mayoría de los comensales ignora por completo, despojando al producto de su verdadera esencia y enmascarando los delicados aromas que definen su calidad.

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La controversia no radica en un simple capricho gustativo, sino que se fundamenta en la pura ciencia de los aromas y los compuestos químicos. El problema, según se detalla, tiene un nombre concreto: el eucaliptol. Este potente compuesto presente en el laurel es el responsable de aniquilar la sutileza del mar, ese perfume yodado y dulce que buscamos en una buena gamba, una cigala fresca o un percebe recién cocido. La advertencia nos obliga a cuestionar una tradición profundamente arraigada, invitándonos a redescubrir el sabor auténtico del marisco a través de una lente científica que choca frontalmente con el recetario tradicional, un desafío que podría cambiar para siempre nuestra forma de disfrutar de estas joyas gastronómicas.

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LA COCINA DEL RESPETO: ENTENDER EL PRODUCTO ANTES DE TRANSFORMARLO

Fuente: Freepik

La advertencia del biólogo sobre el uso del laurel trasciende la mera anécdota culinaria para convertirse en una lección sobre una filosofía gastronómica más amplia: la cocina del respeto al producto. Este enfoque, cada vez más valorado tanto en la alta cocina como en los hogares con buen criterio, se basa en un principio fundamental, un principio que aboga por conocer la esencia de cada ingrediente antes de aplicarle cualquier técnica. Significa entender que una merluza de pincho excelsa pide una cocción breve y precisa, que un tomate de huerta extraordinario brilla con solo aceite y sal, y que un marisco sublime no necesita más aderezo que el recuerdo del mar que le da la sal.

Para el biólogo que originó este debate, la clave está en la comprensión. Usar laurel en la cocción del marisco no es un signo de mala fe, sino de desconocimiento de la batalla química que se libra en la olla. La advertencia de este biólogo no es un ataque a la tradición por sí misma, sino una invitación a la reflexión y a la evolución. La perspectiva del último biólogo que ha estudiado el caso es clara: se trata de aplicar la lógica y el conocimiento para tomar decisiones informadas en la cocina, desaprendiendo viejos hábitos si es necesario para dar un paso adelante en nuestra cultura gastronómica y permitir, al fin, que el verdadero protagonista, el marisco, pueda contar su propia historia en nuestro paladar.

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