Especial 20 Aniversario

Santa Clara de Asís, santoral del 11 de agosto

La figura de Santa Clara de Asís, cuya memoria celebramos cada 11 de agosto, se proyecta sobre la historia de la Iglesia como un destello de luz purísima, un paradigma de coherencia evangélica y una de las voces femeninas más influyentes y revolucionarias de la espiritualidad cristiana. Su vida no fue una mera réplica femenina del carisma de San Francisco, sino la fundación de una vía propia y original de seguimiento de Cristo, marcada por una radicalidad en la pobreza y una profundidad contemplativa que continúan inspirando a miles de almas en todo el mundo.

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El legado de esta insigne santa italiana nos interpela directamente en nuestra contemporaneidad, a menudo atrapada en el consumismo y la superficialidad, invitándonos a descubrir la libertad que reside en el desapego y la belleza de una vida centrada en lo esencial. El testimonio de Clara es un faro que ilumina la dignidad de la vida consagrada femenina y nos ensecha que la verdadera fortaleza no reside en el poder o la posesión, sino en una confianza sin fisuras en la Providencia y en el amor transformador de Dios.

LA LUZ DE ASÍS: LA REBELDÍA DE UNA NOBLE FRENTE AL MUNDO

Santa Clara De Asís, Santoral 11 De Agosto

Nacida en 1194 en el seno de la opulenta familia Offreduccio, Clara estaba destinada por su linaje a un ventajoso matrimonio que consolidara el poder y el prestigio de su casa, un futuro que parecía ineludible en la sociedad feudal de la Asís del siglo XIII. Sin embargo, la predicación de un joven y radical conciudadano llamado Francisco Bernardone provocó en ella una profunda conmoción espiritual, despertando en su corazón un anhelo irrefrenable de abrazar el mismo ideal de pobreza absoluta y entrega total a Dios.

En la noche del Domingo de Ramos de 1212, en un acto de extraordinaria audacia y determinación, Clara abandonó secretamente la casa paterna para encontrarse con Francisco y sus primeros compañeros en la pequeña capilla de la Porciúncula, donde renunció a su condición nobiliaria. Allí, el Poverello de Asís le cortó su rubia cabellera como signo de su consagración a Cristo, vistiéndola con un sayal tosco y sellando así el inicio de una de las aventuras espirituales más fascinantes de la cristiandad.

SAN DAMIÁN: LA CUNA DE UNA NUEVA FORMA DE VIDA CONSAGRADA

Tras un breve período en otros monasterios, Clara se estableció junto a sus primeras seguidoras, entre las que pronto se contaría su propia hermana Inés, en la humilde iglesia de San Damián, aquel lugar emblemático que Francisco había reconstruido con sus propias manos. Este pequeño y austero convento se convertiría en la cuna de la Segunda Orden Franciscana, un nuevo modelo de vida monástica femenina estrictamente contemplativa pero vivida en la más absoluta pobreza, sin las rentas y propiedades que tradicionalmente garantizaban la subsistencia de los monasterios femeninos.

La comunidad de las «Damas Pobres» de San Damián creció rápidamente, atraída por el carisma luminoso de Clara y por un estilo de vida que combinaba la oración litúrgica, el trabajo manual y una intensa vida fraterna en un clima de alegría y sencillez evangélica. Se estima que su radicalidad y su enfoque en la contemplación representaron una alternativa espiritual poderosa para muchas mujeres de la época, quienes encontraron en el claustro de San Damián un espacio de libertad y de plena realización en Dios.

EL PRIVILEGIO DE LA POBREZA: LA LUCHA DE SANTA CLARA DE ASÍS POR LA RADICALIDAD EVANGÉLICA

El Privilegio De La Pobreza: La Lucha De Santa Clara De Asís Por La Radicalidad Evangélica

El punto más distintivo y a la vez controvertido del carisma de Santa Clara de Asís fue su inquebrantable defensa del «Privilegio de la Pobreza», es decir, el derecho de su comunidad a vivir sin poseer nada en común ni en particular, dependiendo únicamente de la caridad y la Providencia. Esta opción era tan radical para la época que encontró una fuerte resistencia por parte de la jerarquía eclesiástica, que veía con preocupación la viabilidad de un monasterio femenino sin una base económica estable.

A lo largo de toda su vida, Clara luchó con una tenacidad y una lucidez jurídica admirables para que este núcleo esencial de su vocación fuera reconocido y aprobado por la Santa Sede, llegando a escribir ella misma una Regla propia, un hecho sin precedentes para una mujer en la historia de la Iglesia. Esta Regla, que consagraba la pobreza absoluta como forma de vida, recibió la bula de aprobación del Papa Inocencio IV tan solo dos días antes de la muerte de la santa, constituyendo su victoria espiritual definitiva.

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EL ESCUDO DE LA EUCARISTÍA: LA FE QUE DETIENE EJÉRCITOS

Uno de los episodios más célebres y representativos de la vida de Santa Clara tuvo lugar en 1240, cuando las tropas de mercenarios sarracenos al servicio del emperador Federico II se disponían a asaltar el convento de San Damián y la ciudad de Asís. Ante el pánico generalizado de las hermanas, Clara, que se encontraba gravemente enferma, se hizo conducir hasta la puerta del claustro portando en sus manos un copón con el Santísimo Sacramento.

Allí, postrada en el suelo, oró con una fe ardiente a Jesús Eucaristía, pidiéndole que protegiera a sus siervas, y según relatan las crónicas de la época, una voz infantil que emanaba de la Hostia le aseguró su protección, provocando el pánico y la huida desordenada de los asaltantes. Este milagro, que ha sido objeto de innumerables representaciones artísticas a lo largo de los siglos, convirtió a Clara en un poderoso símbolo de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía como escudo y fortaleza para los creyentes.

LA LUZ EN LA CELDA: PATRONA DE LA TELEVISIÓN Y FARO PERENNE

Los últimos años de la vida de Clara estuvieron marcados por una larga y dolorosa enfermedad que la mantuvo postrada en su lecho, un sufrimiento que ella vivió como una oportunidad para unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo. Fue en este período cuando, según la tradición, en una Nochebuena en la que no pudo asistir a la Misa, tuvo una visión milagrosa en la que pudo ver y escuchar la celebración que tenía lugar en la Basílica de San Francisco, como si estuviera proyectada en la pared de su celda.

Este singular episodio místico fue la razón por la cual el Papa Pío XII, en 1958, la proclamó solemnemente patrona universal de la televisión, reconociendo en su experiencia un precedente sobrenatural de la capacidad de los medios para transmitir imágenes y sonidos a distancia. La figura de Santa Clara de Asís, la «plantita de San Francisco», sigue floreciendo hoy a través de las miles de Clarisas que perpetúan su carisma en los cinco continentes, un legado luminoso de contemplación, pobreza y amor que continúa desafiando y fascinando al mundo.

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