Especial 20 Aniversario

Todo empezó en la Laguna Negra: El viaje nostálgico de Ana de Armas desde ‘El Internado’

Pocos recuerdan ya que la carrera de Ana de Armas, hoy una de las estrellas más rutilantes del firmamento de Hollywood, comenzó a brillar en el pasillo de un internado español. Antes de ser chica Bond, de codearse con Ryan Gosling o de meterse en la piel de Marilyn Monroe, fue Carolina Leal. La intérprete que hoy deslumbra en Hollywood, ya que aquella serie juvenil se convirtió en el inesperado trampolín de una estrella mundial, fue primero un rostro familiar en las televisiones de millones de hogares españoles, la protagonista de un misterio que nos tuvo en vilo durante años.

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Su historia es mucho más que un cuento de hadas con final feliz; es el manual de instrucciones de la audacia, la crónica de un salto al vacío sin red que salió bien. El viaje que ha llevado a Ana de Armas desde la televisión nacional hasta la primera línea de la industria del cine es la prueba de que el talento, cuando se acompaña de un coraje inquebrantable, no conoce fronteras. Su trayectoria es una inspiración, pues el camino desde una exitosa serie española hasta el Olimpo de Hollywood está lleno de audacia, sacrificios y una fe inquebrantable en su propio talento, un viaje que merece ser contado desde el principio, desde que todo empezó.

EL FENÓMENO DE LA LAGUNA NEGRA

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A finales de la década de los 2000, hubo una serie que lo cambió todo en la ficción española: «El Internado». No era solo una serie de adolescentes; era un thriller absorbente, lleno de secretos, conspiraciones y un misterio que crecía con cada capítulo. Se convirtió en una cita ineludible para una generación entera. En ese caldo de cultivo perfecto para crear estrellas, una joven actriz cubana recién llegada a España destacaba con una luz especial. Esa era Ana de Armas, ya que la serie se convirtió en un fenómeno televisivo que marcó a toda una generación de adolescentes españoles, y su rostro se hizo instantáneamente reconocible en todo el país.

Su personaje, Carolina Leal, era el corazón de la trama. Valiente, inteligente y leal, era la brújula que guiaba al grupo de amigos a través de los oscuros secretos que escondía el internado Laguna Negra. La química que tenía con el resto del reparto, que incluía a otros jóvenes talentos como Yon González o Martiño Rivas, era palpable. La actriz hispanocubana supo dotar a su personaje de una humanidad que traspasaba la pantalla. La interpretación de Ana de Armas fue clave, porque Carolina Leal era el corazón moral de la trama, la brújula que guiaba a los espectadores a través del misterio y la pieza con la que todos conectamos emocionalmente.

EL SALTO AL VACÍO: ¿Y AHORA QUÉ?

Cuando «El Internado» terminó, Ana de Armas se encontraba en una posición envidiable pero también peligrosa. Era una de las actrices jóvenes más famosas de España, con un futuro prometedor en nuestra industria. Podría haberse acomodado, seguir encadenando proyectos y convertirse en una figura fija del cine y la televisión nacional. Pero ella quería más. Sentía que para crecer de verdad tenía que salir de su zona de confort, arriesgarlo todo y poner a prueba su talento en el lugar más competitivo del planeta. La decisión de la intérprete fue radical, ya que abandonar una carrera consolidada en España para empezar de cero en Hollywood era una apuesta increíblemente arriesgada, un movimiento que muy pocos se atreven a hacer.

Aterrizó en Los Ángeles sin apenas hablar inglés y con la determinación de un titán. Los primeros años fueron duros, una cura de humildad. Pasó de ser una estrella reconocida a una completa desconocida que luchaba por conseguir una audición. Tuvo que aprender el idioma a marchas forzadas y aceptar papeles pequeños en producciones que a menudo no estaban a la altura de su talento. Fue una época de siembra, de picar piedra en silencio.

La carrera de Ana de Armas en América no fue un camino de rosas, pues esa etapa inicial de lucha y perseverancia fue crucial para forjar el carácter y la resiliencia que la definirían más adelante, demostrando que su ambición no era un capricho pasajero.

CUANDO HOLLYWOOD FINALMENTE ABRIÓ LA PUERTA

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Y entonces, llegó el papel que lo cambiaría todo. No fue un protagónico, pero fue en la película adecuada y con el director perfecto. En 2017, Denis Villeneuve la eligió para ser Joi, la novia holográfica de Ryan Gosling en «Blade Runner 2049». Su interpretación fue una revelación. En un papel que podría haber sido frío y robótico, ella le inyectó alma, vulnerabilidad y una humanidad desgarradora. No necesitaba muchas líneas de diálogo; su mirada lo decía todo.

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Fue el momento en que Hollywood se dio cuenta de que allí había algo especial. La carrera en Hollywood de Ana de Armas dio un giro, porque su papel en ‘Blade Runner 2049’ fue una carta de presentación inmejorable que la puso en el radar de todos los grandes directores.

El verdadero espaldarazo llegaría dos años después con «Puñales por la espalda» (Knives Out). Aquí sí tenía un papel protagonista, el de Marta Cabrera, la enfermera inmigrante que se convierte en el centro de un misterio de asesinato al más puro estilo Agatha Christie. Rodeada de estrellas consagradas como Daniel Craig o Jamie Lee Curtis, Ana de Armas no solo aguantó el tipo, sino que se comió la pantalla. Su interpretación, llena de matices, le valió una nominación al Globo de Oro.

Ya no era una promesa, era una realidad. La actriz cubana demostró su valía, ya que con ‘Puñales por la espalda’ probó que podía llevar el peso de una gran producción de Hollywood sobre sus hombros, consolidándose como una de las nuevas estrellas a seguir.

LA CONSAGRACIÓN: DE CHICA BOND A MARILYN MONROE

A partir de ahí, la ascensión fue meteórica. Ser elegida para formar parte del universo de James Bond es entrar en un club muy exclusivo, un rito de paso para las actrices que alcanzan el estrellato global. En «Sin tiempo para morir», su papel como Paloma, una agente cubana de la CIA, era breve pero absolutamente memorable. En apenas diez minutos, derrochaba carisma, acción y un sentido del humor que dejó al público con ganas de mucho más. Fue una aparición corta pero fulgurante. La intérprete de ‘Blonde’ demostró que no hay papel pequeño, pues su participación como chica Bond la catapultó a un nivel de fama internacional que pocas actrices hispanas han alcanzado, convirtiéndola en un icono instantáneo.

Pero el reto definitivo, la prueba de fuego para cualquier actriz, estaba por llegar. Interpretar a Marilyn Monroe es uno de los papeles más icónicos y peligrosos de la historia del cine. Muchos lo han intentado; pocos han salido airosos. En «Blonde», bajo la dirección de Andrew Dominik, Ana de Armas se sumergió en el abismo de la vida de Norma Jeane.

Fue una transformación física y emocional brutal que le valió una nominación al Oscar. Más allá de las polémicas que rodearon a la película, su trabajo fue unánimemente alabado. Su consagración como estrella internacional era un hecho, porque su encarnación de Marilyn Monroe fue una demostración de valentía y talento descomunal que la situó en la élite actoral de Hollywood.

EL REFLEJO EN EL ESPEJO: ¿QUÉ QUEDA DE AQUELLA CHICA?

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Hoy, cuando vemos a Ana de Armas desfilando por la alfombra roja de los Oscar o protagonizando campañas de lujo, es fácil olvidar a aquella joven que corría por los pasillos del Laguna Negra. Pero la conexión sigue ahí. Ella misma ha reconocido en varias ocasiones el cariño que le guarda a esa etapa y a España, el país que le dio su primera gran oportunidad. Es la prueba de que el éxito no tiene por qué estar reñido con el recuerdo de los orígenes.

La actriz no olvida sus raíces, ya que a pesar de su estatus de estrella mundial, sigue manteniendo una conexión profunda con la cultura y el idioma que la vieron nacer como actriz, un ancla que la mantiene con los pies en la tierra.

Su viaje es un recordatorio inspirador de que los sueños, por muy grandes que parezcan, se pueden cumplir. Es la historia de una apuesta personal, de un talento que no se conformó y de un trabajo incansable. Cada vez que su nombre aparece en un cartel luminoso de Sunset Boulevard, hay un eco lejano de Carolina Leal, un guiño a esos misterios que resolvía en un bosque de Segovia.

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Porque Ana de Armas es la prueba viviente de que el talento no entiende de acentos ni de fronteras. En el fondo, ya que su trayectoria demuestra que el éxito es una mezcla de talento, trabajo duro y la audacia de atreverse a saltar cuando todos te dicen que te quedes quieto, su historia es la de todos los que alguna vez han soñado con ir un poco más allá.

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