Los chefs vascos han encontrado en las gélidas aguas de Noruega un tesoro inesperado para elevar una de sus recetas más emblemáticas, el bacalao al pil-pil. Este ingrediente, conocido como skrei, no es un bacalao cualquiera; se trata de un viajero incansable, un nómada del mar Ártico que, tras un largo periplo, llega a nuestras cocinas para transformar por completo la experiencia de un plato con profundas raíces en la tradición culinaria de Euskadi. La llegada de este pescado a los fogones más exigentes del País Vasco no es una moda pasajera, sino la confirmación de que la excelencia no entiende de fronteras y que la búsqueda del producto perfecto es una constante en la alta gastronomía.
La fascinación por el skrei radica en su temporalidad y en su historia, una epopeya marina que se repite cada año. Este bacalao, en su madurez óptima, emprende una migración de miles de kilómetros desde el mar de Barents hasta las costas de las islas Lofoten para desovar, un esfuerzo titánico que define su calidad. Este viaje dota a su carne de una textura y un sabor inconfundibles, cualidades que los chefs vascos más reputados han sabido identificar y valorar. La elección de este producto no es un capricho, sino una declaración de intenciones, un paso más en la evolución de una cocina que, sin renunciar a su esencia, se abre a nuevos horizontes para seguir sorprendiendo al comensal.
UN TESORO ÁRTICO EN LAS COCINAS DE EUSKADI
La leyenda del skrei se forja en su épica travesía anual, un viaje que lo convierte en el atleta de los mares. No es un pez sedentario, sino un peregrino que, impulsado por el instinto, recorre enormes distancias en las aguas más frías y hostiles del planeta. Este esfuerzo supremo es precisamente el secreto de su calidad, ya que el ejercicio constante desarrolla su musculatura, resultando en una carne extraordinariamente firme y tersa. Es esta cualidad, la de un lomo que se deshace en lascas perfectas y jugosas, la que ha cautivado a los chefs vascos, siempre en busca de la materia prima que marque la diferencia y aporte un valor añadido a sus creaciones culinarias más arraigadas.
Sin embargo, no todo bacalao capturado en la temporada es merecedor del sello de calidad Skrei. Para obtener esta distinción, que funciona como una denominación de origen protegida, el pescado debe cumplir unos requisitos muy estrictos que garantizan su excelencia. Solo los ejemplares más fuertes y sanos, capturados de forma sostenible y procesados en un plazo máximo de doce horas, reciben esta certificación. La meticulosidad del proceso asegura que el producto llegue a la cocina en condiciones inmejorables, una garantía de frescura y calidad que justifica su prestigio internacional y explica por qué se ha convertido en el objeto de deseo de la vanguardia gastronómica, incluyendo a los innovadores chefs vascos.
LA CIENCIA DETRÁS DE UN SABOR INCONFUNDIBLE

La diferencia fundamental entre el skrei y el bacalao común reside en su composición biológica, moldeada por su estilo de vida nómada. Durante su larga migración, el skrei acumula grasa, pero no en su carne, sino en el hígado. Esto da como resultado un lomo más magro, de un blanco nacarado y con un sabor más limpio y delicado que el de sus parientes sedentarios. Esta particularidad es crucial, pues permite que el paladar aprecie matices más sutiles en el pescado, una cualidad que los chefs vascos aprovechan para crear platos de una elegancia superior. La ausencia de grasa infiltrada en el músculo se traduce en una textura que no cansa, invitando a disfrutar de cada bocado sin saturación.
Otra de las ventajas que el título adelanta y que los profesionales de la cocina valoran enormemente es su estructura ósea. El skrei presenta menos espinas que otras variedades de bacalao, y las que tiene son más grandes y fáciles de retirar, lo que facilita enormemente su preparación y limpieza en la cocina profesional. Este detalle, que podría parecer menor, es en realidad de una importancia capital para los chefs vascos, ya que les permite trabajar el producto con mayor seguridad y presentar lomos impecables al comensal. La combinación de una carne firme, un sabor puro y la facilidad de manejo, lo convierte en el lienzo perfecto para la creatividad culinaria y la reinterpretación de recetas clásicas.
EL VIAJE DEL NÓMADA: DE LOS FIORDOS AL PLATO
La cadena de suministro del skrei es una carrera contra el tiempo que demuestra el compromiso con la frescura absoluta. Desde el momento de su captura en las frías aguas noruegas hasta su llegada a las cocinas de Euskadi, cada paso está medido para preservar intactas sus propiedades. El pescado se envasa con hielo inmediatamente después de ser procesado y se transporta por vía aérea, garantizando que en menos de 48 horas esté a disposición de los restauradores. Esta logística impecable es fundamental para poder disfrutar del skrei en su estado óptimo, un lujo que antes era impensable y que ahora permite a los chefs vascos trabajar con un producto de una frescura equiparable a la del pescado capturado en la costa local.
Esta disponibilidad de un bacalao fresco de calidad suprema supone un cambio de paradigma respecto a la tradición. Históricamente, la cocina vasca del bacalao se ha construido en torno al pescado en salazón, un método de conservación que permitía su consumo durante todo el año pero que implicaba un laborioso proceso de desalado y alteraba su textura original. El skrei, al poder utilizarse en fresco, ofrece una experiencia completamente diferente, una jugosidad y una finura que el bacalao curado no puede igualar. Esto no resta valor a la tradición, sino que la enriquece, proporcionando a los chefs vascos una nueva herramienta para explorar las infinitas posibilidades de este pescado.
REINVENTANDO EL PIL-PIL: UNA TRADICIÓN PUESTA A PRUEBA

El bacalao al pil-pil es, en esencia, pura alquimia. La magia de este plato reside en la emulsión del aceite de oliva con la gelatina que suelta la piel y las espinas del bacalao durante la cocción a baja temperatura. Aquí es donde el skrei revela su mayor secreto y su gran aportación. Su piel es rica en colágeno, una consecuencia directa de su fortaleza física, lo que facilita enormemente la creación de un pil-pil perfectamente ligado, cremoso y estable. Los chefs vascos han descubierto que, con el skrei, la emulsión se consigue de una manera más natural y rápida, obteniendo una salsa de textura sedosa y un brillo espectacular que envuelve el pescado con delicadeza.
Más allá de la textura de la salsa, el uso de skrei fresco transforma el sabor del pil-pil. El plato resultante es menos intenso en sal y más elegante en matices, permitiendo que el sabor puro y delicado del pescado sea el protagonista indiscutible. La ausencia del punto de salinidad característico del bacalao desalado da lugar a un pil-pil más refinado, donde el ajo y la guindilla complementan al pescado en lugar de competir con él. Es una reinterpretación sutil pero profunda de un clásico, una evolución que demuestra la capacidad de los chefs vascos para innovar sin perder el respeto por la esencia de la receta original, adaptándola a los paladares contemporáneos que buscan autenticidad y ligereza.
EL IMPACTO EN LA GASTRONOMÍA VASCA: HORIZONTES AMPLIADOS
La incorporación del skrei en los menús de alta cocina no es un hecho aislado, sino el reflejo de una filosofía que ha convertido a la gastronomía vasca en un referente mundial. Esta filosofía se basa en el respeto absoluto por el producto de temporada y en una curiosidad incansable por descubrir ingredientes que puedan enriquecer su recetario. La adopción de este bacalao noruego demuestra que la cocina de Euskadi es una cocina viva, dinámica y abierta al mundo, capaz de integrar lo mejor de otras culturas para seguir evolucionando desde una base sólida y tradicional. Es la prueba de que la identidad culinaria no es estática, sino que se fortalece con cada nuevo descubrimiento.
La historia del skrei y los chefs vascos es, en definitiva, una crónica sobre la búsqueda incesante de la perfección. Este nómada del Ártico no ha venido a sustituir al bacalao tradicional, sino a complementarlo, ofreciendo una alternativa sublime durante los meses de invierno que enriquece el abanico de posibilidades culinarias. Su presencia en las cartas más prestigiosas del País Vasco es un testimonio de cómo la innovación y la tradición pueden ir de la mano, creando experiencias gastronómicas memorables. Esta audaz apuesta por un ingrediente foráneo, un testimonio de cómo los chefs vascos más influyentes son también exploradores del sabor, redefine los límites de un plato icónico y asegura que la leyenda del pil-pil se siga escribiendo con letras de oro.