Era una noche en Madrid en el año 2002 y Pedro Erquicia, veterano periodista de RTVE, no imaginaba que su cena reuniría al futuro rey Felipe VI y a una reportera que cambiaría la monarquía española. Entre copas y risas, Felipe de Borbón soltó una frase que hizo tambalear el protocolo: «Si quieres, podemos trasladar tu piso a mi dormitorio. Si lo apretamos un poco, igual hasta entra en el vestidor».
Letizia Ortiz, dueña de un modesto estudio de 80m² en Valdebernardo, respondió con una carcajada que marcó el inicio de un reinado. Hoy, dos décadas después, aquel chiste sigue revelando secretos del matrimonio más impredecible de la Casa Real.
2Dentro del Pabellón del Príncipe había un dormitorio devoraba pisos

Cuando Felipe abrió las puertas de su residencia a la prensa en noviembre de 2002, los periodistas comprendieron que su broma no era exagerada. Diseñado por el arquitecto Manuel del Río, este colosal edificio costó 4,2 millones de euros y fusiona la arquitectura castellana con elementos renacentistas. Según el reportaje publicado en El País:
«Del hall parte una escalera de madera y hierro que lleva a la primera planta. Allí está el dormitorio del príncipe, con dos vestidores y dos cuartos de baño completos».
Pero la suite real era solo el inicio. El arquitecto Manuel del Río había creado un laberinto de lujo distribuido en cuatro plantas. Cuando Felipe enseñó su futuro hogar a periodistas en 2002, se desvelaron detalles reveladores:
- Planta baja: Sala de audiencias, despacho privado, biblioteca con 3.000 volúmenes y comedor oficial con capacidad para 24 comensales.
- Primera planta: Dormitorio principal (85m²), vestidor de Letizia (28m²), vestidor de Felipe (22m²), y tres habitaciones adicionales para invitados.
- Segunda planta: Gimnasio con sauna, sala de cine con butacas de terciopelo rojo y terraza panorámica.
- Sótano: Cocina industrial, bodega climatizada y habitaciones para el personal.
«Todo era consensuado con el príncipe», reveló Patricia Sanchiz Castañé, interiorista encargada de la decoración, en una entrevista con Vanity Fair. «Felipe rechazó propuestas de mobiliario francés del siglo XVIII. Quería espacios funcionales, no un museo. Por eso combinamos piezas del Patrimonio Nacional con sofás de diseño italiano».