Cada vez más mujeres utilizan aplicaciones o apps móviles para controlar su ciclo menstrual y su salud reproductiva y no solo para controlar sus ciclos menstruales, sino para atender diferentes partes del cuerpo. Sin embargo, detrás de estas herramientas gratuitas, conocidas como femtechs, se esconde un negocio millonario basado en la recopilación y venta de datos personales.
Una investigación reveló que algunas de las apps más de menstruación más populares, como Flo, han compartido información sensible con terceros, (un secreto a voces) incluyendo gigantes tecnológicos como Facebook, (no sería la primera vez que Meta se encuentra vinculado a escándalos de este tipo) sin el consentimiento claro de sus usuarias. Este hallazgo pone en alerta a expertos y defensores de la privacidad, que advierten sobre los riesgos legales y éticos que implica la explotación de estos datos íntimos. Aunque cada país posee su propia normativa sobre la privacidad de las personas, en casi todos, de violación puede ser considerado un delito.
La preocupación aumentó especialmente tras la abolición del aborto en Estados Unidos, donde esta información podría ser utilizada para perseguir penalmente a mujeres. En Europa, aunque la legislación protege mejor estos datos, el debate sobre la seguridad y el uso responsable de la información personal sigue abierto y es urgente, obviamente dependiendo del país donde encuentres.
Cómo las apps de menstruación monetizan tu información íntima sin que lo notes

Muchas de las aplicaciones de menstruación que usamos a diario son gratuitas (y para muchos en este detalle es el detalle más atractivo que sirve para atraer a las mujeres), pero detrás de esta aparente ventaja se esconde un negocio muy lucrativo basado en la recopilación y venta de datos personales. Estas apps registran una gran cantidad de información sensible, desde el ciclo menstrual hasta hábitos de sueño, estado de ánimo o actividad sexual.
Sin que la mayoría de usuarias lo perciban, estos datos se convierten en productos valiosos para anunciantes y empresas tecnológicas que buscan segmentar mejor sus campañas y aumentar sus beneficios. El modelo de negocio de estas plataformas se fundamenta en la premisa de que, si no pagas por el servicio, el producto eres tú. Y es que al final actualmente todo es un negocio, hasta la información más sensible, como lo es la fecha de la próxima regla.
De esta forma, la privacidad queda comprometida, o simplemente se pierde, pues la información recogida se comparte con terceros sin que el usuario tenga un control real sobre su destino. Este intercambio, a menudo poco transparente, abre la puerta a que datos íntimos puedan ser usados para fines comerciales, y en algunos casos, podrían incluso tener implicaciones legales que trascienden la esfera personal, dependiendo del país y de la persona, porque muchas veces el dinero y el tiempo invertido en estos procesos legales están diseñados para ser agotadores.
El caso Flo: la app mestrual más popular que compartió datos con gigantes tecnológicos

Flo es una de las aplicaciones para la mestruación más conocidas para el seguimiento del ciclo menstrual, con millones de usuarias en todo el mundo y una de las mencionadas en el informe, es difícil encontrar una mujer y si es adolescente mucho más, que no controle su regla a través de este app. Sin embargo, en 2018 salió a la luz que Flo había compartido datos sensibles con Facebook (nada más y nada menos), lo que generó una fuerte polémica sobre la protección de la privacidad y el uso indebido de información personal.
La noticia evidenció que, a pesar de las políticas de privacidad, estas apps de mestruacción pueden colaborar con grandes plataformas tecnológicas (he allí el gran secreto a voces, hay quienes incluso piensan que fueron diseñadas por las grandes tecnológicas justas para este fin, recaudar información) para el intercambio de datos sin el consentimiento explícito o completo de las usuarias.
Tras la denuncia, Flo se vio obligada a someterse a una auditoría independiente y a revisar sus prácticas en materia de privacidad, pero el caso dejó una alerta clara sobre el riesgo que supone confiar datos tan delicados a aplicaciones que, en última instancia, persiguen fines comerciales. Este episodio pone en evidencia la necesidad de una regulación más estricta y una mayor transparencia para proteger los derechos digitales de las personas, pero del dicho y la recomendación hay mucho que andar, solo el tiempo dirá que como se desarrolla este tema en el tiempo.
Riesgos y consecuencias legales del uso masivo de apps menstruales en la era digital

El reciente fallo en Estados Unidos que revocó la protección del aborto ha puesto en alerta a las usuarias de apps menstruales, y obviamente los resultados de este informe y muchas otras investigaciones que se han realizado sobre el tema, dado que la información almacenada en estas plataformas podría ser usada en investigaciones legales contra mujeres que decidan interrumpir su embarazo.
Aunque en España la legislación protege con rigor la privacidad y los datos personales (sino basta con revisar cuantas hojas firmamos y sin leer, al día autorizando el uso de nuestros datos personales), el caso estadounidense muestra un cambio de paradigma en el que los datos de salud ya no solo tienen valor económico, sino que pueden convertirse en evidencia legal. Expertos advierten que, más allá de la tecnología, la verdadera preocupación radica en la regresión de derechos fundamentales y la necesidad de reforzar las garantías legales para proteger a las personas usuarias.
El uso indiscriminado o mal gestionado de estos datos puede abrir la puerta a violaciones de la intimidad y a consecuencias judiciales que afectan directamente a la vida y libertad de las mujeres (un bien valioso por el que se ha luchado a lo largo de la historia y que hoy por hoy se protege de actos como estos), lo que exige un debate serio y urgente sobre la regulación y el uso ético de estas herramientas digitales.