A lo largo de la historia, los tsunamis han demostrado ser una de las fuerzas naturales más devastadoras del planeta. Al contrario de lo que sucede con las olas comunes, que genera el viento, estos fenómenos tienen lugar como consecuencia de perturbaciones masivas que desplazan la columna de agua de forma vertical. Este es el caso de deslizamientos de tierra, terremotos submarinos o erupciones volcánicas, entre otros.
Este tipo de fenómenos crean olas que, en aguas profundas, viajan a velocidad que pueden alcanzar incluso los 800 km/h, con longitudes de onda de 100 a 200 kilómetros. Aunque al acercarse a la costa pierden velocidad, ganan altura y tienen un alto potencial destructivo.
2EL TSUNAMI QUE ARRASÓ LISBOA EN 1755

Mientras hay informes que hablan de un tsunami en el Mediterráneo que podría llegar pronto, si echamos la vista atrás, nos encontramos con el que azotó a Lisboa en 1755. Tuvo lugar el 1 de noviembre, con un sismo de entre 8,5 y 9,0 en la escala de Richter que afectó a Portugal. Minutos más tarde, olas de 20 metros de altura arrasaron Lisboa, generando un gran caos en la urbe.
El terremoto derribó edificios, mientras que el tsunami inundó el puerto. Murieron 60.000 personas en Portugal, España y Marruecos. Además, dio pie a una crisis filosófica y Rousseau y Voltaire debatieron acerca de si se trata de un «castigo divino» o un recordatorio de la indiferencia de la naturaleza.